Balada
Una Balada es una pieza instrumental de un solo movimiento con cualidades narrativas líricas y dramáticas que recuerdan a una canción, especialmente una Balada para piano. En la música romántica del siglo XIX, la Balada para piano es un género de piezas para piano solo escritas en un estilo narrativo similar al Ballet, a menudo con elementos líricos intercalados. Surgida en la época romántica, se convirtió en un medio para que los compositores exploraran la narración dramática y expresiva a través de temas líricos complejos y técnicas virtuosas.
El concepto de la balada hunde sus raíces en la palabra latina ballare, que significa “bailar”, y sus primeras manifestaciones en la Edad Media, como la ballata italiana, eran precisamente canciones acompañadas de danza con estribillos recurrentes. Con el tiempo, este género popular se despojó del baile, pero conservó su esencia primordial: la narrativa poética, funcionando como un medio para contar historias de héroes, sucesos trágicos, milagros o romances legendarios a través de estrofas cantadas. Esta herencia narrativa fue crucial cuando, en el Romanticismo tardío del siglo XVIII, los poetas alemanes redescubrieron y revalorizaron el folklore y la mitología gótica. Poetas como Gottfried Bürger, con su terrorífica “Lenore”, y Johann Wolfgang von Goethe, con “Erlkönig”, transformaron el formato simple en extensos poemas dramáticos, llenos de personajes, diálogos y acción que requerían un tratamiento musical a su altura.
A medida que evolucionó la Balada literaria, sus cualidades narrativas y líricas inspiraron a los compositores a traducir estos elementos a la música instrumental. En la época romántica, compositores como Chopin comenzaron a adaptar la esencia narrativa de la Balada, creando expresivas obras para piano que transmitían arcos dramáticos y profundidad emocional sin adherirse a una estructura poética estricta. Estas Baladas musicales adoptaron el espíritu narrativo de sus predecesoras literarias, permitiendo a los compositores explorar la narrativa a través de la melodía y el desarrollo temático.
La Balada instrumental del siglo XIX surgió como una forma musical distintiva que se apartó de las estructuras tradicionales de la Sonata y el Rondó. En lugar de seguir patrones tradicionales de recapitulación, la balada adopta un enfoque flexible y episódico. Compositores como Chopin frecuentemente centraban sus Baladas en torno a un tema principal, que se retoma y transforma a lo largo de la pieza. Esta fluidez estructural es fundamental para la naturaleza de la Balada, enfatizando sus orígenes en la narración de historias.
Una característica definitoria de la Balada es el uso de cambios armónicos y tonales para realzar su dramatismo y expresividad. Los compositores a menudo empleaban cambios de tonalidad inesperados y ambigüedades armónicas para crear contraste y tensión. Por ejemplo, la “Ballade No. 1” en sol menor de Chopin incorpora cambios de tonalidad que generan dramatismo y mantienen el ritmo de la narrativa musical.
Además, el ritmo y la melodía desempeñan un papel esencial en la configuración de los elementos narrativos de la Balada. Los motivos rítmicos y las frases melódicas recurrentes suelen variar en intensidad, tempo y carácter, lo que contribuye a una sensación de movimiento y evolución emocional dentro de la pieza. Este uso de elementos musicales recurrentes refleja las técnicas narrativas literarias, lo que permite a los compositores crear una forma dinámica y expresiva.
La Balada de esta época era variada. En Chopin, por ejemplo, el elemento común en todas sus baladas era el metro, comúnmente 6/8 tiempo. Las Baladas de Brahms a menudo se basaban en una forma de canción de tres partes.
En la literatura alemana de finales del siglo XVIII, el término Balada se utilizaba para describir la poesía narrativa de estilo folklórico (siguiendo a Johann Gottfried Herder), algunas de las cuales fueron musicalizadas por compositores como Johann Friedrich Reichardt, Carl Friedrich Zelter y Johann Rudolf Zumsteeg.
En el siglo XIX, Frédéric Chopin otorgó el título a cuatro importantes obras para piano de gran envergadura: las Baladas N.º 1 a 4, op. 23, 38, 47 y 52, la primera aplicación significativa del término a la música instrumental. Posteriormente, otros compositores utilizaron el título para obras para piano, entre ellos Johannes Brahms (la tercera de sus Klavierstücke, op. 118, y el conjunto de cuatro Baladas, op. 10), Edvard Grieg (Balada en forma de variaciones, op. 24, un conjunto de variaciones), Claude Debussy, Friedrich Baumfelder (por ejemplo, sus Dos Baladas, op. 47, y la Nº 2 de su op. 285), Franz Liszt (quien compuso dos) y Gabriel Fauré (op. 19, posteriormente arreglada para piano y orquesta).
También se han escrito Baladas
para otros instrumentos además del piano. Ejemplos del siglo XX incluyen las
tres Baladas
de Manolis
Kalomiris, las seis Baladas de Frank Martin (compuestas
para instrumentos como el violonchelo, la viola, la flauta y el saxofón) y la Balada
para arpa y cuerdas de Einojuhani Rautavaara. Henry
Cowell compuso una balada para orquesta de cuerdas.
La Balada también se ha utilizado en obras con múltiples instrumentos. Por ejemplo, Robert Schumann, compositor romántico y esposo de Clara Schumann, escribió un conjunto de dos canciones, Balladen, Op. 122 (1852-53), para piano y voz. Claude Debussy, compositor posterior, también escribió para piano y voz, como en sus “Trois ballades de François Villon”.
Se han publicado obras para piano y orquesta que también llevan el título de “Balada”. Entre ellas se incluyen la Balada de Fauré, Op. 19, escrita en 1881 junto con su versión para piano solo, la Balada para piano y orquesta de Charles Koechlin, Op. 50, concebida entre 1911 y 1919, y la Balada de Germaine Tailleferre, compuesta en 1920.
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