Sinhala Pop (Sri Lanka)

 


El Sinhala Pop, o la música popular de Sri Lanka cantada en idioma cingalés, es un género culturalmente complejo y fascinante cuya historia es una crónica directa de la identidad nacional, la modernización y la influencia global en la isla desde mediados del siglo XX.

Su desarrollo es una compleja narrativa de apropiación, resistencia y síntesis, donde las raíces locales se entrelazaron con las corrientes globales, un proceso que se aceleró tras la independencia de la isla.

El género representa la síntesis musical de tradiciones folklóricas autóctonas, la poderosa influencia de la música clásica india (tanto carnática como indostánica) y la penetración de estilos occidentales como el Pop, el Rock and Roll y los ritmos latinos.

Comprender el Sinhala Pop exige remontarse a su génesis en el período inmediatamente posterior a la independencia de Sri Lanka (entonces Ceilán) y seguir su evolución a través de varias décadas de agitación política y cambio social.

Antes de la emergencia del Sinhala Pop como un género claramente definido en la década de 1960, el paisaje musical cingalés estaba dominado por dos fuerzas principales. Por un lado, la música folklórica tradicional, conocida como Jana Gee, se mantenía viva en las comunidades rurales, con canciones laborales, rituales y cantos asociados a la agricultura. Por otro lado, la música popular de la época era esencialmente una adaptación directa de la música cinematográfica Hindi de la India, conocida como Lanka Gee o Sarala Gee.

Estos temas, si bien eran populares, carecían de una identidad srilankesa única. La radiodifusión, especialmente a través de la Radio Ceilán (hoy SLBC), jugaba un papel crucial, pero la mayor parte del repertorio emitido seguía modelos rítmicos y melódicos importados.

La inflexión más importante llegó con la figura de Sunil Santha, un músico educado en la India quien, a pesar de su breve carrera, abogó por una música cingalesa con una identidad melódica y lírica más pura y ligada a la tradición de la isla, sentando un precedente de búsqueda de autenticidad que sería fundamental para el futuro del género.

La verdadera explosión del Sinhala Pop moderno se atribuye unánimemente a la llegada de Clarence Wijewardena y la banda Golden Chimes a finales de los años 60. Este período marcó la ruptura definitiva con la estricta dependencia de la música de cine hindi. Wijewardena, a menudo considerado el “Padre del Pop Cingalés”, introdujo de manera sistemática la instrumentación y las estructuras del Pop y el Rock occidental, utilizando la guitarra eléctrica, el bajo y la batería como elementos centrales, reemplazando las tablas y las percusiones tradicionales como núcleo rítmico. algo revolucionario para la música cingalesa.

Su genialidad radicó en casar estas estructuras rítmicas modernas y sencillas (el formato verso-estribillo-verso) con letras poéticas y sencillas compuestas en cingalés, centradas en temas de amor, nostalgia y la vida cotidiana. Esta fusión creó un sonido fresco, juvenil y accesible que resonó inmediatamente con la creciente población urbana, liberando a la música popular de la seriedad formal del Sarala Gee. Este cambio no fue solo musical; fue una declaración de modernidad e independencia cultural. Esta fusión fue una revolución sonora y cultural, inyectando un sentimiento de juventud y modernidad a la música local.

El éxito de Golden Chimes fue seguido por otras bandas influyentes como The Moonstones y Super Golden Chimes, consolidando el sonido de la primera ola del Sinhala Pop, que era esencialmente un Pop melódico y animado.

La década de 1970 consolidó esta revolución. Mientras el Pop melódico seguía siendo dominante, una fuerza rítmica de origen criollo comenzó a ganar terreno y a mezclarse con el Pop: el Baila.

Este género, con sus orígenes en los ritmos y las canciones de los descendientes de los portugueses y los kaffir (africanos), se caracteriza por su ritmo frenético, a menudo en un compás de 6/8 o 4/4, impulsado por el toque del raban (tambor de marco).

Figuras como Wally Bastiansz y M. S. Fernando transformaron el Baila de un ritmo de carnaval a una forma bailable y pegadiza, y pronto, los artistas de Pop comenzaron a integrar el ritmo Baila en sus composiciones, dando lugar a un Pop bailable distintivo. El Baila se convirtió en el elemento local que inyectaba a la música Pop una identidad rítmica inconfundiblemente srilankesa. Esta década también vio a cantautores de gran calibre, como Victor Ratnayake, que aunque se inclinaban por baladas más serias, utilizaban orquestaciones modernas y técnicas de producción Pop.

La década de 1980, marcada por la guerra civil y las tensiones étnicas, vio un surgimiento de canciones con un matiz social y patriótico, aunque el Pop comercial continuó dominando la radio.

Las décadas de 1980 y 1990 fueron testigos de una nueva ola de tecnificación y globalización en el Sinhala Pop. La calidad de la producción musical se disparó, y la música comenzó a incorporar los sonidos sintetizados de los teclados, los drum machines y los efectos electrónicos comunes en la música de baile occidental.

El ascenso de artistas como Rookantha Gunathilake y Chandralekha Perera marcó la llegada del Power Pop y las baladas románticas grandilocuentes, con un gran énfasis en la voz y los arreglos orquestales. La influencia de la música Tamil y de las corrientes regionales de la India continuó, pero ahora se filtraba a través de la lente de la tecnología moderna de estudio.

Los conflictos internos en el país, especialmente durante este período, también propiciaron la aparición de un subgénero de canciones con matices sociales, patrióticos y nostálgicos, aunque estas coexistían con el Pop de consumo masivo, que seguía siendo el motor comercial del género.

Finalmente, el Sinhala Pop del nuevo milenio se ha caracterizado por la experimentación sin fronteras. Artistas como el dúo Bathiya and Santhush (BNS) llevaron el género a un nuevo nivel de profesionalismo y fusión, mezclando abiertamente el Hip-Hop, el R&B y el Dancehall con elementos folklóricos como el Baila y la instrumentación tradicional.

El uso de sampling y la producción digital se volvieron estándar.

BNS y otros artistas de su generación fueron cruciales para hacer que el Sinhala Pop fuera relevante para una audiencia joven expuesta a la música global a través de Internet, al tiempo que lo hacían atractivo para la diáspora srilankesa.

Esta fase se caracteriza por la sofisticación del video musical y la explotación de la música como un producto multimedia, lo que consolidó al Sinhala Pop como un vibrante género que constantemente negocia entre su rica herencia cultural y las implacables tendencias del mercado musical global.

La producción ha mejorado enormemente, y los videos musicales se han convertido en una parte crucial de la promoción. El género hoy abarca un vasto espectro, desde las baladas románticas acústicas de la vieja escuela hasta la música de baile electrónica fuertemente influenciada por Bollywood y los ritmos globales. A pesar de toda la evolución y la mezcla de influencias, el núcleo del Sinhala Pop sigue siendo su compromiso con la lengua cingalesa, sirviendo como un espejo sonoro de las esperanzas, los conflictos y la identidad vibrante de la nación insular.

 

 

 


























 

 





















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