Stadtpfeifer (Alemania)

 

 

El Stadtpfeifer (literalmente, “flautista de la ciudad”, aunque el término abarca a músicos de viento en general) fue una de las instituciones musicales más singulares y duraderas de la Alemania de la Edad Moderna y el Barroco. No era solo un músico; era un funcionario municipal, una figura central de la vida cívica y cultural, cuya presencia aseguraba la solemnidad, el entretenimiento y, a veces, la seguridad de la comunidad.

Su papel era tan crucial que su existencia definía la organización musical de las ciudades alemanas y creó un legado que incluso figuras como Johann Sebastian Bach utilizaron en su obra.

El puesto de Stadtpfeifer surgió en la Baja Edad Media, consolidándose firmemente durante el Renacimiento (siglos XV y XVI). A diferencia de los músicos de corte (empleados de la nobleza) o de los músicos de iglesia, los Stadtpfeifer eran empleados directos del Consejo de la Ciudad (Ratsmusik), lo que les otorgaba un estatus legal y social muy particular. Sus salarios se pagaban con fondos públicos, lo que garantizaba su sustento.

La clave de la institución del Stadtpfeifer era el monopolio musical. El Consejo de la Ciudad concedía a estos músicos el derecho exclusivo de tocar música en actos públicos, bodas, fiestas y ceremonias dentro de los muros de la ciudad. Este privilegio tenía una doble función:

Asegurar la Calidad: Garantizaba que la música cívica fuera interpretada por profesionales debidamente capacitados.

Proteger el Ingreso: Evitaba la competencia de músicos itinerantes o Bierfiedler (violinistas de cervecería), a quienes el Stadtpfeifer combatía ferozmente para proteger su mercado.

Este estatus de monopolio a menudo ponía al Stadtpfeifer en conflicto directo con los músicos de cuerda (los Kunstgeiger) que eran a menudo considerados subordinados o, peor aún, simples aficionados.

El Stadtpfeifer gozaba de un respeto considerable. Su posición no era solo musical, sino civil. Eran vistos como artesanos cualificados, a menudo viviendo en viviendas proporcionadas por la ciudad (como la propia torre del ayuntamiento) y siendo figuras reconocibles y estables en la vida urbana. El puesto ofrecía seguridad económica y un camino claro para la formación de aprendices, lo que lo convertía en un trabajo muy deseado.

Las responsabilidades de un Stadtpfeifer eran variadas y cubrían todas las facetas de la vida cívica.

El Servicio de Torre (Turmblasen o Abblasen): Este era el deber más visible y regular. El Stadtpfeifer, o un grupo de ellos, debía subir a la torre del ayuntamiento o de la iglesia y tocar música de viento a horas fijas, a menudo a las 10:00 a.m. y al atardecer.

Propósito: Servía para marcar el tiempo (una función esencial antes de los relojes personales), honrar a la ciudad y, después del fin de la Guerra de los Treinta Años (1648), para simbolizar la paz y la alegría. Johann Pezel, uno de los Stadtpfeifer más famosos, publicó colecciones de música para este propósito, como “Hora Decima” (1670).

Principalmente utilizaban instrumentos de viento-metal (trompetas, trombones, cornetas) por su volumen y capacidad para proyectar el sonido a larga distancia.

Originalmente, una parte de su deber incluía la vigilancia. Tocaban sus instrumentos para alertar a la población sobre peligros inminentes:

• Incendios: Un patrón rítmico específico y estridente.

• Aproximación de Enemigos: Una señal de alarma para convocar a la milicia.

• Llegada de Dignatarios: Una fanfarria de bienvenida.

El Stadtpfeifer era fundamental en la música sacra. Tocaban en las iglesias para misas, funerales y festivales religiosos, a menudo colaborando con el cantor y el organista. En este contexto, sus instrumentos de viento (cornetas y trombones) a menudo duplicaban las voces corales en la compleja polifonía sacra.

Eran los responsables de la música en casi todos los eventos públicos y privados:

• Bodas: Desde la procesión hasta el baile.

• Danzas y Fiestas de Cervecería: Interpretando música bailable (Tanzmusik).

• Instalación de Funcionarios: Ceremonias de investidura del Consejo de la Ciudad.

• Procesiones y Desfiles: Liderando las marchas con música de viento.

El puesto de Stadtpfeifer requería un nivel de habilidad extremadamente alto. Se esperaba que fueran maestros en una amplia gama de instrumentos, lo que a menudo era la mayor diferencia con otros músicos menos formales.

El acceso al puesto se lograba a través de un estricto sistema de aprendizaje, muy similar al de los gremios de artesanos. El aspirante pasaba años sirviendo como aprendiz (Lehrjunge) de un Stadtpfeifer establecido, lo que aseguraba que la tradición y el virtuosismo se transmitieran de generación en generación.

Un Stadtpfeifer debía dominar una vasta orquesta de instrumentos:

• Viento-Metal (para la Torre y Ceremonias): Trombones (Posaunen), Trompetas y Cornetas (Zinken).

• Viento-Madera (para la Iglesia y la Corte): Flautas dulces, flautas traversas y oboes.

• Cuerda (para la Danza y el Entretenimiento): Se esperaba que muchos tuvieran al menos una competencia básica en el violín (Kunstgeiger) o la viola.

Esta versatilidad es lo que los hacía indispensables. Eran efectivamente una banda de música multi-instrumental en una sola persona o un pequeño conjunto.

La institución del Stadtpfeifer floreció durante los períodos Renacentista y Barroco, pero comenzó a decaer notablemente hacia finales del siglo XVIII.

El auge de la Ópera y el concierto público a finales del Barroco y principios del Clasicismo cambió el enfoque musical. La música de viento, tan honrada en el siglo XVII, fue perdiendo prestigio frente a los conjuntos de cuerda y el violín. El público empezó a favorecer a solistas virtuosos y a las orquestas de cámara, que ofrecían un repertorio más sofisticado y emocional que la música funcional de viento de la torre.

La Ilustración y el declive del sistema de gremios socavaron el monopolio del Stadtpfeifer. La demanda de entretenimiento en los salones de baile, conciertos públicos y teatros creó un mercado para músicos independientes, lo que diluyó el poder económico y legal del puesto municipal.

A pesar de su declive, el legado del Stadtpfeifer es eterno gracias a figuras como Johann Sebastian Bach. Cuando Bach fue Cantor en Leipzig, su trabajo y el de los Stadtpfeifer estaban intrínsecamente ligados. Bach componía su música sacra para ser interpretada, en gran parte, por los Stadtpfeifer y sus aprendices, quienes a menudo tocaban los complejos pasajes instrumentales en sus Cantatas. El respeto de Bach por sus habilidades es un testimonio de la alta calidad musical que esta institución mantenía incluso en su fase final.

La figura del Stadtpfeifer desapareció en gran medida en el siglo XIX, pero su historia es un recordatorio de cómo la música se integró en la estructura misma de la vida urbana, cumpliendo funciones que hoy se dividen entre servicios de emergencia, cronometradores y orquestas profesionales.

 

 

Fuentes:

 

• Abelcentral.blogspot.com

• Honest-broker.com

• Alltagimmittelalter.gnm.de

 



 

























































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