Candomblé (Brasil)
El Candomblé es una religión afrobrasileña desarrollada en tierras brasileñas. Los seguidores de esta religión veneran a los orixás –deidades- y se consideran vinculados a objetos, plantas y animales ancestrales. Es una religión creada sobre una base que puede llamarse el alma de la naturaleza, y por tanto puede considerarse una religión animista. Actualmente, al menos tres millones de brasileños afirman ser practicantes de este culto. Salvador es el principal centro de esta práctica, con aproximadamente 2.230 terreiros registrados oficialmente por la Federación Bahiana de Cultos Afrobrasileños. Los Orixás, fiestas y cultos del Candomblé son considerados hoy patrimonio cultural brasileño y parte esencial del folklore.
La gente a menudo confunde la religión Candomblé con la Umbanda, son diferentes, aunque tienen algunas características en común. En el Candomblé no ocurre la incorporación de espíritus, sólo se incorporan los orixás (deidades naturales), mientras que la Umbanda se caracteriza por la incorporación de espíritus encarnados o desencarnados. Estas dos religiones pueden ser practicadas por el mismo individuo, sin embargo, en días, horas y lugares diferentes.
En realidad, el Candomblé es una serie de cultos y rituales originarios de diferentes regiones de África que confluyeron en América como algo único, fruto del aislamiento provocado por el proceso de esclavitud. Las influencias del Candomblé en Brasil, sin embargo, van más allá del ámbito religioso y social, alcanzando una de las tradiciones culturales brasileñas más fuertes: la música.
La música en el Candomblé puede apreciarse como un medio de relación con las deidades. Siendo considerado un lenguaje privilegiado en el diálogo de los Orixás, en el que el toque puede ser entendido como un llamado o una oración. No es entretenimiento ni expresión estética, sino un fenómeno que vincula al músico (llamado Ogã) con el mundo trascendente.
La danza juega un papel fundamental en la religión del Candomblé, ya que es una religión rica musical y culturalmente, y es a través de la danza que el pueblo del santo rinde culto y homenaje a sus orixás.
En el Candomblé, los bailes se estructuran a partir de coreografías interpretadas en el xirê o incluso en incorporaciones. Se puede observar que los movimientos realizados están relacionados con la letra de las canciones y las características de los orixás, los cambios en la coreografía se realizan cuando se comienza a cantar otra canción.
Los diseños característicos de esta danza están relacionados con el círculo, la antigua rueda sagrada, que se puede encontrar en danzas de diferentes culturas. Los miembros giran alrededor de un centro y alrededor de sí mismos, realizando así movimientos de rotación y traslación. Lo interesante es que son círculos que giran en sentido antihorario, acercando así la idea entre lo sagrado y lo profano y simbolizando el retorno al origen.
La forma del círculo tiene gran importancia en África, simbolizando a la Gran Madre, que dentro de sí contiene tanto los elementos masculinos como los femeninos. Es por eso que las coreografías referentes a las deidades del Agua: Oxum y Iemanjá tienen un movimiento circular.
La espiral es el símbolo de la comunicación. Así, cuando el orixá posee el cuerpo de la hija del santo, se produce la comunicación entre el hombre y la divinidad. A medida que el cuerpo gira sobre sí mismo, la energía del orixá penetra en el cuerpo. No es casualidad que Exu, la deidad de la comunicación, gire en torno a sí mismo de esta manera. La espiral expresa la evolución desde un centro; simboliza la vida, porque indica el movimiento en una unidad de orden o, por el contrario, la permanencia del ser en la movilidad.
En esta religión, la espiral puede representar la búsqueda del propio espíritu, que, desde un punto fijo, alcanza, mediante giros, el mundo de lo sagrado. En el Candomblé, la espiral está vinculada a Exu (el orixá que expresa la dinámica de la vida, el movimiento interno en la creación y expansión del mundo).
Los ritmos del Candomblé son aquellos utilizados para acompañar las danzas y cantos de los Orixás, en un contexto ritual, folklórico o artístico.
Existen alrededor de 28 ritmos entre las Naciones (nombre que hace referencia al origen tribal y al conjunto de sus rituales) de Keto, Jeje y Angola.
Se interpretan utilizando cuatro instrumentos: el Gã (campana), el Lé (tambor agudo), el Rumpi (tambor medio) y el Rum (tambor grave encargado de realizar las variaciones).
Los ritmos de la Nación Angola se tocan con las manos, mientras que los de Keto y Jeje se tocan utilizando baquetas llamadas Aquidavis.
También se utilizan otros instrumentos que, aunque no forman parte de la “orquesta”, tienen funciones específicas, como la Adjá, una campana de entre una y siete bocas, cuya función principal es provocar un trance al ser agitada sobre las cabezas de quienes reciben al santo.
Los músicos del Candomblé se llaman Ogâ, el músico más experimentado, llamado Ogã Alabê, toca el Run, el tambor más grande, que es el tambor solista que comanda todo el grupo musical; y dos Ogãs más, que tocan el rumpi y lé, dos tambores más pequeños.
A diferencia de lo que se tiene en la cultura occidental, donde los sonidos graves no son lo más destacado, en el Candomblé el bajo adquiere el papel protagonista. Las frases interpretadas por Run (tambor solo) no son improvisaciones, sino que están en armonía con los movimientos de los Orixá que dan la bienvenida a la gente. Así, con sus ritmos característicos, cada Orixá expresa sus particularidades tanto en el lenguaje musical como en los gestos.
Respetada en los cuatro rincones del mundo, la música brasileña recibió fuertes vibraciones, directas e indirectas, del Candomblé, que influyó desde los grupos musicales contemporáneos hasta las manifestaciones culturales tradicionales que combinan música y danza. En Recife, por ejemplo, la mayoría de los que participan en grupos musicales como Maracatu y Cavalo Marinho, estilos afrobrasileños, practican el Candomblé. Lo mismo ocurre con los integrantes de los grupos Jongo, Folia de Rei, Bumba Meu Boi, ritmos africanos que no están directamente relacionados con el Candomblé, pero que, por la presencia de esta gente en los terreiros, acaban mezclándose a través de fraseos e interpretaciones.
También se tiene una herencia directa en música presente en la Samba de Roda de Bahía y Río de Janeiro. Otro ritmo fundamental de la música hecha en Brasil es el Afoxé, un producto 100% nacional, que unió a terreiros de diferentes etnias, como Ketu, Angola y Jeje, y que fue incorporado a la MPB por compositores como Gilberto Gil, Caetano Veloso y João Donato
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