Pioneras del Metal Argentino
El domingo 8 de julio de 1990 se llevó a cabo la elección de la “Diosa del Metal”, en Halley, el boliche donde habitaba el Hard Rock y Metal de aquellos años, en Avenida Corrientes 2052. Pero la convocatoria no estaba dirigida a la enorme cantidad de cantantes e instrumentistas mujeres que venían tocando Heavy Metal desde la década anterior, y más aún lo harán en esta década de los noventa, sino, tal como decían los avisos publicitarios que invitaban a inscribirse, a “las mejores bellezas argentinas”.
Así retrataba el
evento la revista Pelo: “En una concurrida velada post-festejos del Mundial de
Fútbol, el pasado 8 de julio se coronó en la discoteca Halley a la Diosa del
Metal 1990 (…). Analía, una rubia de veintiún años, fue elegida Diosa del Metal
entre veintiséis finalistas, que fueron preseleccionadas entre casi cien
inscriptas al concurso. La Semidiosa resultó ser Mabel, de diecisiete años. Ambas
ganadoras se hicieron acreedoras a importantes premios, como dinero en
efectivo, indumentaria, y atenciones en Longueras”. Cuando aún no habían
comenzado los años 80, una joven de 18 años llamada Leonor Marchesi se
presentó en el Festival O.M.A. y se llevó el premio a la mejor cantante solista
y una guitarra Yamaha de la que no se separó hasta el día de hoy: juntas
recorrieron pubs, teatros y festivales de Capital y Gran Buenos Aires, hasta
que formó Marchesi Band, la agrupación de Rock pesado que más tarde
sería la legendaria banda Púrpura, con quienes grabó dos
álbumes, uno en 1983 y otro 1984. Pero fue en 1982, que aquel largo camino de
pubs desembocaba en su primera y multitudinaria gran actuación: Púrpura
se subía al escenario del Festival B.A. Rock, junto a otras
artistas mujeres, que por primera vez eran incluidas en este festival, como Anahí
Greco, y otra pionera del Rock Pesado: Patricia Sosa. La
cantante venía de dar su primer giro, pasando del Pop, Rock y Soul
de su banda Normandy Soul, al Hard Rock que proponía La
Torre. Con esa banda, habían grabado su primer álbum homónimo y
debutado en septiembre de ese año, a sólo dos meses de presentarse en el
festival B.A. Rock IV. Antes de terminarse, el año 1982 les deparaba un
último galardón: resultan los ganadores del rubro “Grupo Revelación” de la
encuesta anual de la Revista Pelo. Desde que arrancaron, no pararon: La
Torre grabó seis álbumes en siete años. Con el último disco de estudio
de La
Torre “En Movimiento” (1988), vivirán una gira internacional diferente
a todas sus experiencias previas. A su regreso, la banda recorrió el país en lo
que sería la antesala del final de La Torre y de un nuevo cambio de
estilo para Patricia; cuando llegó 1989, se produjo la disolución de la
banda y al nacimiento de la solista.
Leonor y Patricia no estaban solas
abriendo caminos en el Metal argentino: Rosana
Goudard, la primera cantante de Super Ratón, una de las bandas de Metal
con más años en actividad de la Argentina, también lo estaba haciendo, desde todos
los escenarios del circuito under. De la zona oeste del gran Buenos Aires
surgió otra gran vocalista del Heavy Metal argentino: Mónica
Rodríguez. Desde 1981 hasta 1984, Mónica fue la cantante de la banda Alud.
En 1986, nació Maratón, la agrupación donde Mónica recalaría por los próximos
cinco años y donde haría sus primeras experiencias como compositora. Mónica se
despide de los ochenta, formando una banda, esta vez, integrada únicamente por
mujeres: Sauvage. Paola Braña en guitarra, Adriana
Ficca en teclados, Marcela Zaldarriaga (y más tarde María
Colantoni) en bajo, Silvia Sales, (y luego Carolina
Flechner) en batería. Otra de las primeras mujeres de la escena del
incipiente Metal argentino, fue Mabel Díaz, bajista de la banda Thor.
Fan de Black Sabbath, Led Zeppelin, Judas Priest, Iron
Maiden, fue ella la que llevó a Thor por el camino del Metal
con sus influencias. Se la puede escuchar en el compilado “Aleación”, editado a
fines de 1984, junto a las agrupaciones Bloke, Riff y V8,
que tenía dos canciones de Thor: “Emisario de Satán” y “El
pacto”; este último título fue también el del álbum que la banda había
grabado el mismo año y que se editó a comienzos de 1985 y se reeditó en 2014 en
CD y vinilo. En la segunda mitad de la década, otra voz irrumpía en la escena
del Metal:
Ana
Davis y su banda llamada Barracuda, en honor al tema de la
banda Heart, de la que Ana era fanática. Con la nueva década, Ana se
ponía al servicio de un nuevo proyecto musical, la banda Paysana, que ganó un concurso
de bandas cuyo premio era grabar un álbum con el sello multinacional EMI, y así
fue que grabaron tres canciones “No puedo parar”, “Sucio
ruido” y “Creo en vos” en un disco que se llamó “Lo mejor del under”. Para
terminar de trazar el mapa de las pioneras del Rock pesado local de los
años ochenta, hay que hablar de la que es considerada como la primera banda
metalera formada íntegramente por mujeres: Las Brujas. Graciela Folgueras, voz,
guitarrista y fundadora de la banda, recuerda que miraba por cable un programa
de música de la RAI donde pasaban videos de bandas extranjeras: Judas
Priest, Iron Maiden, Saxon, AC/DC, Black
Sabbath, Scorpions y otras bandas que le encantaban y fueron para ella
una influencia musical. Hasta que, un día, pasaron un video de The
Bangles, una banda de Pop Rock de chicas. De allí empezó a
surgir el deseo de hacer una banda de Heavy Metal integrada únicamente por
mujeres.
Solían tocar en lugares como Cemento (donde debutaron), Halley, o
Rockódromo, donde sonaba su amplio repertorio de canciones propias. Una de
ellas, “Me llaman la loca”, resultó la Canción del Año por mayoría de
votos en la revista Metal. Y Las Brujas fueron elegidas como
Banda Revelación del año. La canción le dio nombre al disco de Las
Brujas, editado por Barca con producción artística y arreglos de Graciela
Folgueras. Los años noventa traerían a los escenarios metaleros una
enorme cantidad de cantantes, instrumentistas, y compositoras, que siguieron
abriendo horizontes en el masculinizado ámbito del Metal argentino. En
efecto, a principio de aquella década, irrumpieron varias bandas con mujeres al
frente: Kerigma, con Teresa Gerbasi en voz, una pastora
evangélica que tocaba con sus dos hijos; y Boanerges, con Gabriela Sepúlveda en
voz; dos bandas que combinaban su mensaje religioso con la potencia del Metal.
También, del Hard Rock, la marplatense Neven-k y la rosarina Patricia
Lloret, cantante de Hertz. Un poco más tarde, en la
banda Punisher, pudo escucharse la voz todopoderosa de Andrea
Eberón. Otro grupo de esos años, integrado en su totalidad por mujeres,
fue Sarkástica,
una banda de Thrashcore Metal fundada por las hermanas Blanco, Marisol
en batería y Marisa en guitarra, que contaba en su formación con la bajista Samara
Abuin y Elsa González en la voz, y luego ocuparía ese lugar Brenda
Cuesta, a la vez que sumaría su guitarra. A las ya mencionadas se
pueden agregar más músicas, como la vocalista Vivian Black, con un
estilo catalogado como “Horror Metal”; Verónica Carracedo, de la
banda Kronos, a Laura Balzer, del grupo Habeas
Corpus, a Sonia Macchiavello, de Leyenda. Y definitivamente, la
escena del Metal de los noventa tuvo un antes y un después en la guitarra
de Carina
Alfie. Carina Alfie había cursado cinco años en el Conservatorio para
estudiar guitarra. “Escuché a Steve Vai y dije: yo quiero sonar así”,
recuerda. Unos años después, tocaba con
él como invitada en sus shows del Gran Rex, y comenzaba una relación artística,
y de amistad, con uno de los mejores guitarristas del mundo. Antes de esto,
también tuvo sus bandas formadas íntegramente por mujeres: Rouge Band, Paysana;
luego Lunatycas, y también se agrupó con la ya mencionada Mónica
Rodríguez, en la banda Anya. En fin, las verdaderas “diosas
del metal” no habían sido convocadas al concurso de bellezas argentinas de
Halley. Habían sido convocadas por la historia, para quedar en ella, abrir
caminos, hacer música, alzar las manos con cuernos, y sus voces, que siguen y
seguirán sonando junto a las nuevas generaciones.
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