Personajes - Luis Landriscina

 

 

La tradición oral argentina sigue siendo rica en voces, registros, recursos. La globalización ha afectado negativamente, como en todas partes, sus modos de transmisión y pervivencia, y ha hecho que en las últimas décadas menguara de manera importante su caudal y su variedad; no obstante, la riqueza de la tradición oral del país sigue siendo relevante.

El buen narrador sigue siendo un personaje carismático y reconocido, tanto en los ámbitos rurales como en los urbanos, en la vida de la familia o entre el grupo de allegados, e incluso en los entornos profesionales. Me voy a centrar en una figura destacadísima dentro de esta categoría: Luigi Landriscina (conocido por su nombre artístico de Luis Landriscina) nació en 1935 cerca de Colonia Baranda, en el sudeste de la provincia del Chaco, en el seno de una familia procedente de Italia. Luis fue el séptimo de ocho hijos; su madre falleció al dar a luz a su octavo hermano. Fue criado por sus padrinos Margarita Martínez y Santiago Rodríguez, emigrantes españoles, de la provincia de León. Landriscina vivió inmerso en el mundo campesino durante su infancia y adolescencia. Pero se considera a sí mismo como un “casi gringo”, porque nació de una familia de inmigrantes italianos y fue criado por una familia de inmigrantes españoles. Su amor por su Chaco natal se asentó sobre esa experiencia temprana de unas raíces autóctonas muy profundas, pero también de los otros lenguajes e identidades que le venían de familia. Eligió ser un valedor de esas tradiciones sumadas, híbridas, y convertirse en vocero de las diferencias y variedades de las comunidades argentinas. Su voz camaleónica, capaz de asumir tonos y acentos argentinos diferentes, pero siempre enraizados en el mundo campesino o tradicional, tiene mucho que ver con ese mestizaje que le viene de nacimiento o de crianza. Landriscina es capaz de contar sus relatos fingiendo acentos y asumiendo identidades de unas cuantas regiones del país. Y no solo eso: tiene también la habilidad de meterse en la piel, en el idioma y en la idiosincrasia de los “gallegos”, de los italianos, o de los “turcos”. Landriscina se casó en 1963 con Guadalupe Manceló y al año siguiente, en 1964, ganó el premio Revelación como cuentista y recitador en Cosquín. Después de recibir el espaldarazo de aquel premio, durante los siguientes años Landriscina hizo presentaciones en locales provinciales como “La tribuna de los Farías Gómez” y “La Peña de Fanny”. En 1967 se mudó con su familia a Buenos Aires, y al poco tiempo se convirtió en personaje reconocido gracias a sus apariciones frecuentes en la radio y la televisión nacional. Contó en varias entrevistas muy posteriores que recién en 1969 fue cuando empezó a “comer seguido” de su trabajo; antes no siempre había tenido aquella suerte.
Por aquel entonces firmó su primer contrato discográfico; aparecía además en “Sábados continuados” entre otros programas muy conocidos en la televisión argentina, y en el programa de radio “Mano a mano con el país” tenía colaboraciones permanentes. En 1970 se presentó en unos ciento treinta festivales a lo largo y ancho del país. En 1977 tuvo su propio espectáculo en el Teatro Coliseo: “El mundo de Landriscina”. A medida que ganaba fama concurría a menos festivales en vivo y participaba en más programas para la radio y la televisión. En la base de datos cinematográficos IMBD, Luis Landriscina aparece como actor en algunas películas y series como: “Joven, viuda y estanciera” (1970), “La gran ruta” (1971), “Historias de Nosédónde”, 3 episodios (1971 serie de televisión), “¿De quién son las mujeres?” (1972), “El casamiento del Laucha” (1977), “Millonarios a la fuerza” (1979), “La estación de Landriscina”, (1992 serie de televisión), “Sapucay, mi pueblo” (1997), y “Almacén de campo”, 3 episodios (2002 serie de televisión). Hay mucho más, pero estas citadas están disponibles para el público interesado. En los últimos años sus nietos han puesto algunos de sus registros visuales y de audio en las redes sociales: YouTube, Facebook, Instagram. Su canal se llama: Luis Landriscina Oficial. De ese modo, muy anciano ya, continúa llegando a un público fiel y de siempre, y al mismo tiempo que llega a un público nuevo, más joven. Están disponibles en internet, además, muchas entrevistas y la mayoría de las películas y series en las que actuó. Esto le permite extenderse más allá de su influencia sincrónica, y continuar contando diacrónicamente cuentos tradicionales y otros propios, creados o mejorados en sus versiones. Hay que resaltar la importancia que en el recorrido vital y profesional de Landriscina y en la memoria común de la Argentina tuvieron sus discos y cintas de casete, que publicó por lo general en Philips y Polygram. En esos registros se pueden apreciar las características de sus actuaciones en vivo, porque se le escucha interactuar con el público y recibir aplausos espontáneos. Aunque hay que advertir que muchos de esos discos no fueron resultados de tomas en vivo, sino de simulación de las condiciones del teatro en el estudio de grabación.
Entre sus títulos más se encuentran: “Mateando con Landriscina”, “Landriscina por Landriscina”, “El humor de mi país”, “Contata criolla” (1973), “Luis Landriscina actúa para usted” (1974), “Del Chaco a América del Norte” (1975), “Mano a mano con el país” (1981), “Lo que sobra no se tira” (1987), “Landriscina: es mundial” (1990), “Contador público nacional” (1992), “Venga y le cuento” (1995), “Campeón del humor” (1996) y “El chiste no es cuento” (2003). Hay mucho más, y siguen apareciendo nuevas recopilaciones. Además de su labor como contador y recitador, actor de cine y radio, Landriscina escribió libros de poesía y de narrativa. En poesía se destacan: “Con gusto a Chaco” (1967) y “Mis versos” (1972), el primero era un cuadernillo rústico y el segundo fue una edición del autor. Lo importante es que allí aparecen los personajes a los que va a dedicar una gran parte de su esfuerzo artístico. Ahí están los personajes y las historias del Chaco, los casos “sucedidos” a él o a sus conocidos, pero tienen tonos realistas y dramáticos. De aquella época juvenil es su poema “Casi gringo”, que presentó en Cosquín en su primera aparición y que ha seguido recitando a lo largo de su carrera.
Landriscina asegura que le duele y le conmueve recitarlo, porque contiene una evocación de la muerte de su madre, es una autobiografía en verso. Es notable que muchos de sus poemas estén impregnados de realismo social, incluso de drama o de tragedia en las historias de vida que cuenta, porque el resto de la producción de Landriscina se ha orientado decididamente hacia lo cómico. Hay otro grupo de libros que llevan la firma de Landriscina y que son transcripciones más o menos fieles de sus cuentos escénicos. Destacan “Aquí me pongo a contar: los mejores cuentos de Luis Landriscina” (1996), “De todo como en galpón: cuentos, versos, dichos, anécdotas y algo más” (1994), “Cuentos para que se rían los chicos” (1996), “Querido Luis: lo mejor de Luis Landriscina” (1999), “Don Luis Landriscina y su querida Argentina” (2001). Ha escrito además libros en colaboración, como “El milagro de la vida” (2012), firmado con René Favaloro y Mamerto Menapace, y “Los valores con humor” (1998), en colaboración con el mismo Menapace. E incluso algún artículo sobre los “Alcances terapéuticos del humor” (Landriscina, 1995). Toda su producción escrita está impregnada de inteligencia, de saber y de ética: es decir, de las mismas virtudes que afloran cuando presenta los mismos relatos de viva voz. Es muy sintomático que el personaje de ficción que durante varias décadas estuvo interpretando Landriscina, casi a diario, primero en Radio Rivadavia y más tarde en Radio Nacional, el que más fama en todo el país le dio, se llamase precisamente don Verídico; y que en él manifestase la encarnación de un gaucho locuaz, ocurrente, fantasioso, exagerado. Todos los que conocen el arte de Landriscina saben que los equívocos y los juegos con la verdad y con la mentira son el eje de su poética y de su filosofía. Un nombre como Don Verídico es, por eso, toda una (irónica) declaración de intenciones, una poderosa y paradójica tarjeta de presentación. Es necesario recordar que el personaje de Don Verídico fue interpretado por varios actores, pero el creador es un autor uruguayo: Julio Cesar Castro: Juceca. Landriscina es el más famoso de los interpretes del personaje. Cabe insistir en que lo que hizo Landriscina en Argentina no fue sino acomodarse a un patrón de arte verbal e histriónico internacional (y de antecedentes muy viejos y prestigiosos) que se basa en la representación del pueblerino medio ingenuo y medio ingenioso, con un estilo de hablar muy característico, más o menos risible, y dotado de una ideología y de una cosmovisión a un tiempo rudimentarios, tiernos, tolerantes, generosos. Este triunfo verbal del hombre de campo sobre el de ciudad sirve para la identificación de grandes grupos cuyos hijos y nietos saben más sobre los “manga” japoneses que sobre las costumbres y tradiciones de su entorno local.

 

 

Fuente:

 

• Revistaselectronicas.ujaen.es

 


 




































 























0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...