Sitarakuy (Perú)

 

 

La selva peruana es rica en follajes y manifestaciones folklóricas. Los mitos, leyendas, cuentos, música y danzas perviven y se desarrollan por acción natural y por la presencia dinámica del hombre. No es lo exótico lo que caracteriza a la selva peruana, sino un misterio y magia, su fuerza humana trasformando cada vez más a la naturaleza para ponerla a su servicio.

Y en este accionar no están ausentes los elementos espirituales que le dan mayor afirmación y persistencia socio-cultural, tales como las expresiones danzarinas. Las danzas no aparecen desvinculadas de su realidad o entorno respectivo. Antes bien, son fieles testimonios que reflejan las características fundamentales del medio donde surge. Así cuando un pueblo baila con gestos similares a los del vuelo del cóndor, significa que está expresando un elemento (cóndor) de su fauna. Y cundo danzan “imitando” las “sisikunas” u hormigas, igualmente están creando y recreando una coreografía recurriendo a los elementos de su propio hábitat. Pero los pueblos que danzan con gestos y movimientos de las aves y animales no solo los imitan sino fundamentalmente aprenden de las sus respuestas positivas al determinismo geográfico y, partiendo de ese aprendizaje, se lanzan a la realización de proyectos más trascendentales, pues seguramente observando y ejecutando el vuelo de las aves el hombre ha llegado hoy a volar hasta la superficie de la luna, he ahí uno de los valores objetivos de arte de la danza. Y el Sitarakuy; precisamente, se origina en la presencia de la hormiga que, de repente, pica como avisando o recordando al hombre que está viviendo en un clima y en una realidad determinada y no en otro. Lo efectúan los hombres y mujeres, como una expresión de alegría, en los pueblos de Pucallpa y sus aledaños.
El nombre de esta danza mestiza regional proviene del quechua y significa “hormiga que muerde”. Existen dos clases de hormigas que se diferencian por los colores; las amarillentas y las negras tienen poderosas mandíbulas que al morder se prenden de las personas. Cuenta que cuando corren o aceleran su caminar, es que va a llover ya sea en pleno sol o cuando oscurece. El atuendo usual del habitante nativo es sencillo, elegante y ceremonial, parece que al ponerse su indumentaria estuviera estableciendo un contacto ritual con la naturaleza viva. Una chusma o traje “costal”, unas veces llano y sin adorno, otras, tejido o teñido con figuras geométricas, constituye la armonía más solemne de la sencillez y la elegancia. Y al añadirse a ese vestido cotidiano elementos ornamentales como la chakira de colores vistosos y figuras geométrica, los collares y aretes de semillas y dientes de animales, las chakiras anchas que cruzan el pecho, y la montera de paja con tornasoladas, plumas de papagayo, el conjunto constituye una vestimenta de fiesta digna no sólo para la danza del Sitarakuy, sino para representar, en un concepto, el vestuario del nativo auténtico de la selva. Los instrumentos musicales de esta danza no difieren de los usados en el ámbito nativo de la selva. La melodía acusa alguna similitud con las notas del Changanakuy y la Pandilla. Sin embargo, la sucesión rítmica y el compás de los sonidos configuran un acento melódico diferente y propio. El ritmo se desenvuelve con movimientos ágiles y traviesos, infundiendo una atmósfera de alegría contagiosa y emotiva.
Una frase tonal surge con fuerza y se hunde en espacio de ecos; brota otra, sutil ya penetrante como hincando la piel del silencio; salta otra de improviso, pica la sensibilidad y conmueve, agita las notas elevándolas a un nivel armónico y equilibrio musical. El Sitarakuy es una danza de movimientos alegres y traviesos. Los participantes danzan al son de lo que llaman “pasos de escape”. Suelen simular los movimientos y la figura de la hormiga que pica sorpresivamente los pies descalzos de los que bailan. Dentro de una coreografía más actualizada, los danzantes se dan pellizcones. La mujer lanza gritos que quiere decir que está siendo mordida por las hormigas. El hombre representa a la hormiga que muerde a través de los pellizcos, dando vueltas muy alegres, la mujer demuestra que está sacándose las hormigas, se cae al suelo; se limpia las piernas, el cuerpo, los brazos y la cabeza, se sacude; movimientos van y vienen; mueve las caderas muy coquetamente, levantando parte del vestido hasta, la cintura, los hombres danzan con los brazos cruzados hacia atrás. Los saltos y gestos son rítmicos y cadenciosos, confiriendo nivel estético a la expresión dancística. El hombre puede bailar con una o dos parejas entrelazadas por el brazo. Cuando la música aumenta su ritmo es cuando empiezan los pellizcos dados por cualquiera de los danzantes y en cualquier parte del cuerpo, a los que el danzante tiene que tratar de esquivar. A través de esta danza, expresan un motivo burlesco, alegre y festivo propio especialmente del espíritu del poblador pucallpino que, antes de imitar a los vecinos brasileros, prefieren digna, elegante y graciosamente simular la picardía de sus hormigas. Es una muestra dancística que surge y desarrolla con elementos de su propia realidad natural y espiritual.

 

 

Fuentes:

 

• Issuu.com

• Enperu.org

 


 















 
















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