Fidjeri (Baréin - Kuwait - Catar)
Antes del descubrimiento de las enormes reservas de petróleo en los años 30, el modo de vida en los países del Golfo Pérsico difería significativamente del actual. La abrumadora mayoría de la población masculina de los modernos Bahréin, Qatar, Kuwait y los territorios adyacentes se dedicaba a oficios directamente relacionados con el mar: eran pescadores, constructores navales, marineros y buceadores de perlas.
Esta última industria, ya bastante exótica si
se la compara con los estándares actuales, era entonces la más rentable,
especialmente para los capitanes de barcos y los comerciantes que revendían
perlas a otros países. Sin embargo, para los buceadores comunes, entre los que
había muchos esclavos del este de África, esta ocupación también se consideraba
noble, aunque muy difícil y peligrosa. Las expediciones de caza de perlas
podían durar hasta cuatro o cinco meses y muchos buzos padecían desnutrición,
anemia, escorbuto, tracoma y algunos morían por ataques de peces espada y
tiburones, o simplemente por ahogamiento. “Todos somos, desde el más alto hasta
el más bajo, esclavos de un amo: la perla”: estos son las conocidas palabras
del primer líder de los qataríes, Mohammed bin Thani. No es de extrañar que
hayan surgido numerosas prácticas musicales y vocales en torno a una ocupación
tan concreta, y a la vez masiva. En conjunto, se les conoce comúnmente como Fidjeri,
o Fijiri,
pero también se incluyen en la categoría más amplia de Fann al-Baḥri (artes
marítimas). Al igual que la profesión asociada a esta tradición musical, el Fidjeri
se consideraba un arte inaccesible y peligroso para la gente corriente. Esta
imagen se ha desarrollado debido al hecho de que a la tradición se le atribuyen
orígenes sobrenaturales. De acuerdo a una versión de la leyenda, durante un
largo viaje, tres vagabundos de Dilmún (nombre dado a los antiguos enclaves
comerciales situados en las islas de Bahréin en el golfo Pérsico) terminaron en
una misteriosa mezquita, donde se encontraron con antiguos demonios: los Djinns.
Estas criaturas, que aparecían en forma mitad humanos, mitad burros, enseñaban
las canciones a los viajeros, sin embargo, les prohibían hablar de lo que les
había sucedido bajo pena de muerte. Y sólo cuando ya era anciano, en su lecho
de muerte, uno de los viajeros reveló el secreto a sus amigos y familiares y les
transmitió el conocimiento del Fijderi. La mayoría de las canciones
fueron cantadas por miembros de las tripulaciones de los barcos en reuniones
semanales entre viajes. Las reuniones tenían lugar en un edificio especial
llamado “dar”, que en ocasiones era la casa del capitán. A esta reunión podían
asistir hasta cuarenta hombres, donde bebían café y té, fumaban, recordaban las
dificultades de navegar y bailaban hasta la oración del amanecer, el “fajr”,
que, según una versión, dio nombre al género. Además, hay distintos tipos de
canciones conocidas como “Ahazij” o “Nihma” que se
interpretaban como acompañamiento de ciertos tipos de trabajo en los barcos. El
“Meydaf”,
por ejemplo, se cantaba mientras se remaba, “Basseh” y “Qaylami”
-cuando se realizaba un viaje grande o pequeño, respectivamente, y “Khrab”
-cuando se tiraba de la cuerda mientras se levaba el ancla. En todas las
canciones, la forma de trabajo influyó directamente en su composición musical. Muchos
Fidjeri
presentan una estructura denominada “llamada y respuesta”, que es común en
muchas canciones de trabajadores en todo el mundo. Para realizar la parte
central, el capitán del barco (nawakhthah) contrataba a un solista llamado “nahhām”.
Esta persona era la única que, durante el viaje, no realizaba ningún otro
trabajo excepto cantar, manteniendo el ánimo de los marineros. Los Nahhām cantaban
versos poéticos con una melodía muy detallada en un registro alto. Un coro de
marineros respondía al solista, reaccionando a sus frases con gritos extasiados
y entusiastas con sus voces formando un patrón melódico varias octavas más
abajo. Este efecto inusual, que no se encuentra en ningún otro género de música
árabe, aparentemente imitaba el sonido del mar que los buzos podían escuchar al
sumergirse hasta el fondo. Las letras del Fidjeri describen la dura vida de
los buceadores, los peligros que les esperan en el viaje y en el fondo del mar,
y la alegría de reunirse con sus familias. En los textos suelen tocar temas
místicos. Los llamamientos a Dios contrastan con imágenes del sufrimiento
terrenal: referencias a las heridas, al destino y al poder abrumador del mar. Los
arreglos musicales del Fidjeri se realizan sin instrumentos
melódicos y el canto se acompañaba principalmente de palmas. En las reuniones
musicales en dar también se utilizan varios instrumentos de percusión. Entre
ellos se encuentran dos tipos de tambores cilíndricos de dos cabezas (tabl y
mirwās), un tambor de armazón de una sola cabeza (tar), un plato pequeño (tus)
y vasijas de barro para agua (djahlah). La música se complementa con
movimientos corporales lentos que no se encuentran en ninguna otra danza árabe.
Las manos de los bailarines se levantan hacia arriba y hacia abajo, tocando y
masajeando el cuerpo, lo que simboliza la curación. La danza lenta se ve
interrumpida por saltos repentinos que indican la rápida inmersión de los
buceadores en el agua. Con el auge de la tecnología de perlas cultivadas en
Japón y después del descubrimiento de petróleo en el Golfo, la cultura de la
caza de perlas comenzó a desvanecerse. Ya a finales de los años 1960, cuando el
etnomusicólogo británico David Fanshawe llegó a Bahréin con
la esperanza de escuchar y grabar las canciones de los buzos; sólo había cuatro
barcos todavía dedicados a este tipo de pesca. Para grabar una canción ritual
que acompaña al izado del ancla, tuvo que recurrir a trucos especiales: los
marineros que había logrado encontrar la interpretaban en la orilla mientras
tiraban de una vieja cuerda atada a una rueda de autobús que hacía las veces de
cadena del ancla de un barco. Sin embargo, en la década de 1970 esta tradición
fue nuevamente reconocida e incluida como parte de medidas conscientes
adoptadas para preservar el patrimonio cultural. El valor comercial de la caza
de perlas desapareció y, por lo tanto, se volvió casi imposible interpretar
canciones de trabajo directamente durante el proceso de pesca. Pero se prestó
especial atención a la tradición de cantar canciones en casas especiales de
dar, transmitidas a la siguiente generación y apoyadas por el Estado. Hoy en
día, el Fidjeri se puede escuchar, por ejemplo, en centros comerciales
o salas de conciertos, donde se combinan elementos clásicos del género con
música sinfónica, prácticas interpretativas que están mucho más relacionadas con
las tradiciones de Europa occidental. Músicos electrónicos contemporáneos y
artistas multimedia de origen árabe han intentado reinterpretar el Fidjeri,
aunque tales experimentos son todavía muy raros. Hoy la práctica del Fidjeri
ha llegado a un público más amplio a través de actuaciones en festivales en
todas las regiones de Bahréin. Ahora es muy conocido en todo el país y se
considera un medio para expresar la conexión entre el pueblo bahreiní y el mar.
Aunque lo realizan grupos exclusivamente masculinos, todos los miembros de la
comunidad disfrutan del Fidjeri. Las palabras, ritmos e
instrumentos se utilizan para transmitir los valores de perseverancia, fuerza e
ingenio. Aunque lo realizan grupos exclusivamente masculinos, todos los
miembros de la comunidad disfrutan del Fidjeri. Las palabras, ritmos e
instrumentos se utilizan para transmitir los valores de perseverancia, fuerza e
ingenio.
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