Festival de la Canción de Eurovisión
Llegó la década de los años ’50 y con ella la televisión a la mayor parte de los países europeos. Eso que ahora está presente en todos los hogares, era al principio un verdadero artículo de lujo que lo revolucionó todo, desde la forma de hacer política hasta el ocio y el cine, que tuvo que reinventarse con grandes producciones sobre un nuevo formato de pantalla ancha para diferenciarse de la televisión, pues ésta cada vez le iba comiendo más terreno.
En 1954, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) designó un comité interno que
estudiaría las diferentes ideas para la creación de un programa de
entretenimiento que pudiese ser emitido por televisión de manera simultánea en
todos los países miembros. En un principio, se pensó que el programa en
cuestión consistiese en un espectáculo de variedades con numeritos de circo y
acrobacias, tan habituales en los primeros años de la televisión. Esa idea
inicial fue sin embargo abandonada tras la propuesta de los italianos, que
llevaban unos pocos años celebrando el Festival de San Remo, y que
propusieron celebrar un concurso de canciones similar a nivel europeo donde
participasen artistas de todos los países, tomando como inspiración el famoso
festival de la canción italiana. En Mónaco en enero de 1955, el comité
encabezado por el entonces Director General de la televisión suiza, Marcel
Bezençon, comenzó a estudiar seriamente esta idea del concurso de canciones. Y
en Roma el 19 de octubre de ese mismo año, el comité aprobó de manera oficial
la creación del evento. Se acordó celebrar la primera edición en la primavera
de 1956, en la ciudad suiza de Lugano. Fue un periodista británico quien de
forma casual e involuntaria lo bautizó coloquialmente como “Eurovision
Song Contest”, cuando la palabra “Eurovision” realmente ni existía.
Enseguida la UER lo llamó oficialmente en francés “Grand Prix Eurovision de la
Chanson”. A finales de 1955 comenzó a escribirse el reglamento que
habrían de cumplir los participantes, que en un principio debían ser 10 pero
que acabaron siendo sólo 7: Austria, Reino Unido y Dinamarca confirmaron su
participación fuera de plazo, por lo que la edición de 1956 arrancó con
Francia, Italia, Suiza, Alemania Occidental, Luxemburgo, Países Bajos y Bélgica.
El concurso era inicialmente en su forma muy diferente al Festival de Eurovisión
que con el paso de los años acabó por configurarse. Probablemente lo más
llamativo hoy en día al recordar la primera edición de 1956, es que cada país
envió dos canciones, por lo que un total de 14 temas desfilaron por el
escenario. Algunos países enviaron un mismo artista, y otros dos distintos. Ya
desde su fundación, el reglamento recomendaba enérgicamente que las canciones
participantes fuesen previamente seleccionadas a través de una final nacional
en cada país, donde la decisión del público estuviese presente. Con ello se
pretendía que el concurso naciente fuese lo más cercano al pueblo posible,
huyendo de las decisiones de expertos, críticos musicales o profesionales del sector.
El primer reglamento del Festival permitía a las canciones una duración máxima
de 3 minutos y medio, las cuales debían interpretarse completamente en directo
con una orquesta (algo nada excepcional tratándose de aquellos años). Cada país
podía enviar opcionalmente su propio director de orquesta al Festival. Por otra
parte, no se establecía un número máximo de artistas sobre el escenario, ni
tampoco se especificaba nada acerca del idioma en el que debían interpretarse
las canciones, por lo que se puede decir que Eurovisión nació con total
libertad lingüística. En 1956 se estableció por sorteo el orden de actuación de
los países (que repetía el mismo orden para la segunda canción). Los países
decidieron libremente cuál de sus dos canciones actuaba primero. Las famosas
votaciones en directo que hoy forman parte inseparable de Eurovisión era algo
en lo que todavía no se pensaba. Llegarían de forma casual a partir de la
segunda edición y acabarían por ser una de las partes claves del programa. Pero
todavía en 1956, la canción ganadora fue anunciada por un jurado presente en la
sala.
Dicho jurado estaba formado por dos miembros de cada país participante.
Éstos seguían el concurso a través de una pequeña pantalla de televisión. Los
14 miembros decidieron entre ellos de forma también secreta quién sería el
Presidente del Jurado, y los dos escrutadores que llevarían a cabo el recuento
y suma de votos. Cada miembro del jurado puntuaba a cada canción con una nota
de 1 a 10. Sorprendentemente, no se había establecido nada que prohibiese a un
miembro del jurado votar por su propio país. Además, se dice que en el último
momento Luxemburgo no pudo o no quiso enviar a dos personas a Lugano como
miembros del jurado, y delegó su veredicto en los dos jurados suizos… Ganó Suiza,
por cierto, pero aparte de los típicos ramos de flores, aún no se entregaba
ningún trofeo físico. Lys Assia repitió al final su
canción ganadora “Refrain”, pero tan emocionada que se quedó muda en las primeras
notas… La orquesta comenzó de nuevo y todo salió bien en el segundo intento. Sobre
la primera clasificación de Eurovisión… simplemente no existe. A pesar de
muchos rumores a lo largo de los años, no quedó constancia escrita de nada, ya
que en realidad el jurado solamente tenía la misión de anunciar una canción
ganadora, después haber deliberado en secreto. Tras el éxito del primer
festival, inmediatamente comenzó a prepararse el siguiente y se entregó a
Alemania (entonces Alemania Occidental) la misión de organizar el Festival
de Eurovisión de 1957. Suiza había ganado en 1956, pero todavía no
existía la tradición de que el país ganador organizase la edición siguiente.
Hay quien sostiene la teoría de que Alemania organizó el Festival de 1957
porque había quedado en 2º lugar en 1956, y Suiza vencía en su propia casa,
pero no existe prueba alguna al respecto. Con mucho tiempo por delante para
pensar, para la segunda edición el primitivo reglamento fue ampliado y
modificado sustancialmente. Esta vez tomaban parte 10 países (los 7 de 1956 más
los 3 que se habían quedado fuera). Sin embargo, cada país estaría representado
por una sola canción, interpretada por uno o dos cantantes como máximo, y sin
acompañamiento de coro. En esta edición, habría un jurado por cada país
participante, formado por 10 miembros cada uno y que harían público su
resultado en directo vía telefónica al acabar las canciones.
Cada uno de estos
10 miembros en cada país, elegiría su canción favorita. Con este sistema, por
tanto, cada país podía entregar sus votos distribuidos de cualquier forma. Eso
sí, se impedía ya claramente a los jurados votar al país propio. Lógicamente el
hecho de tener que emitir los votos en directo, trajo consigo la aparición del
tablero de puntos. Por todo esto podría decirse que la edición de 1957 fue, en
cuanto a forma, la auténtica primera edición del Festival tal y como acabó
siendo después, dejando a la de 1956 como un primer experimento que sentó las
bases. Los Países Bajos ganaron en 1957, y a ellos se les encomendó la
organización de la edición de 1958, convirtiéndose en tradición desde ese año
que el ganador organizase el siguiente Festival, aunque más como un derecho que
como una obligación. Aquellos siete pioneros han dado paso a más de 40 países
en la actualidad y las fronteras del certamen se han ido ampliando para
incorporar participantes como Israel, Australia, Turquía, Chipre o, de forma
ocasional, Marruecos; así como miembros de las disueltas URSS y Yugoslavia que
no existían de forma independiente en la década de los 50. En total, Eurovisión
es seguido cada año por más de 200 millones de espectadores, los cuales pueden
influir en la elección del ganador a través del televoto, que se combina con
los puntos del jurado. Por otra parte, el festival ha derivado también en
adaptaciones con temática infantil, de baile y coros, entre otras. A lo largo de su historia, Eurovisión ha servido para descubrir a nuevos
artistas y lanzar al estrellato canciones que han sonado en todo el mundo.
Temas como “Volare” o “Poupée de cire, poupée de son”
rompieron las fronteras entre los 50 y los 60, aunque el gran éxito llegó en
1973 con “Waterloo”, de los por entonces no tan conocidos ABBA.
Otros nombres afamados que han pasado
por el escenario del festival son Céline Dion, Al Bano y Romina Power, Cliff
Richard, Julio Iglesias, Raphael, Massiel, Paloma
San Basilio, Mocedades, Olivia Newton-John, Baccara,
Lara
Fabian, Kate Ryan, Las Ketchup, Katrina & The Waves, Dana
International, t.A.T.u., Helena Paparizou, Noa,
Bonnie
Tyler o Måns Zelmerlöw. “Euphoria”, de Loreen, “Fuego”, de Eleni Foureira, y “Soldi”,
de Mahmood,
son, posiblemente, los mayores hits de los últimos años de Eurovisión. Antes de
cada retransmisión de Eurovisión suena el preludio de “Te Deum”, pieza de Marc-Antoine Charpentier que se ha
convertido ya en sinónimo del festival al igual que ocurre con la red de
Eurovisión, denominación original de la UER. Aunque esta se encarga también de
la cobertura de noticias y deportes a nivel internacional, la relevancia del
certamen ha provocado que adopte el nombre de la red en sí. En 1963, Eurovisión
fijó su día de emisión un sábado de primavera, aunque esto no fue siempre así y
en 1960 se celebró en jueves y, en 1962, en domingo. El idioma oficial de las
semifinales y la final es el inglés, aunque tradicionalmente los presentadores
repetían cada indicación también en francés por la importancia tradicional de
los países francófonos. Como curiosidad, estos países, así como Dinamarca y
Noruega, denominaron durante mucho tiempo al festival “Grand Prix”, ya que las
primeras ediciones recibieron el nombre de Eurovision Grand Prix.
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