Danza Chamamé (Chile)
Para los argentinos, e incluso los brasileños o paraguayos, también uruguayos, comprobar que la música del Chamamé es parte importante de la cultura popular de regiones al sur de Chile, es una sorprendente y casi inexplicable novedad.
El Chamamé tiene sus profundas raíces
en la Mesopotamia argentina, esa gran región bañada de ríos, arroyos y esteros
y que se mete en el monte semiárido de la región del Chaco argentino paraguayo,
llegando incluso a las onduladas llanuras del suroeste brasileño. Su origen
está indisolublemente ligado a la etnia guaraní y representa musicalmente al
extenso litoral de los ríos Paraná y Uruguay, formando parte de la tradición y
cultura de los pobladores y trabajadores rurales correntinos. Es decir, el
ritmo ha recorrido varios kilómetros encantando a distintas culturas en
Sudamérica. En lo musical hay otra mescolanza no menos interesante con aporte
amerindios, africanos y hasta de la cultura judía y europea. La base rítmica es
guaraní y esa cultura se delata con el sapucai, un grito largo y agudo que
servía de llamado o que simplemente era una expresión de júbilo. El aporte
judío europeo se dio con el uso del acordeón o bandoneón que marca el ritmo. Otro
aporte que le dio forma a la música fue el que le dieron los misioneros
jesuitas que se instalaron en Paraguay. Ellos motivaron la construcción de
instrumentos, captar la música guaraní, escribirla, sistematizarla, y
reproducirla. Dicha valoración fue esencial para la transmisión de los ritmos,
el canto, la poesía y la composición de temas de chamamé. A comienzos del
siglo XIX se hicieron populares en los salones de la Sudamérica oriental bailes
traídos desde Europa como la Mazurka, la Polca y en especial el Vals,
ritmos que también influenciaron la manera de bailar el Chamamé, en pareja, pero
con estilos distintos, más enérgicos y cambios en el ritmo.
Se cree que la
primera vez que se grabó un disco de Chamamé fue en Buenos Aires en la
década de 1930 y desde ahí fue la explosión hacia otras localidades, en
especial entre la cultura campesina, con la impronta de las tradiciones
gauchas. Cómo llegó al sur de Chile es un misterio. En general, se acepta que
llegó de la mano de inmigrantes del norte que arribaban en oleadas desde el
norte a la Patagonia a principios del siglo pasado en busca de trabajo. Al
igual que aquellos hombres y mujeres de oficios rudos, fue aquerenciándose y
adaptando a la idiosincrasia lugareña. En tal sentido, el músico y docente
chileno Óscar Latorre, autor de “Guitarra chilena: método de ritmos
tradicionales”, comentó en un reportaje: “Si bien es un estilo nacido
en el país hermano, se ha extendido por gran parte de América Latina,
adoptándolo y adaptándolo cada pueblo según la localidad y/o país donde se
cultiva. En Chile, precisamente en la Patagonia, se cultiva el Chamamé
de forma muy similar en su conformación al Chamamé argentino, pero con
características propias que lo diferencian: las melodías, el tipo de rasgueo y
una de las características más notorias, la velocidad. Esto es porque son en su
mayoría instrumentales, tocados a una velocidad rápida. En Argentina es
distinto, allá hay Chamamés instrumentales y cantados, lento y rápidos”. La
colonización de la región de Aysén (puerta de entrada a la Patagonia chilena)
llevó consigo muchos elementos culturales foráneos que, con el paso del tiempo,
fueron tomando identidad propia de acuerdo a la cultura patagona. Así es como
el Chamamé
fue tomando en la Patagonia elementos propios. Uno de los aspectos más
llamativos y representativos del Chamamé de esta zona es la forma de
bailarlo: mientras en Argentina el hombre cruza uno de sus pies por detrás del
otro, en la Patagonia de Chile se ejecuta el paso a la inversa y los cuerpos de
los bailarines mantienen una posición mucho más erguida.
Como son infaltables
en las tertulias y fiestas el mate, el asado al palo, las domaduras de caballos
y el juego del truco, el Chamamé de seguro también está en
cada celebración que se lleva a cabo. Con el auge de la industria discográfica
empezaron a llegar a la zona discos de Tangos, Milongas y Chamamé
desde Buenos Aires, lo que fue masificando el estilo. Pero el Chamamé
no siempre fue bien visto. Existen historias de los viejos ayseninos que
durante los constantes litigios limítrofes entre Chile y Argentina algunas
autoridades, a veces llegadas desde fuera de la zona, se horrorizaban al ver
que los campesinos “bailaban y cantaban folklore argentino”. Ignorando la
tradición cultural del territorio, algunas autoridades motivadas por razones
patrióticas, intentaron difundir la Cueca a la fuerza y prohibir el Chamamé,
visto como un baile argentino y ajeno al folklore chileno. En Villa O’Higgins
algunos antiguos pioneros comentaban que el propio teniente de Carabineros
Hernán Merino –mártir de la institución policial-, difundía la Cueca
entre la población y criticaba las indumentarias y costumbres gauchescas de los
patagones. Recién con la mediación papal y cuando bajó la tensión
chileno-argentina algunos folkloristas empezaron a valorar el aporte cultural
del Chamamé
en la Patagonia chilena, entre ellas la famosa folklorista Margoth Loyola. En la
década de los setenta surgió en Aysén el dúo Pioneros con el
guitarrista Miguel Peña y el acordeonista Gilberto Segundo Oria,
quienes empezaron a rescatar esta música “ranchera” como la llamaban. Peña
y Oria
trabajaron amenizando fiestas, reuniones sociales y jineteadas a lo largo de la
Región de Aysén, pero al mismo tiempo, se retroalimentaron de esa antigua
tradición musical de los primeros colonos.
En 1984 forman oficialmente el dúo
Pioneros y en 1986 sacaron su primera grabación artesanal en un
cassette. “Aysén, del pasado al presente” se llamó ese primer trabajo y
tuvo tan buena acogida entre los pobladores de los distintos rincones de la
región que siguieron grabando otros trabajos como “Para bailar hasta gastar los
tamangos”, “Acordeón y bordoneo” y “Por las huellas del ayer”. En 1994
grabaron su primer trabajo para el prestigioso Sello Alerce de Santiago. El
álbum se llamó “Desde mi Patagonia”, publicado como “Dúo Los Pioneros” (dado
que ya existía otro grupo llamado Dúo Pioneros), gracias al apoyo de la folklorista
y Premio Nacional de Artes en Música Margot Loyola. Peña y Oria
recuperaron y visualizaron esa tradición campesina y el Chamamé para las nuevas
generaciones de ayseninos. Con el tiempo han surgido nuevos artistas
difundiendo la música patagónica, entre ellos el conjunto Mate Amargo que saltó a
la escena en 1998. Fue Segundo Oria el que motivó este
conjunto acompañado por Manuel Lito Oyarzo, Guillermo
Barra Peña y Cecilio Aguilar Galindo. Actualmente
han sido varios los músicos que han integrado este grupo que es toda una
institución en Aysén. Son muchos los artistas que siguieron el legado de la
antigua música de los colonos como Evaristo Alarcón de Puerto Ibáñez, Lalo
Sandoval, Alejandro Chocair y siguen la herencia los nuevos artistas como
Luciano
Auad, Boris Verdugo o Código de Barra.
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