Parranda de San Pedro (Venezuela)


La Parranda de San Pedro es una festividad popular y religiosa que se celebra cada 29 de junio en las ciudades de Guarenas y Guatire, en el Estado de Miranda (Venezuela). Según las tradiciones orales, la Parranda nació en la época colonial. Otros creen que sus inicios fueron a mediados del siglo XIX, cuando la lucha política entre Conservadores (que se identificaban con el color rojo) y los Liberales (que se identificaban con el color amarillo). Si es cierta esta última tesis, la Parranda debe haber surgido como una manera de ridiculizar a los dos bandos contendientes. El día anterior a la fiesta se realiza una vigilia o velorio, donde se le canta y se le baila a la imagen del Santo (que ha estado guardado durante el año en la casa de alguno de los parranderos. Al día siguiente, la Parranda se inicia con una misa en el templo parroquial, y luego los parranderos, cantando y bailando, recorren las principales calles del pueblo, acompañados por muchas personas. No falta el licor. Al llegar la aurora, la Parranda comienza a disiparse. La Parranda consiste en unos parranderos, vestidos con levita y pumpá (sombrero de copa). Uno de ellos lleva la imagen del santo mientras que otro lleva una bandera amarilla y roja, y se acompañan con cuatro y maracas. La percusión se logra con unos pedazos de cuero de animal amarrados a los pies a modo de sandalias, llamadas cotizas. También van acompañados por dos niños impúberes, vestidos con trajes rojos y amarillos (parecidos a los arlequines), que se conocen como “tucusitos”. El personaje más llamativo es un hombre vestido de mujer, que carga una muñeca de trapo. Este personaje se llama “María Ignacia” y la muñeca “Rosa Ignacia”. Los dos tucusitos hacen las veces de sus otros dos hijos. Todos llevan la cara pintada de negro con betún, o lo que ellos llaman “negro humo”.


Cuenta la historia que en el cantón de Guarenas (cuyos dos principales núcleos poblados eran Guarenas y Guatire), se encontraba la hacienda “San Pedro”. Allí, los esclavos y esclavas daban lo mejor de sí para ver prosperar y crecer la caña de azúcar. Estos trabajadores de la tierra impulsaron el culto al santo, que trascendería generaciones y que se convertiría en toda una tradición impregnada de milagros por doquier. Según la tradición, los esclavos se pintaban el rostro con betún para no ser reconocidos, y se vestían con ropas que los amos les regalaban. De esta forma, año tras año, cada 29 de junio podían celebrar su creencia y festejar en honor al santo. Junto a esto, también se dice que el principal hecho que arraigó con más fuerza esta vieja costumbre de celebración entre los negros, fue el milagro que el santo le realizó a la hija de María Ignacia, negra esclava que pidió su salvación a cambio de cantar y bailar como pago de promesa. El santo hizo el milagro y la esclava cumplió su ofrenda danzando con sus mejores prendas y el cabello trenzado hasta que murió. Entonces, su esposo Domitilo junto con el resto de los parranderos, continuó lo que había comenzado su esposa y se disfrazó de mujer para seguir con la alabanza. Es por esto, que dentro de los parranderos, un hombre se viste de fémina y carga en sus brazos a la pequeña muñeca negra, para simbolizar a la afortunada niña que vivió gracias a San Pedro. Con el transcurso de los años, esta religión autóctona y religiosa se ha mantenido gracias a la voluntad de sus cultores. Todos los adultos y niños de las comunidades, participan de la fiesta, llena de vida, que simboliza el espíritu de lucha contra la injusticia y las desigualdades. La Parranda de San Pedro fue proclamada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO el 5 de diciembre de 2013.











0 comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...