Michizos (Bolivia)

 

 

Bolivia es un país con una riqueza cultural inmensurable, donde la música y la danza son pilares fundamentales de la identidad de sus pueblos. Dentro de este vasto mosaico cultural, el departamento de Tarija, ubicado al sur del país, alberga tradiciones únicas que se manifiestan a través de sus festividades y expresiones artísticas. Entre ellas, destaca la singular danza de los Michizos, una manifestación cultural profundamente arraigada en la comunidad de Tomayapo, provincia Méndez.

Esta danza no es solo un conjunto de movimientos y sonidos, sino un testamento vivo de la historia, las creencias y la devoción de un pueblo que, a través de ella, celebra su fe y mantiene viva su herencia. Los Michizos son una expresión de alegría, de promesas y de un vínculo inquebrantable con la tierra y las tradiciones que han sido transmitidas de generación en generación, constituyendo un patrimonio invaluable para Bolivia y el mundo.

La danza de los Michizos no posee una documentación exhaustiva que precise su fecha exacta de origen, como ocurre con muchas danzas folklóricas de profundo arraigo popular. Sin embargo, su presencia está intrínsecamente ligada a la historia de la región de Tarija, una zona marcada por la colonización española y la posterior configuración de un sincretismo cultural entre las tradiciones indígenas y las influencias católicas.

La comunidad de Tomayapo, donde los Michizos son protagonistas, es conocida por su profundo respeto a las costumbres y por la conservación de festividades religiosas que se remontan a siglos atrás. En este contexto, la danza de los Michizos se ha desarrollado y consolidado como parte fundamental de la Fiesta Patronal de San Francisco de Asís, celebrada cada mes de octubre. La antigüedad de esta celebración y la mención de la danza en contextos que datan de hace varias décadas, sugieren que sus raíces se extienden al menos hasta el periodo colonial o los primeros años de la República, adaptándose y evolucionando con el tiempo.

El término “Michizos” en sí mismo no tiene una etimología clara en los diccionarios de lenguas nativas bolivianas, lo que podría indicar un origen coloquial, una adaptación local o incluso una distorsión lingüística a lo largo del tiempo. No obstante, lo que sí está claro es su significado cultural y social dentro de la comunidad. Los Michizos son los promesantes, los devotos que, a través de su danza, rinden homenaje y cumplen una promesa al santo patrón.

Es probable que, como muchas danzas folklóricas latinoamericanas, los Michizos hayan surgido de la fusión de rituales prehispánicos de agradecimiento a la Pachamama (Madre Tierra) o a deidades ancestrales, con las celebraciones impuestas por la evangelización católica. La alegría, la devoción y la interacción con elementos naturales (como el entorno rural de Tomayapo) son características que suelen encontrarse en estas danzas mestizas. La permanencia de la danza a través de los siglos, a pesar de los cambios sociales y culturales, es un testimonio de su profunda significación y de la resiliencia de las tradiciones tarijeñas.

La danza de los Michizos se caracteriza por su singularidad y por ser una expresión cultural exclusiva de Tarija. Su coreografía es distintiva, aunque no es una danza de grandes formaciones o pasos complejos como otras danzas bolivianas. Más bien, se enfoca en la expresión individual y grupal de la devoción.

Cada año en 4 de octubre se realiza en la comunidad de La Parroquia la fiesta de San Francisco de Asís, patrono de Tomayapo. Ésta es celebrada a través de la danza de los “Michizos”, procesión de santo y otras actividades religiosas.

Los promesantes, conocidos como “Michizos”, danzan por las calles de Tomayapo, acompañando las procesiones y participando en las actividades religiosas. Los movimientos son fluidos y llenos de júbilo, con zapateos y giros que reflejan la alegría de la celebración y la fe de los bailarines. No es una danza teatralizada en el sentido de contar una historia compleja a través de los pasos; su narrativa es más bien la de la devoción sincera y el cumplimiento de una promesa.

El simbolismo de los Michizos reside en la promesa y el agradecimiento. Cada paso, cada giro, es un acto de fe. Los bailarines no solo danzan por diversión, sino como una forma de ofrenda y de comunicación con lo divino. Se dice que los Michizos bailan para agradecer los favores recibidos, para pedir por la salud, las cosechas o el bienestar de la familia y la comunidad. Esta conexión entre la danza y la devoción es lo que le otorga su profunda trascendencia y la convierte en un pilar de la identidad cultural de Tomayapo. La continuidad de la danza año tras año es una prueba de la vitalidad de la fe y el compromiso de sus habitantes con sus raíces.

Cada primero de octubre los promesantes Michizos se reúnen en la comunidad de la Parroquia a las 14.00 para realizar el ensayo y las figuras que presentarán el día 4 de octubre. Los Michizos son niños, adolescentes, jóvenes y personas mayores originarias de la zona que veneran al santo con una danza y baile que se interpreta con los pies descalzos.

Para la interpretación se pintan la cara de negro con carbón, se colocan una camisa amarilla con franjas rojas sobre el hombro, visten un pantalón rojo con tiras negras al costado, llevan una bandera de Bolivia de manera cruzada y se ponen una boina roja en la cabeza.

Así comienza la danza desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde. A dicho evento concurren promesantes y habitantes de todas las comunidades aledañas, la fiesta se inicia a primeras horas del día con la celebración de la santa misa y luego se realiza la procesión por diferentes calles del pueblo.

En ésta se traslada en andas al Santo Patrono y los Michizos danzan siguiendo al santo. Al ritual y la veneración le acompaña el repique de las campanas de la capilla y arcos de caña enflorados con hojas de sauce y flores amarillas de pascua, mismos que le dan el toque especial a la fiesta patronal del pago.

De los Michizos no se sabe su origen, pero por la vestimenta, la música y otros atuendos, parece ser una emulación a la esclavitud impuesta por los españoles. Adoran organizados en filas de a dos, al ritmo de la música de un charango y rasgando un caparazón de quirquincho. La adoración es seguida por un personaje denominado diablo y/o capataz, quien con chicote en mano vigila que no se descompagine la adoración y mantiene el orden.

Al concluir la jornada cerca de las dos de la tarde, llegan a la iglesia donde realizan varias figuras antes de terminar el ritual. Luego inician la despedida de la fiesta patronal hasta el próximo año. Se despiden con los caparazones de quirquincho en alto, mirando al cielo como una forma de agradecimiento al creador y al santo patrono.

Sin embargo, la fiesta no concluye con la adoración de los Michizos efectuada el 4 de octubre, sino que es el comienzo de lo que luego será la peregrinación y procesión del Santo Patrono por todas las comunidades del Valle de Tomayapo, comenzando por la comunidad de La Parroquia, pasando por las demás como Loros, San Francisco, Santa Rosa, Baltazar, Pucupampa, Huáncar, Chinchilla, etc.

El 4 de diciembre día de la Virgen de Santa Bárbara los Michizos vuelven a reunirse en la comunidad de San Francisco para nuevamente rendirle veneración al Santo del mismo nombre en la mencionada comunidad. Esto porque según la historia la imagen del santo fue encontrada en esa zona por campesinos, mientras cultivaban la tierra con yunta de bueyes.

La fiesta de San Francisco de Asís en esa zona de Tomayapo, sigue vigente y con mucha participación de los promesantes “negros”, pese a la masiva migración de familias enteras en los últimos años a la ciudad de Tarija, a otras regiones del país y al exterior. Cuenta que la tradición seguirá vigente en la comunidad de La Parroquia, debido a que la fe y la devoción que tiene la población al patrón es inmensa y grande, lo que obliga a retornar a muchos paisanos que se fueron a otras partes del país y del exterior.

La fiesta patronal, es un patrimonio histórico e intangible de Tarija y Bolivia, pero principalmente del municipio de El Puente. Sin embargo, asegura que las autoridades hasta el momento no le han dado la importancia necesaria para potenciar y promocionar la actividad como turística.

En la actualidad, la danza de los Michizos continúa siendo una expresión vibrante y esencial de la cultura tarijeña. A pesar de los desafíos que enfrentan muchas tradiciones frente a la globalización y la modernidad, los Michizos han logrado preservar su esencia, en gran parte gracias al compromiso de las generaciones más jóvenes y al fuerte sentido de comunidad en Tomayapo.

 

 

 

Fuentes:

 

• Elpais.bo

• Lavozdetarija.com

 


 




































 

 






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