Trova

 

 

Hacia 1200 tuvo lugar, con la Trova o canción de amor de los trovadores, el florecimiento de la lírica medieval en Europa. Su comienzo fue en la Provenza, coincidiendo con el fortalecimiento de la monarquía francesa, en el siglo XII, y el consecuente refinamiento de la cultura cortesana.

También influyó el auge del culto mariano, especialmente atendido en San Víctor, de París, y en otro orden, la preferente atención dispensada a las artes en las Cortes moras de España. El origen etimológico (latín fundamentalmente) es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua: el provenzal “trobar” que derivaba del sustantivo latino “trope”, que significa “canción”; y el sufijo “-dor”, que indica “agente”. Sin embargo, según otros estudiosos, el origen del término trovador es francés y viene del vocablo “trobar” occitano, que significa “inventar” o “encontrar”. Entre los posibles antecedentes de los Trovadores, se encuentra que las primeras canciones no religiosas datan de los siglos XI y XII, estaban escritas en latín y se les dio el nombre de Canciones de Goliardos. Los goliardos eran estudiantes y frailes que habían abandonado sus conventos; vagaban por el mundo, llevando una vida desordenada, criticada por las gentes. Sus canciones cuentan historias jocosas de tabernas y amoríos, en las que se hace burla de las cosas consideradas serias. Los Trovadores, que tuvieron gran importancia en el Medievo, se presentaban en las cortes con sus mensajes políticos y sociales. En la mayoría de los casos pertenecían a la nobleza, o hijos de ricos mercaderes, con inclinación a la vida bohemia, que preferían la literatura y las artes al dinero y la política, y que trovaban por diversión, aunque también había Trovadores de menor prestigio social que apelaban a su arte para conseguir protección y ayuda.
Los trovadores fueron genuinos artistas y creadores de arte, pues escribían sus propios poemas y composiciones musicales a diferencia de los juglares y ministriles, quienes interpretaban la música, canciones y poemas de los trovadores. La mayoría de las obras de los trovadores estaban dedicadas al amor. Sin embargo, los trovadores también componían sobre otros temas, como política, debates filosóficos y visión del mundo. Las creaciones literarias de los trovadores sirvieron de fuente básica para la poesía, que en los siglos siguientes se cultivó y desarrolló en Europa. Eleonora Poitou, nieta del más antiguo trovador, Guillermo IX de Aquitania, impulsó la Trova, que se convirtió en elemento característico caballeresco. Cuando las Trovas, ya en el siglo XIV, se registraron por escrito, su arte se estaba ya marchitando. Mientras los caballeros y artistas de su séquito las improvisaron, se transmitieron directamente de memoria. Luego los trovadores deterioraron muchas melodías con nuevos textos. La forma de estas canciones es múltiple; para algunas sirvió de modelo el himno, mientras que la secuencia lo fue para la canción provenzal, aunque en este último caso bien pudo ser lo contrario. Es también muy variado el ámbito específico del cancionero. Los “sirvientes” son cautos, dedicados a los señores de quienes dependían los cantantes. A la muerte de aquellos comúnmente ofrecían un sentido planto, como Gaucelm Faidit, en la muerte de Ricardo Corazón de León.
Para entretenimiento, los temas eran de aventuras eróticas de guerreros con pastoras, como se narran en las historias bucólicas. El aube-alba es una canción en la que se describe la dolorosa separación de los amantes a la llegada de la aurora. Entre los trovadores más antiguos figura Macabru, activo entre los años 1129 y 1150, con sus “lamentos sobre el amor”. Bernart de Ventadorn (1145-1195), hijo de un siervo del Vizconde de Ventadorn, sin prescindir de ciertos convencionalismos, compuso canciones sobre experiencias personales. Peire Vidal (trovador entre los años 1180 y 1206) cantó en lugares diferentes; entre otros, en Chipre y Malta y también en la corte de Hungría. Fue uno de los más variados y originales. Folquet, cofundador de la orden dominicana, creador de la Universidad de Toulouse (en donde delegó en Juan de Garlandia, en 1229, como representante de música), abandonó su arte trovadoresco al ingresar en el convento cisterciense de Toronet-en-Provence, alcanzando la categoría de obispo en 1205. El propio Dante ensalzó a Folquet como poeta. No hay que olvidar tampoco a Raimbaut de Vaqueiras (cantaba entre 1180 y 1207); su canto “Kalenda maya”, dedicado a las fiestas del 1 de mayo, se convirtió pronto en una de las piezas más famosas del cancionero medieval; aunque no sea un modelo típico del arte provenzal, utiliza la melodía de una danza juglaresca, la Estampida. En el norte de Francia la Trova encontró terreno fértil para fructificar. Mientras que del sur se conocen 460 cantantes y 264 piezas, del norte han llegado por encima de 4.000 y 1.400, respectivamente. Entre los trovadores figura Blondel de Nesle (nacido sobre el 1150), poético precursor de la aureolada Trova.
Sobre Blondel se creó en 1260 la leyenda de que gracias a sus canciones encontró a Ricardo Corazón de León en su prisión del castillo de Trifels. Junto al aristócrata aparece en Colin Muset el simple juglar de profesión, que cantaba cantares realistas y epicúreos; Moniot d'Arras (fallecido en 1239) fue un sencillo monje, de origen burgués, al que se considera entre los más destacados trovadores, Su canto a la primavera, “Ce fu en mai”, tiene aire popular. La Trova Francesa, como posteriormente la alemana, fue bajando a las esferas burguesas. A finales del siglo XIII se reunieron cantantes burgueses en los “Puis” (sociedades literarias) de Francia septentrional, especialmente en Arras, y organizaron certámenes con premios para las canciones. Los cantantes provenzales extendieron su arte a Italia, a las cortes de Montferrat, también llegaron a ciudades como Bolonia y Genova y después alcanzaron Cataluña. Bajo el reinado de la dinastía de los Hohenstaufen, con los emperadores Federico I, Barbarroja (1152-1190), Enrique VI y Federico II (1212-1250), Alemania vivió un crecimiento de su poderío. Por las campañas de Italia y por las cruzadas, los guerreros alemanes entraron en contacto con la cultura francesa, italiana y oriental. Tras Enrique VI, los príncipes alemanes adquirieron un mayor poder, que condujo a un desarrollo de la cultura, del arte y de la poesía. Los trovadores y el arte de la Trova cundieron en Alemania, que pronto tendió a crear su propio estilo. Los más antiguos bardos, tales como Federico von Husen, hasta el suizo Rodolfo von Fénis, se adhirieron directamente a los trovadores franceses.

 

 

Fuentes:

 

• Javiermadrigal.tripod.com

• Recreacionhistoria.com

 


 


















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