Miguel Abuelo
estaba ahí cuando comenzó todo. Ya sea en La Cueva de Avenida Pueyrredón, en La
Perla del barrio de Once o en los areneros de Plaza Francia (la triada de
lugares sagrados y originarios), Miguel vio al barro sublevarse hasta
convertirse en aquello que se lo llamaría sucesivamente Beat, Pop
y, finalmente, Rock.
Aunque para él cualquier etiqueta le daba lo mismo,
porque siempre andaba de acá para allá cambiando de casa, de ropa, de pelo, de
novia, de ciudad y de país. Incluso de modas y de modos: cuando Moris,
Javier Martínez y el propio Sandro le daban las primeras
puntadas a eso que hoy conocemos como Rock, Abuelo canturreaba Folklore,
Bagualas
y Vidalas.
Miguel Abuelo formó parte de la
primera generación más destacada de rockeros argentinos junto con Luis
Alberto Spinetta, Charly García, Pappo y otras figuras que
llegarían más tarde para seguir alimentando su música, como Cachorro
López y Andrés Calamaro. Tal vez el más de millón y medio de oyentes
mensuales que Los Abuelos de la Nada tiene en Spotify demuestre, de alguna
forma, el furor que significó para el público uno de los grupos más importantes
del Rock
latinoamericano y que dejó, sin dudas, uno de los legados musicales más
destacados de la historia. “Mil horas”, “Costumbres argentinas”, “Lunes
por la madrugada”, “Sin gamulán” e “Himno de mi corazón” son
tan solo algunos de los títulos que definen a este fenómeno argentino que sonó
con impronta entre los ‘60 y los ‘80 y que, más de medio siglo después, todavía
sigue despertando el fervor de los oyentes. Miguel Abuelo, líder
indiscutido de Los Abuelos de la Nada, marcó dos veces el principio y el final
de la banda, con una vida intensa, propia de un rockero, que tuvo un
precipitado final. A 36 años de su muerte, algunos datos curiosos de uno de los
músicos, poetas y autores más reconocidos de la escena del rock.
• Una infancia gris: Miguel nació en Munro, Buenos Aires, de su madre soltera
Virginia Peralta. El pequeño nunca llegó a conocer a su padre y, como su mamá
se enfermó de tuberculosis, tuvo que pasar sus primeros años de vida en un
orfanato de Villa Devoto. En el hogar vivía rodeado de monjas. Como tenía
problemas de conducta y era enviado a diario a la dirección, terminó generando
un profundo vínculo con el director del instituto, quien lo terminó adoptando.
Más tarde, su madre tuvo un mejor panorama de salud y el niño pudo volver a
vivir con ella en Morón. Pasaba las horas en la calle, jugando con amigos que
eran más grandes que él. Tenía nueve años cuando empezó a trabajar como
repartidor de bidones mientras ayudaba a un lechero. También ofició como
vendedor de sandías. Sin embargo, su mamá lo obligó a volver al colegio, aunque
no duró mucho tiempo allí: a los 13 años finalmente dejó sus estudios. Fue
entonces cuando consiguió un trabajo en el correo, aunque terminaron
despidiéndolo porque el adolescente abría los telegramas para seleccionar,
según su criterio, cuáles eran verdaderamente importantes y cuáles no. Pero el
interés de Miguel por la lectura empezó a crecer cada vez más. Sus autores
predilectos eran Hegel y a Nietzsche, a quienes aprendió a
recitar de memoria. Quizás fue la influencia de tales autores la que lo llevó a
conseguir tal nivel de poesía en sus canciones.
• Tiempo de boxeo: En el club Colegiales alguien descubrió que a Miguelito le gustaba el
boxeo. Tenía 14 años cuando empezó a descargar energía contra la bolsa. Ahí le
enseñaron a pelear, en una veta que pocos conocen de su historia. Fue así que
participó de peleas oficiales, hasta que le hicieron “ver las estrellas sin
telescopio”, como él decía, y empezó a rondar más los teatros de la calle
Corrientes y a juntarse con gente como Lito Nebbia, Tanguito o Javier
Martínez en lugares como La Cueva, que serían la cuna del Rock
Nacional.
• Pappo y de dónde surgióLos Abuelos de la Nada: Miguel
tenía unos jóvenes 20 años cuando se formó la primera etapa de la banda, en
1967. Había conseguido la oportunidad de grabar un disco pese a que todavía no
había un conjunto armado. Fue por eso que tuvo que definir un nombre con
rapidez y recurrió a su amor por la lectura. Pensó en la frase “Algún día
tendré que llamarlo a usted Padre de los Piojos y Abuelo de la Nada”, de “El
banquete de Severo Arcángelo”, escrito por Leopoldo Marechal. No
obstante, la primera etapa del conjunto de Rock no tuvo tanta trascendencia
como sí su segunda versión, poco más de una década después. En un principio,
además de Miguel Abuelo, quienes completaban la formación eran Eduardo
“Mayoneso” Fanacoa, Claudio Gabis -después entró Pappo
en su lugar-, Miguel “Miky” Lara, Alberto “Abuelo” Lara y Héctor
Pomo Lorenzo. En 1969, Miguel decidió dejar la banda y el
timón lo tomó Pappo. Dos años después, el fundador del conjunto viajó a
Europa para radicarse allí, como una forma de escapar también de la dictadura
de Juan Carlos Onganía.
• Preso en Ibiza:
En su estadía en Europa, el líder de Los Abuelos de la Nada vivió
impensadas aventuras. Además de participar del musical Hair en Barcelona,
conoció la cárcel de Ibiza. El argentino estuvo preso después de que lo
acusaran de un robo del que aparentemente no fue culpable, aunque terminó, en
1979, tras las rejas por indocumentado. Allí se hizo amigo del líder de una
banda de delincuentes, tras halagarle las sandalias que llevaba puestas. Cuando
el grupo consiguió irse de la prisión, la cabeza del grupo le había dejado su
par de calzado en la celda, lo que emocionó a Miguel y lo inspiró para escribir
el poema “La fuga”. El Rock lo acompañó en todo momento,
incluso en la cárcel. Tuvo la suerte de poder ver y escuchar, desde el techo
del penitenciario, un recital de los Rolling Stones que tocaban por el
aniversario de la isla. En Europa, vivió en España, Inglaterra, Países Bajos,
Bélgica y Francia. Allí se enamoró de la bailarina galesa Krisha Bogdan. Con ella
tuvieron en Londres a su hijo, llamado Gato Azul, quien hoy mantiene vivo el
legado de su padre.
• Dalí y Picasso:
Uno de los datos más llamativos del paso de Miguel Abuelo por Europa
es el de su punto de contacto con los emblemáticos artistas Salvador
Dalí y Pablo Picasso. Es que en el Viejo Continente conoció a Moshe
Naim, un francés millonario que apoyaba las carreras de los artistas a
los que les veía algún futuro. Lo hizo con los pintores españoles y le pasó lo
mismo cuando conoció al músico argentino. Con su impulso, el rockero grabó su
primer disco de larga duración (LP) en 1975, en Francia, con el grupo Et
Nada.
• El rol clave de Charly García: En su regreso a la Argentina, Miguel
Abuelo decidió volver a formar la banda Los Abuelos de la Nada.
Esta vez, con otros integrantes: Andrés Calamaro, en teclados y voz; Cachorro
López, en bajo y coros; Gustavo Bazterriza, en guitarra y
voz; Daniel
Melingo, en saxo y voz; y Polo Corbella, en batería. Pero hubo
una figura clave en esta segunda edición del grupo. Fue en 1982, bajo la
producción de Charly García, que los músicos grabaron su primer LP y lo
presentaron en dos fechas de octubre en el teatro Coliseo. Casi dos meses
después, Charly dio un show en Ferro y eligió a “Los Abuelos” como una de
las bandas soporte. Tales eventos les permitieron a los músicos ganar
popularidad y se consagraron en lo más alto del Rock con temas como “No te
enamores nunca de aquel marinero bengalí”, “Sin gamulán”, “Mil horas”,
“Sintonía
americana”, “Lunes por la madrugada”, “Himno
de mi corazón”, entre otros. Sin embargo, su primer éxito no era de Miguel
sino del joven de pelo corto y corbata: “Sin Gamulán” había sido compuesto
por el casi adolescente Andrés Calamaro. La rotación que
tuvo el corte en las radios fue objetivamente envidiable. Ese tema, y ningún
otro, marco el principio del fin para el Rock testimonial.
• La enfermedad que le ocultaron y lo mató: La salud de Miguel Abuelo empezaba a
deteriorarse, pero era demasiado temprano, él era demasiado joven. Tenía apenas
41 años cuando fue internado en la clínica Bazterrica con un cuadro de fiebre
alta, el 25 de febrero de 1988. Había pasado una semana y el músico seguía
teniendo más de 40 grados de temperatura. Se había sometido a estudios de
sangre bajo la supervisión de los médicos de SADAIC, pero el “Abuelo” fue dado
rápidamente de alta. Nunca le dijeron qué le estaba pasando. Miguel
Abuelo tenía sida y la justificación de los especialistas era que, como
no sabían cómo lidiar con un paciente de este tipo, prefirieron ocultárselo.
Tuvo que hacer reposo, mientras sus amigos y familiares hicieron otras
consultas para enterarse finalmente de la enfermedad que lo acechaba. Menos de
un mes después de ser hospitalizado, el líder de la banda murió. Una operación
de vesícula fallida le dejó una infección que se le extendió por todo el cuerpo
y terminó con su vida. Tenía 42 años. Fue cremado y sus cenizas fueron
arrojadas al mar, cumpliéndose así su voluntad.
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