Carnaval de Mazatlán
Durante los cinco días previos al miércoles de ceniza de cada año los mazatlecos celebran su máxima fiesta. En 1998 el Carnaval de Mazatlán cumplió un siglo de existencia en su fase moderna. Cada año, en las fechas de carnestolendas, Mazatlán se transforma no sólo por los adornos que se instalan en algunas de sus calles sino también por la evidente actitud de la población predispuesta a la alegría.
El Carnaval de Mazatlán se distingue de
los otros carnavales de México y el mundo, porque la diversión se ofrece al
ritmo de la “banda”; la música de la Tambora regional que de Sinaloa ha
trascendido al mundo a través de lo que hoy se llama “la onda grupera”. Además,
el programa de esta fiesta, como caso excepcional, incluye actividades de
carácter cultural (certámenes de poesía, premio de literatura y espectáculos de
enorme calidad artística), con los que la fiesta se extiende a todos sectores
de la población y abarca toda la gama de gustos de los locales y de los
turistas. Los del carnaval son días de asueto. Sus noches son de juerga desde
el ocaso hasta el amanecer. La fiesta transforma la calle en marea de cuerpos
que caminan, se estacionan o bailan bajo la influencia de variados géneros
musicales. La Onda Grupera, la Banda Sinaloense, el Mariachi,
los “Chirrines”
(conjuntos de música Ranchera y Norteña), la Balada,
el Bolero
y el Rock
conviven en una inusitada promiscuidad. Sin menospreciar géneros, los cuerpos
se dejan seducir por el ritmo – erigido en dictador – y, a veces, en compañero
de baile. No importa el confeti en la boca ni la harina en la cabeza, importa
el estar allí, presente, sin inhibiciones, disfrutando la sensación de exceso,
hasta vaciar el bolsillo o hasta agotar las energías. Las modificaciones que ha
sufrido a lo largo de la historia no han alterado el carácter original de esta
fiesta popular. Sólo cambió el escenario de su realización, por razones de
espacio, al crecer el número de habitantes del puerto. Ahora el escenario
principal de la fiesta lo constituyen el Paseo de Olas Altas y el Claussen,
justo al pie del mar. La avenida costera, en esos tramos, se cierra al paso de
vehículos para construir en su interior un paréntesis a la vida cotidiana, una
temporada de excepción en el que algunas reglas sociales se vuelven laxas, en
el que situaciones que normalmente son mal vistas se toleran, en un ambiente de
seguridad que da como resultado fiestas en sana paz.
Todas las noches comprendidas
entre el viernes y el martes de carnaval, Olas Altas y el Paseo Claussen -los
mejores paisajes de Mazatlán, las tarjetas postales favoritas- se convierten en
un gigantesco centro de reunión y baile junto al Océano Pacífico. Kilómetro y
medio de avenida cerrada a la circulación de vehículos, calles y bocacalles
interrumpidas con vallas. Cerca de 60 mil personas ingresan al paseo en la
mejor de sus noches. Una enorme fiesta se abre a las elecciones particulares. A
todo lo largo del paseo se encuentran distribuidos numerosos templetes sobre
los cuales diversos grupos musicales ejecutan sus canciones y los “disco
móviles” reproducen sus cd. Aunque por lo regular algunas actividades
carnavaleras se realizan desde el jueves, la celebración oficial inicia siempre
en viernes y culmina el martes siguiente, víspera del miércoles de ceniza. Sin
embargo, el ambiente de fiesta empieza a sentirse en el puerto muchos días
antes. Las campañas de los candidatos a los reinados (de Carnaval, de los
Juegos Florales, Infantil y de la alegría o “Rey Feo”) ayudan a preparar el
ánimo carnavalero, provocando algunas manifestaciones que, de vez en vez,
recorren las calles de la ciudad armando alharaca y bulla. Otros eventos
carnavaleros importantes tienen lugar fuera de los días “oficiales” de la
pachanga: exposiciones en donde se divulgan aspectos históricos de Carnaval, la
Velada de la Artes, y la elección de la Reina, por ejemplo. En 1898, el
carnaval pasó de ser una celebración realizada espontáneamente por los
habitantes del puerto a ser una fiesta gobernada por un comité civil, una
“Junta”, creado para este propósito. Este rasgo lo convirtió en el carnaval más
antiguo del país de los que se organizan de esta manera. El martes 22 de
febrero de 1898, se abrió paso, entre la multitud arremolinada en las calles de
la plazuela Machado, la primera procesión de carros y bicicletas adornadas de
esta historia.
Para introducir un aire fársico al festejo, Gerardo de la Vega
fue ungido rey de la locura y se realizó un concurso entre los vehículos
decorados que desfilaron. Era este el primer carnaval organizado por un Comité.
El juego de la harina llegaba a su fin y se daba inicio la tradición moderna
del confeti y las serpentinas en las carnestolendas mazatlecas. En 1900 hizo
aparición estelar la figura de la Reina en la persona de Wilfrida Farmer,
limitada al papel de consorte de un rey absolutamente desquiciado –Teodoro
Maldonado o Teodorico– que se obstinaba en emitir decretos y consignas poco
racionales. En lo sucesivo, una pareja de paternales monarcas –elegidos a
voluntad del comité organizador– adornarían y pondrían “sabor al caldo”
carnavalero. El estilo de la participación de la mujer en carnaval cambió
cuando, a principios del siglo XX, se estableció un concurso popular para elegir
a la Reina mediante cupones recortables, publicados en el diario El Correo de
la Tarde, que debían ser depositados en ánforas colocadas en puntos
estratégicos de la ciudad. La Primera Exposición Regional del Noroeste,
efectuada en 1925, fue el primer intento para impulsar la deteriorada economía
mazatleca. En el marco de esta exposición, a propuesta del Dr. Rafael Domínguez
y el Ing. Alfredo Álvarez, la sociedad literaria “Vesper” colaboró con los
organizadores de esa feria, convocando a un concurso poético que dio origen a
los Juegos Florales; tres años después, en 1928, por primera vez un concurso de
esta naturaleza se integraría al Carnaval, como un preludio cultural al
jolgorio generalizado. En 1934 se organizó un segundo certamen, pero no fue sino
hasta 1937 cuando empezó la verdadera consolidación de la gaya fiesta en
carnaval. Desde entonces se determinó que la fecha de su celebración sería el
viernes previo a la quema del Mal Humor. En sus inicios el carnaval no estaba
diseñado para un público infantil, pero fue evidente el gozo que entre los
niños mazatlecos despertaron el ambiente de fiesta, los adultos disfrazados y
los desfiles alegóricos. Debido a ello y, también, por estar de acuerdo a la
intención moralizadora de los organizadores que pretendían hacer una fiesta
familiar y para todos los gustos, fue que el lunes 26 de febrero de 1900 se
verificó el primer desfile infantil de carnaval cuyos menudos tripulantes iban
vestidos de fantasía y disfraces variopintos.
En los años que siguieron se repitió
con bastante irregularidad esta manifestación infantil, pero en cambio no
transcurrió mucho tiempo antes de que niños mazatlecos fueran solicitados como
cortesanos carnavaleros y figuraran en compañía de adultos a bordo de carros
alegóricos y comparsas del desfile principal. En la década de los veinte se
organiza por primera vez una versión infantil del carnaval mazatleco,
reproduciendo las formas del carnaval adulto, pero sin sus excesos: se
eligieron monarcas, se realizaron desfiles, concursos de disfraces de fantasía
y bailes. Esta modalidad festiva sólo se realizó unos cuantos años y la
chiquillería mazatleca tuvo que esperar algunas generaciones para ejercer de
nueva cuenta su derecho a participar en un carnaval exclusivo. La monarquía
infantil se integró oficialmente al calendario de Carnaval en 1968 y su
elección se ha determinado mediante una competencia de votos económicos. Al
igual que en aquella primera manifestación de 1900, actualmente el día señalado
para los festejos infantiles es el lunes previo al martes de carnaval. En esta
fecha tiene lugar un baile para niños con concurso de disfraces y es coronada
una reinita ante la cual un artista de moda brinda su actuación. El Combate
Naval es una de las ceremonias más importantes y asistidas de todos los
carnavales. Esta ceremonia cuenta con algunos elementos conmemorativos, ya que
intenta recrear los cañonazos durante la guerra de intervención francesa. El
evento cuenta con cientos de miles de fuegos artificiales que explotan por el
aire uno tras otro. Esta ceremonia se realiza generalmente en Olas Atlas. La
Quema del Mal Humor es una constante que forma parte de las tradiciones del
carnaval en México. La ceremonia se trata de la quema de una gran efigie, la
cual representa un acto simbólico para quemar algo que generalmente causa
disgusto o malestar. Además, también se usa para limpiar los pecados cometidos
durante las fiestas, como una ceremonia de catarsis. Los desfiles del Carnaval
de Mazatlán ocurren en dos oportunidades. El evento consiste de un gran
espectáculo realizado por más de 30 agrupaciones de carnavales y 33 carrozas
temáticas completamente decoradas con increíbles diseños que van desde el
castillo más impresionante hasta diseños de selva tropical. Por supuesto, el
desfile cuenta con la Corte Real de Carnaval con decenas de reinas y reyes de
Carnaval. Toda su presentación es acompañada de cientos de bailarines con
impresionantes disfraces temáticos. Además, cuenta con varias agrupaciones folklóricas
nacionales e internacionales. Todo el acontecimiento es acompañado por
gigantescas carrozas con música a todo volumen, algunos de ellos con decenas de
personas sobre ellos para entretener al público a los lados de las calles.
Fuentes:
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