Carnaval de Lincoln (Argentina)
Al noroeste de la Provincia de Buenos Aires, existe una pequeña ciudad que se prepara para ser sede del evento a cielo abierto más grande del territorio bonaerense. Se trata de Lincoln, la ciudad de casi 45 mil habitantes que cada febrero recibe aproximadamente 300 mil visitantes que viajan desde todas partes a presenciar el tradicional Carnaval Artesanal.
Aunque desde octubre de 2018 la ciudad se convirtió en la
“Capital Nacional Carnaval Artesanal”, la historia de amor entre los linqueños
y el carnaval data de más de 130 años de historia. La tradición carnavalesca de Lincoln se remonta a
fines de la década de 1880. Con la llegada de los primeros inmigrantes, y
cuando recién comenzaba a edificarse la ciudad, se realizó el primer carnaval
que marcaría el inicio de una costumbre que define la idiosincrasia
linqueña. El 25 de septiembre de 1893
llegó el primer tren a la ciudad y la tierra comenzó a poblarse; los italianos
y españoles tuvieron la idea de mostrar en los desfiles las maquinarias
agrícolas, los caballos mansos de tiro y los antiguos tractores. Fue así como,
a principios del siglo XX, el desfile se desarrollaba en la avenida principal y
se jugaba con serpentinas y papel picado. En los primeros años de la década de
1910, los hermanos Gangoiti construyeron carruajes articulados con correas y
ruedas; y fue en 1913 cuando se anunciaron los grandes bailes de máscaras en el
teatro San Martín. En 1915, la Primera Guerra Mundial repercutió en el festejo
local y se prohibieron los trajes alusivos a las naciones en conflicto; en ese
momento, para participar y competir por los premios -que se entregaban en
moneda extranjera- los carros, chatas y coches debían circular adornados y
asistir todas las noches de carnaval. Los clubes también competían y
presentaban sus propias carrozas. En 1922, una fuga de presos inspiró la
memorable carroza “Penitenciaria de Buenos Aires”, eran trece presos con el
traje a rayas, centinela y guardiacárcel que llevaba un gran llavero. En 1928,
la llegada de la técnica cartapesta marcó el comienzo del carnaval artesanal y
la particularidad que distingue a este evento de todos los demás. El profesor
Enrique A. Urcola incorporó métodos artesanales utilizados en el Taller de
Escenografía del Teatro Colón, modelando las figuras con la superposición de
trozos de papel con engrudo. Ese año, Urcola confeccionó una carroza con
movimiento llamada “Peliculeros”, dando origen a lo que hoy es el principal
atractivo del carnaval: las figuras mecánicas. En los siguientes años, hizo una
pareja de abuelos que giraban sus cabezas y movían los ojos mientras se
hamacaban en un sube y baja. A partir de allí, los artesanos incentivados por
Urcola, fueron superando en cada una de las ediciones del carnaval su
creatividad, no solo por los personajes elegidos sino también por el material y
las técnicas de realización.
Luego surgieron las mini carrozas y las máscaras
sueltas. Así se conformó una tradición que ya lleva más de 90 años, una
costumbre popular que se asemeja al Carnaval de Viareggio, en el norte
de Italia, por la calidad de los trabajos y el espíritu carnestolendo que anima
esta celebración. A través de los años, los trabajos de los artesanos de
Lincoln fueron superándose cada vez más. No solo desde la cuidadosa técnica de
realización, que permite que las carrozas, máscaras sueltas y muñecudos puedan
moverse y gesticular con alto nivel de detalle, sino también por la elección de
los personajes y los temas del desfile, siempre de actualidad, buscando generar
risa y divertimento en los habitantes de la ciudad. Hacia 1935 la diversión giraba en torno al papel
picado y “lanza perfume”. Luego, el agua se convirtió en protagonista de los
festejos con chicos y chicas que llegaban con antifaz; humor político,
creaciones propias de lugar y tiempo, picardías criollas, máscaras sueltas y
carrozas de cartapesta completaban el atractivo. Hasta 1963, se trataba de
verdaderos corsos de agua y a partir de 1964 comenzó a jugarse con serpentina y
papel picado. Recién en 1967 el corso tomó proyección nacional a través de la prensa
y canales de TV porteños y la edición de 1970 se recuerda como la más exitosa:
hubo una visita multitudinaria y el Parque San Martín dio alojamiento a
turistas. Un año después, en 1971, José Marrone visitó el carnaval y el
artesano “Toto” Valfiorani hizo la histórica carroza con su caricatura. En 1974
aparecieron los autos locos y las máscaras sueltas; estas últimas se llevaban
sobre los hombros de los participantes, sin ayuda de ruedas. Los autos locos
nacieron junto a un grupo liderado por Julio Omar Bernini, quien creó la
primera flota de autos especiales, que más adelante sería conocida como “La
troupe de los autos locos de Lincoln”.
A partir de allí empezaron, a crearse
más atracciones mecánicas que aún hoy causan sensación. En 1980, cuando cumplió
400 años Buenos Aires, el carnaval de Lincoln participó con motivos del desfile
de Avenida de Mayo. Ese año adquirió especial importancia la elección de la
reina que tiene la misión de representar a Lincoln en los distintos eventos a
lo largo de su año de reinado. En 1985 se comenzó a usar telgopor en la
confección de cabezas en lugar de globos y los motivos se pintaban con colores
más brillantes. En 1994 Lincoln fue declarada Capital Nacional del Carnaval
Artesanal y en 2003 los carnavales comenzaron a tener shows de artistas
nacionales e internacionales de renombre. Fue en 2011 cuando aparecieron por
primera vez los venecianos, los cuatro muñecos que causan furor, realizados por
Néstor y Marcelo Vialforani. En 2016, se nombró al escenario mayor “Héctor Serazzi”,
creador del himno del carnaval de Lincoln y se eliminaron los fuegos
artificiales. Comenzaron a priorizarse las cantinas, tribunas y estacionamiento
para las instituciones educativas y se dispuso acceso a personas con
discapacidad. En octubre de 2018, los senadores nacionales aprobaron el
proyecto de ley que proponía a Lincoln como Capital Nacional del Carnaval
Artesanal.
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