Danza del Tecuani (México)

 


La Danza de Tacuani es una mezcla de antiguas costumbres prehispánicas y coloniales en donde se narra una historia de la época de las grandes haciendas. En ella se da caza terrible Tecuani, el felino devorador de hombres.

Así, contando en náhuatl y rematado en castellano, Juan Tirador le pago a Don Cleto el alquiler de sus perros rastreadores para poder salir a cazar al Tecuani que, al abrigo del monte, tiene azorrada la hacienda y amenaza constantemente al ganado. Esta escena se repite una y otra vez el atrio de las iglesias, cuyos diálogos han pasado de generación en generación y forman parte de este remoto rincón del Estado de México. El atrio de la iglesia se había convertido en un teatro del pueblo; en él se representaban varias danzas, ejecutadas al compás de diferentes instrumentos musicales. Los Concheros hacían sonar su inconfundible tambor prehispánico. Los arrieros toreaban un “torito” al ritmo de una solitaria flauta, mientras los Santiagos chasqueaban sus machetes. Pero una de las danzas más espectadores; es la Danza del Tecuani, que es más bien una representación teatral en la que participan aquellos que tienen más apego a sus antiguas costumbres; generalmente se trata de personas de escasos recursos y una larga tradición campesina. La Danza del Tecuani narra una historia antigua que revive los tiempos de las grandes haciendas, pero con una gran cantidad de detalles de las culturas prehispánicas. Tecuani significa literalmente, en nahuatl, “el que se come a la gente”, el devorador de hombres. Tigre o jaguar serían los términos equivalentes en español. El hecho de que esta danza se interprete en lugares donde hace siglos ha desaparecido el tigre, nos da una idea de lo remoto de su origen. Recordemos que los olmecas le rendían culto al jaguar en sus ceremonias rituales mucho antes de que llegaran los españoles a México; lo mismo hicieron los pueblos posteriores, y hoy vemos, en las ruinas de las antiguas ciudades prehispánicas, obras talladas en piedras o en jade que representan al tigre americano, al ocelote, al sac xakin, como se llama en maya, o al tecuani como se llaman hoy los danzantes.
Según los documentos que conserva el pueblo de Acatlán, esta danza se presentó por primera vez en 1890, con motivo de los festejos del Arcángel San Rafael el 24 de octubre. Se dice que la aprendieron de otras comunidades de Puebla, las cuales la conocieron en una peregrinación a Chalma con maestros de Guerrero. Con el tiempo, la danza se arraigó en Acatlán y adquirió características propias, a tal grado que actualmente forma parte importante de muchos de los festejos de la comunidad. La Danza de los Tecuanes consta de una coreografía llena de simbolismos y musicalizada con sones interpretados por instrumentos tradicionales. La danza representa a dos tribus, la chichimeca y la zapoteca, las cuales se confabulan para atrapar al jaguar, un elemento mítico para muchas de las culturas prehispánicas. Las tribus -representadas por viejitos de grandes sombreros (el viejo Moranchi y el viejo Lucas), máscara de madera con largas barbas, paliacate, huaraches, vestimenta bellamente decorada y “armados” con una soga- comienzan con la persecución del protagonista; el jaguar. Además de los ancianos comandantes de las dos tribus, se distinguen otras figuras importantes en la danza de los tecuanes, tales como los animales domésticos, representados por el perro, el toro y el burro. Entre los danzantes se distingue la figura del diablo, como símbolo de la adversidad; a la muerte con su guadaña; y a una curandera, la cual hace una limpia a los danzantes y al público con hierbas como albahaca y pirul que lleva en una canasta. El Tigre o Tecuani es el personaje principal en torno del cual se desarrolla la danza. Esta danza tiene más de 30 sones, cada uno de ellos representa alguna actividad o vivencia de la comunidad como puede ser el sembrar, cortar caña, una epidemia de sarna, o bien, estar dedicado a algún animal importante como la iguana, el toro, la liebre, etc.
Los danzantes sienten, gozan y bailan al son de la flauta y el tambor, saboreando cada nota emitida por el músico. Ellos bailan al compás de la música, con movimientos de pies, y emitiendo gritos para dar sabor, gusto y singularidad a los diferentes ritmos y sones. Los danzantes bailan en dos largas hileras, mientras el tecuani y su hijo merodean, siguen a su presa o se esconden en el monte, vestidos con sus trajes de manta pintada de amarillo con manchas negras. Sobre las cabezas de todos los protagonistas cuelgan una gruesa soga de 20 m aproximadamente que va de la entrada del atrio a la puerta de la iglesia. Por ella trepa el tecuani ágilmente en su intento de huir de los “tiradores” y, para deleite del público que los observa, se convierte en amo de la cuerda floja, meciéndose de ella y girando como un rehilete. Momento después se escucha una detonación de salva y el tecuani y su hijito caen al suelo: el personaje ha muerto, la hacienda está segura y todos festejan el acontecimiento. Después de los zopilotitos (niños de 8 o 9 años) y los perros rastreadores “devoran” los restos del tecuani y los integrantes de la danza lo rodean, todo parece haber concluido; sin embargo, no es así; el baile, el teatro, la comedia o como queramos llamarle, ya terminó, pero luego todos se dirigen al interior de la iglesia, el tecuani se quita la máscara y lo mismo hacen los demás personajes, todos le dan gracias al Señor del Santo Entierro y salen de la iglesia. La danza se realiza en diferentes fechas a lo largo del año. La primera es en la fiesta patronal de Acatlán de Osorio, que se celebra el domingo previo al 24 de octubre, día de San Rafael Arcángel; después se danza el 2 de noviembre en el panteón municipal, y también los días 12 y 24 de diciembre.




















































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