Iuga (Colombia)

 


La Juga es el espíritu de África que revive una vez al año en el norte del Cauca. La Juga es una variante del Currulao destinada a las celebraciones navideñas y otras fechas especiales. Tiene su verdadero esplendor en las balsadas o procesiones subidos sobre lanchas o canoas que navegan por los ríos del litoral Pacífico colombiano, en lo que se llama procesión acuática, llevan representaciones del Niño Jesús a la iglesia desde las aldeas cercanas, mientras se toca la Juga para acompañar la fiesta. Esta es una costumbre de los afrodescendientes colombianos para festejar el natalicio del Niño Dios para celebrar la fiesta de un santo patrón. En medio de la música, el canto, los rezos y los juegos de pólvora se transportan a altares construidos en ramas de palmiche en los que reposa la imagen del Niño Jesús, desde las diferentes aldeas hasta la iglesia del pueblo.

Esta tonada se caracteriza por conservar el compás de 6/8 muy utilizado en el Pacífico y en numerosos ritmos colombianos, como el Bambuco y el Pasillo, pero con una percusión más ligera y una forma lírica de dos voces: una de ellas canta estribillos y la otra interpreta versos hablados. Se trata de uno de los géneros más importante de toda la región Pacífica colombiana. Si se puede sintetizar en una palabra a la Juga, es con sabor, ya que su compás lo convierte en uno de los más cadenciosos de todos, y forma en la cual se expresan tanto el lamento como la celebración religiosa por parte de todos los que bailan y cantan. Su estructura vocal combina interacciones entre canto y narración, con lentos coros que se combinan con versos hablados, contando historias místicas del más allá en ambos tipos de ceremonias. La Juga es un estilo que se puede considerar como hermano menor del Currulao. Es una forma de canto con conjunción o juego de voces femeninas, a la manera del estilo responsorial, en el que la segunda voz asuma la melodía e interpreta los versos. Las adoraciones tienen como fin celebrar al Niño Dios. Existen diferentes versiones de cómo se inició esta práctica y de cómo se hacía en aquellos tiempos, una de ellas relata que en los tiempos de esclavitud los negros tenían que preparar todo lo pertinente a la fiesta para sus amos; cuando estos terminaban su fiesta les permitían a los esclavos celebrarla.
Para el festejo, se interpretan Jugas y loas; que son enseñados a los niños que participan y personifican a los personajes. Estos versos son enseñados por los adultos y los niños deben recitarlos de memoria en la celebración. En cada zona las adoraciones cambian, por ello es común encontrar que en cada lugar las Jugas cambien, aunque tengan el mismo significado. La Juga, o Baile de Reyes, es una de las pocas tradiciones de los esclavos africanos en Colombia que se resiste al olvido en el norte del Cauca. En esta tarea, la vereda (aldea) Dominguillo, en Santander de Quilichao, funge como guardiana de la cultura negra desde hace más de 150 años. La casa de Ana Lucía Caracas y su grupo familiar, ”Aires de Dominguillo”, han sido cómplices desde 1985. Ella y su esposo Walter Lasso, adecúan su hogar año tras año para que la Juga no muera; antes del Puente de Reyes de enero, despejan el patio y lo acondicionan como una pista de baile, alquilan decenas de bancas de madera, convierten en tarima el pequeño andén que bordea la estructura y se llena de energía para ofrecer un espectáculo de hasta diez horas, tocando sin interrupciones con el grupo familiar. En la Juga, los esclavos hacían gala de sus dotes musicales que, conjugados con el baile, recreaban el nacimiento de Jesús, la llegada de los Reyes y, como aporte africano, camuflaban sus dioses en danzas como “La mula y el buey”. Casi 400 años después, muchos asistentes a esta Juga, sin saberlo, están envueltos en una tradición que hace siglos sirvió como excusa para que cientos de esclavos, aprovechando la celebración, huyeran de las grandes haciendas del valle para poblar las montañas y bosques del norte del Cauca. La musicóloga Paloma Valderrama, quien investigó la Juga, señala que esta celebración reúne varias prácticas de la cultura afro, donde el papel de la música es central y sobre ella se hace la conducción de toda la festividad. Según el libro ”De sol a sol: Génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia”, como creadores en los escenarios de la cultura, la sociedad, la lengua y la literatura, los negros han sido forzados a la invisibilidad. La gran excepción aparece en los tablados de la danza y la música, a los cuales, sin embargo, no puede reducirse el enfoque de los negros de hoy y del futuro. La alegría se hace visible en una comunidad que carga a su lomo un legado cultural marcado por la represión y el deseo de libertad, precisamente esa sensación parece tomarse todos los espacios de la Juga.  























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