Gaga (Israel)
Las canciones pegajosas y videos exóticos de Lady Gaga causaron sensación entre adultos aniñados y adolescentes revoltosos a lo largo de todo el mundo. Sin embargo, la gente olvida que existe una segunda Gaga y no se trata de un juego de niños.
Ohad Naharin el director de la Compañía
de Danza de Batsheva, inventó una nueva técnica de baile con el nombre Gaga,
que desde hace años ha resultado ser una gran innovación dentro del mundo de la
danza tanto en Israel como en EEUU y Europa. En 1990, Ohad Naharin, uno de los
coreógrafos más prestigiosos e influyentes del mundo, creó su propia técnica de
movimiento, a la que denominó Gaga: se caracteriza por mantener
los brazos, las piernas y la espalda absolutamente flexibles, mientras que el
cuerpo se sostiene por un profundo arraigo al suelo, lo que permite movimientos
explosivos y dinámicos. El principal objetivo para su creador es que sus
bailarines sientan dentro de sí cada parte de su cuerpo y cada detalle del
movimiento. Suele decirse que la necesidad agudiza el ingenio. El lenguaje Gaga
surgió de una necesidad: su creador, Ohad Naharin, quien se vio obligado
a cambiar sus patrones de movimiento por causa de una grave lesión que sufrió
en la espalda, por lo que fue operado, pero le quedó un dolor terrible y
constante en la espina dorsal. Así buscó, y descubrió, nuevas formas y
sensaciones. Gaga es un método de trabajo que explora el movimiento a través
de técnicas de improvisación centradas principalmente en el desbloqueo del
cuerpo. Es la técnica que usan los bailarines de la compañía Batsheva
Dance de Israel, dirigida por Naharin desde 1990, aunque no está
enfocada únicamente a los bailarines profesionales, sino que es una práctica
que puede realizar cualquier persona. Gaga trata de la eficiencia del
movimiento, de su propia forma. Durante la práctica, no está permitido mirarse
al espejo, ya que se trata de “descubrirse” gracias al poder de la imaginación
y la musicalidad. “Si no fuera por el movimiento, que no será vinculante, si no
fuera por la existencia, no vamos a experimentar la emoción”, asegura Naharin.
A diferencia de las clases tradicionales de danza, en el salón de Naharin
los participantes reciben instrucciones verbales, nunca visuales. No hay música
en el espacio que se ocupa, ni movimiento alguno que se pueda copiar, ni
combinaciones que se deban de aprender. El método Gaga posee una serie de
palabras, a modo de código, que significan formas particulares y que indican
las partes del cuerpo que intervienen en el inicio y el sentir de ese movimiento.
El resultado son movimientos originales y precisos, extremidades muy flexibles,
ráfagas explosivas y una gran vitalidad. Todo ello hace que, al combinar
explosividad física en contraste con la calma, las obras de este coreógrafo
provoquen un gran impacto en el público. Gaga lo bailan los profesionales,
pero es para todo el mundo, por ejemplo, una persona que nunca ha practicado
ningún deporte y un atleta olímpico, tendrán mucho en común física y
genéticamente, incluso en sus habilidades. Uno de los dos correrá más rápido,
pero los dos pueden correr. Hay un enorme denominador común entre todos. Y esa
es la única verdad. Hace ya casi treinta años, un chico llamado Tomer Heymann servía
cafés en Tel Aviv, completamente ajeno de que la pareja atractiva que le dejaba
generosas propinas eran Ohad Naharin y Eri Nakamura, las
personas que le obsesionarían durante una década entera de su vida. ¿Por qué?
Porque, mientras este joven se curtía tras la barra de la cafetería, tuvo la
oportunidad de ver en directo a la compañía de danza Bateshva y quedó
completamente obnubilado. Fue más de tres veces a ver el mismo espectáculo,
hasta que se coló entre bastidores con una cámara para intentar grabarlo. Ahí
fue cuando relacionó al cliente usual de su trabajo, el que iba con su pareja
asiática y pedía siempre un plato de arroz y un pastel de aceite de oliva.
Ohad
Naharin le pilló infraganti entre bambalinas y le espetó que jamás
volviese a grabar su trabajo. Pues bien, la insistencia de Heymann no solo convenció
al coreógrafo de realizar un documental sobre su forma de bailar, sino que
consiguió inmiscuirse en sus clases y en su vida personal durante 8 años,
accediendo a las cintas de vídeo de la infancia de Ohad, lo cual le llevó
cerca de 125.000 dólares digitalizarlas y casi un año para visionarlas. Así, en
2015, dio por fin con el documental más exitoso de la historia de Israel: “Mr.
Gaga”. En él se pueden ver los más de 30 trabajos que ha realizado con
la Bateshva,
y los que hubo antes de ella, su conciencia política y su sutileza a la hora de
expresarla; porque para Ohad Naharin la narración del
sufrimiento mundial resulta aburrido comparado con la habilidad de una persona
para utilizar texturas y movimientos con múltiples capas. Lo que está claro, es
que la diversidad religiosa, política y étnica de la que disfruta su compañía
son difíciles de apreciar en el propio país para el que bailan. “Mr.
Gaga” habla de todo esto y mucho más. Gaga tiene dos pistas
educativas que se enseñan en Israel y en varios otros países: Gaga/Dancers
está destinado a bailarines capacitados y comprende el entrenamiento diario de Batsheva
Dance Company; mientras que Gaga/People está diseñado para el
público en general y no requiere formación en danza. Las clases Gaga/People
son fuera de su compañía, y están abiertas a todo el mundo que tenga más de 16
años, sin importar su bagaje o capacidad. No se necesita experiencia previa. En
lugar de copiar una coreografía o imitar un movimiento, los alumnos interpretan
la información que se les da tal y como ellos encuentran oportuno, para
explorar sus propias habilidades y su propio placer. Porque eso es lo más
importante: mejorar la flexibilidad, la conciencia de uno mismo y el placer del
movimiento. A estas clases asisten octogenarios, personas con discapacidad, con
sobrepeso…
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