La Milonga
Surera es una especie lírica del folklore argentino. Esto quiere decir
que no se baila, sino que se toca y se canta. Su carácter es nostálgico, y su
tempo bastante lento. Es habitual encontrarla en modo menor, lo que refuerza su
atmósfera melancólica y gris. Existe otra clase de Milonga, prima del Tango,
urbana, más rápida, que sí se baila. La región de pertenencia por excelencia de
la Milonga
Surera es la región pampeana. Para entender el nombre de esta música
vale hacer una aclaración de tipo histórico-geográfico: a mediados del siglo
XIX, época en la cual se puede fijar aproximadamente la aparición de las Milongas,
lo que se denominaba “frontera”, no iba más allá de lo que hoy es el sudoeste
de la provincia de Buenos Aires. El resto del territorio no estaba aún bajo el
control del Estado, sino ocupado por pueblos aborígenes. De modo que esa región
pampeana era “el sur”, al menos de lo que en ese entonces se consideraba la
“civilización”. Posteriormente el estado argentino ocupó la totalidad del
territorio, y la Pampa ya no fue el sur. Pero la expresión quedaría, como
resabio del estado de cosas en un tiempo histórico. Las Milongas Sureras se tocan
tradicionalmente con guitarra, usándose como acompañamiento para el canto una
textura de arpegios. La línea de bajos lleva un ritmo presente también en otros
géneros de la música argentina y otros países latinoamericanos, como el Candombe,
la Habanera
y el Rasguido
Doble. El guitarrista y compositor argentino Jorge Cardoso, se refiere
al probable origen africano de la palabra milonga: "en el Golfo de Guinea
existen palabras tales como “mulonga” y “melunga”, que significan precisamente
palabra; el plural es “milonga”, palabrerío". El origen de la Milonga
se suele discutir. Se sabe, sin embargo, que contiene elementos afro en su
constitución rítmica e influencias de danzas criollas y europeas llegadas a
Buenos Aires y Montevideo a través de varias vías, principalmente de Perú,
España, Brasil y Cuba. Se daba en aquella época el fenómeno que se conoce como
“de ida y vuelta” ya que los géneros viajaban de América a Europa y viceversa
sufriendo transformaciones y adaptaciones en cada región.
La Tonadilla
Escénica –antecedente de la Zarzuela- llevó el género musical
denominado “Tirana” a Cuba, donde evolucionó y adquirió características
locales propias, además de un nuevo nombre: “Guajira” (término que en
Cuba significa «campesina»). En los viajes de ida y vuelta entre Cuba y lo que
actualmente es España, la “Tirana” convertida en “Guajira”
volvió a territorio actualmente español, más precisamente a Andalucía. Allí la Guajira
se aflamencó y esa variante fue la que llegó a Buenos Aires. Se estima que, aproximadamente,
el arribo de la Guajira aflamencada a Buenos Aires podría haber tenido lugar
entre 1822 y 1830. Este “parentesco” musical también se podría apoyar en la
similitud que hallaron Roberto Selles y Marcelo
Oliveri entre la Milonga Pampeana y la Guajira
flamenca, la primera vez que oyeron una de estas últimas. El español José
María Salaverría ya había escrito en “Tierra Argentina” (1910), lo siguiente: “Las Milongas se parecen a las
Guajiras
de Cuba”. Podría representar otra prueba de esta posible genealogía musical la
antigua Milonga pampeana llamada “La paloma indiana”, recogida y
grabada por el folklorista argentino Mario Pardo. En esa grabación se
advierte notoriamente este posible origen de la Milonga. Además, se sabe
que esa canción es una Guajira convertida en Milonga.
Por otro lado, la Milonga más antigua de la que hay registro data de poco antes
de la Batalla de Caseros (1852). La misma habla del inminente arribo de Urquiza
a Buenos Aires, y es conocida como “Milonga Rosista”. El nuevo género
musical llegado a la región pampeana, la “Guajira acriollada” o “Milonga
antigua”, no tardó en hacerse popular. De hecho, para 1854 era tan
popular que según Josué Teófilo Wilkes y Blanco: “…había pasado la época de
cielitos y medias cañas. La Milonga vino a suplantarlos…”.
Prueba de la popularidad de dicho género musical es que, ya para 1860, los
cantores de Milongas parecían multiplicarse en la República Argentina. El
considerado mejor payador de todos los tiempos, el afroargentino Gabino Ezeiza,
fue quien introdujo el ritmo de Milonga a la Payada.
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