Tsapiky (Madagascar)

 

El sudoeste de Madagascar es una tierra de pesca, ganadería y minería. Por lo tanto, no es una región homogénea en lo que respecta a estilos de vida, pero tampoco étnicamente. No obstante, existe un punto de encuentro para todos, un género musical vertiginoso y alegre llamado Tsapiky.  

Guitarras aceleradas, percusión galopante, gritos frenéticos y bajos cadenciosos generan una atmósfera alegre y de celebración, aunque originalmente se trate de una música utilizada en ceremonias tradicionales, incluyendo funerales, aunque también circuncisiones y bodas, donde la música y la fiesta puede darse sin parar durante tres días o más. Y es que para los habitantes de Toliara estos eventos de vida y muerte, forman parte de su cotidianidad, por lo que, aunque los funerales no suelen ser motivo de celebración, son parte del ciclo de la existencia.

Toliara es el pueblo más grande de una enorme región rural seca poco poblada, pero que cuenta con granjas de ganado y minas de zafiros donde los locales trabajan, pero rara vez se benefician. Para algunos la música Tsapiky es una forma de conseguir trabajo.

El etnomusicólogo francés, especialista en música malgache, Julien Mallet, que ha visitado Toliara, afirma que el Tsapiky es “como la bandera de la ciudad”. Relata además: “Los músicos que vienen del campo se unen a las bandas de la ciudad. Cuando el grupo ha adquirido cierto nivel de fama, las comunidades rurales le piden que toque en ceremonias como entierros y circuncisiones”.

Estas ceremonias son muy importantes. Las familias vienen de lejos con regalos, con miras a formar parte de una celebración donde se puede comer, beber y bailar.

Es parte de una historia de contactos y mezclas musicales que, durante la segunda mitad del siglo XX, favoreció la invención de música original con un carácter regional. Repertorios malgaches como Kinetsanetsa (atribuido a los costeros Vezo) y Renitra (atribuido a los bosques Masikoro) se mezclaron con contribuciones de África continental, particularmente Sudáfrica. Es en este suelo que germinó el Tsapiky, un género nuevo, pero de ninguna manera separado del fermento musical que parecía animar la región cuando terminó la primera República en 1972 y comenzó un período experimentado por muchos como una segunda independencia.

Los inventores del Tsapiky continuaron la mezcla que había comenzado anteriormente para crear un género que pudiera percibirse como nuevo y, por lo tanto, corresponder a los nuevos tiempos experimentados por una nueva generación. En la región de Tulear, adquirió una popularidad que la convirtió en el eje esencial de cualquier manifestación importante de la vida social.

Inicialmente, el Tsapiky se interpretaba con instrumentos acústicos. Las guitarras acústicas, a menudo con afinaciones innovadoras, jugaban un papel central, buscando emular los sonidos percusivos y melódicos de instrumentos más antiguos como la Lokanga. Los percusionistas utilizaban tambores y otros objetos para crear el pulso inconfundible del género.

Sin embargo, la década de 1980 fue crucial para la evolución del Tsapiky. Fue en este período cuando el género se electrificó, incorporando la guitarra eléctrica, el bajo y la batería. Esta electrificación no solo amplificó el sonido, sino que también le dio al Tsapiky una energía renovada, haciéndolo aún más bailable y accesible para un público más amplio. La guitarra eléctrica, en particular, desarrolló un estilo de punteo y ritmo muy característico que sigue siendo una marca del Tsapiky moderno.

Desde entonces, el Tsapiky ha disparado su popularidad, consolidándose como una música urbana y rural que resuena en toda la isla, aunque su epicentro siga siendo el suroeste.

El Tsapiky es más rápido que otros ritmos de Madagascar, y la guitarra eléctrica tiende a emular a un instrumento típico de la isla llamado marovany, una cítara tipo caja de madera, en forma de maleta, muy utilizada en la música malgache. El marovany se toca también en ceremonias como funerales, en las que se cree que la música ayuda a llegar a un estado de trance.

Fue en los 80 que los instrumentos modernos comenzaron a formar parte del Tsapiky, pero fue en los 90 que comenzó a haber un entusiasmo nacional por esta música. En el año 2000, con el lanzamiento del compilado “Tulear Never Sleeps”, a través de la disquera Earthworks, el género empezó a ser conocido en el extranjero. No obstante, ese trabajo mostraba el Tsapiky tradicional que se tocaba en las aldeas rurales veinte o treinta años antes, y no el estilo más moderno que, por aquel año sonaba masivamente en las radios, de la mano de artistas como Tearano, Terakaly, Jarifa y Mamy Gotso.

El ritmo del Tsapiky es rápido, repetitivo y con un pulso muy marcado, que invita a un movimiento corporal casi incontrolable. Esta cualidad “espasmódica” se refiere a la forma en que el cuerpo reacciona a la música, con movimientos rápidos y a veces bruscos.

Las canciones de Tsapiky están diseñadas para mantener un alto nivel de energía durante largos períodos. Las festividades pueden durar días, y la música Tsapiky se toca “sin parar, excepto para comer”, lo que demuestra la resistencia tanto de los músicos como de los bailarines. No hay otro ritmo que mantenga a la gente bailando de esta manera durante tanto tiempo.

Aunque los instrumentos melódicos son importantes, la percusión es la columna vertebral del Tsapiky, creando una base rítmica compleja y pulsante que es el motor de la danza.

Las melodías suelen ser pegadizas y se basan en patrones repetitivos, lo que facilita el baile y la participación colectiva.

Las armonías son generalmente sencillas y directas, priorizando el impacto rítmico y la energía sobre la complejidad armónica.

El virtuosismo de la guitarra es a menudo un elemento destacado, con guitarristas que desarrollan estilos de punteo rápido y rítmico que emulan los sonidos de instrumentos tradicionales malgaches.

La influencia sudafricana en el Tsapiky se siente en el canto poliarmónico, algo muy común en las tradiciones vocales a capella de ese país. Este tipo de copla puede ser interpretado por cantantes femeninas, que repiten variaciones en un coro corto a lo largo de la canción.

La reciente invasión de grupos armados de ladrones de ganado alrededor de Toliara ha traído una serie de problemas a la comunidad. Las fuerzas del gobierno han respondido despiadadamente, atacando con fuerza e incluso quemando pueblos. La llegada de esta mafia de ladrones ha creado una atmósfera de miedo. Las bandas de Tsapiky que en el pasado tocaban en tres o cuatro ceremonias al ahora tienen suerte si tocan una. Por otro lado, y, a pesar de ese panorama, François Balafomanga dice que la música Tsapiky no ha perdido nada de su influencia en la imaginación de la gente, incluso en la de los propios ladrones de ganado.

Uno de los principales artistas Tsapiky de la actualidad es el veterano guitarrita Damily, quien ha vivido en Francia durante los últimos 20 años, pero que ha vuelto en varias ocasiones a su Toliara natal para tocar allí.

Recientemente la disquera francesa Bongo Joe anunció el lanzamiento de una nueva compilación de algunas rarezas musicales del legendario Damily, bautizada “Early Years: Madagascar Cassette Archives”. Se trata de un álbum con seis canciones. El lanzamiento es en vinilo y digital, habiendo convertido las grabaciones originales de cassettes lo-fi para ambos formatos.

Este álbum busca mostrar un panorama de la música Tsapiky a través de la carrera de Damily, con una serie de temas elegidos de cuatro de sus álbumes, grabados entre 1995 y 2002. Cantado en malgache, el sonido Tsapiky característico de Damily es mostrado a través de un ritmo abrasador que se toca en parches de piel de cebú, guitarras eléctricas destartaladas y voces agudas, que son amplificadas en equipos locales de construcción propia y de bricolaje.

 

 

Fuentes:

 

• Ritmosglobales.com

• Journals.openedition.org

 

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