Nocturno

 

 

El Nocturno nació como género musical en los últimos años del Clasicismo, consolidándose durante la etapa romántica posterior, como un modelo musical de gran sensibilidad y atractivo, gracias, en gran medida, a la labor pianística de compositores como Chopin, quienes elevaron el género a su máximo esplendor.

La denominación Nocturno se le daba, en una primera instancia, en el siglo XVIII, a una pieza tocada a momentos, generalmente en fiestas de noche y después dejadas a un lado. Algunas veces llevaba consigo el equivalente italiano, Notturno, con trabajos como el “Notturno en D para cuatro orchestras”, K.286, y la “Serenata Notturna”, K. 239, de Mozart. En aquella época, estas piezas no eran necesariamente inspiradas o evocadoras de la noche, sino que habían sido escritas para que se tocaran de noche, como sucede con las serenatas. Más tarde, sirvió para nombrar a las romanzas de de Beauplan o Duchambgé que eran a varias voces y tenían un estilo melancólico y sentimental pero no terminó sentando un precedente como género musical y se acabó finalmente por designar a cualquier obra o género cuya interpretación fuera por y para la noche. Los Nocturnos son vistos generalmente como piezas tranquilas, seguidamente expresivas y líricas, y ciertas veces un tanto oscuras. En su forma más común (vale decir, como una pieza de un solo movimiento generalmente escrita para un solo de piano), el género fue cultivado principalmente en el siglo XIX. Los primeros Nocturnos escritos con ese nombre fueron compuestos por John Field, generalmente visto como el padre del Nocturno romántico tal como se lo conoce hoy, un compositor y pianista irlandés quien produjo una serie de obras para teclado bajo este nombre. Estas obras, según dijo Liszt en el prefacio de la publicación de Field, abrieron el camino a todas las obras de emociones subjetivas y profundas como baladas, impromptus, canciones sin palabras, etc.
La obra de Field se caracterizaba por un estilo sensible y un aire melancólico, algo, muy novedoso en la época. La melodía, llena de lirismo seguía una estructura ABA, en el que la sección central, como era costumbre, introducía un nuevo tema contrastante más agitado y percutido, en oposición a los temas extremos, muy melódicos y con un acompañamiento arpegiado que tocaba un amplio registro de la sección grave con ayuda del pedal fuerte en el piano. Tras Field, el gran continuador del legado del Nocturno fue Chopin, que a diferencia del irlandés, poseía un gran virtuosismo y mayores recursos compositivos, pero no por ello, el Nocturno se convirtió en una obra imposible de ejecutar, ya que primaba el poder sentimental más que el técnico. Chopin, al igual que otros contemporáneos suyos que adoptaron este género como Liszt o Schumann, adoptaron la manera compositiva de Field; melodía melancólica, pausada y sentimental con acompañamiento arpegiado que dota de sentido armónico al conjunto; aunque la estructura ABA no era una norma, ya que podían emplearse otras estructuras, como por ejemplo, la de la Barcarola. El Nocturno romántico desarrolló un estilo melódico lleno de ornamentos sin precedentes, lleno de curvas ascendentes y descendentes con amplios arpegios. El uso de recursos modales y modulantes donde se pasa con facilidad de una tonalidad a otra y el empleo de disonancias, cromatismos y enarmonías que terminan dando al conjunto una atmósfera mística y de ensoñación. A pesar de que el Nocturno se convirtió en una obra exclusiva para piano, otros compositores decidieron experimentar con el género adaptándolo a otro tipo de agrupaciones.
Así César Franck compuso Nocturnos para piano y coro, Debussy para orquesta y coro (aunque en este caso hace referencia al carácter y no al género) o Shostakovich, que en su “Concierto para Violín Nº 1” utilizó el Nocturno como primer movimiento. Una de las piezas más famosas de música de salón del siglo XIX fue el “Quinto Nocturno” de Ignace Leybach, quien está en el olvido. Ejemplos de Nocturnos incluyen el nocturno para orquesta de la música de Felix Mendelssohn para “Sueño de una noche de verano” (1848), el seguido de tres nocturnos para orquesta y coro femenino de Claude Debussy (que también compuso uno para piano) y el primer movimiento del Concierto para Violín Número 1 (1948) de Dmitri Shostakóvich. El compositor francés Erik Satie compuso una serie de cinco pequeños Nocturnos. Estos eran, sin embargo, bastante diferentes a los de Frédéric Chopin y John Field, basados en acordes menores. El primer movimiento de la “Sonata de Claro de Luna” de Beethoven, ha sido también considerado un Nocturno, a pesar de que Beethoven no lo describiera como tal.

 

 

Fuentes:

 

• Tono-menor.blogspot.com

• Es.wikipedia.org

 


 

 
















































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