Contradanza (Perú)

 

 

La Contradanza es actualmente un símbolo máximo de identidad en Huamachuco, Perú. Tanta magnificencia, sin embargo, se ve opacada por la carencia de investigaciones en lo que a su origen y desarrollo respecta.

Esta danza tendría, según algunos investigadores, casi quinientos años y seria, por tanto, tan vieja como los propios españoles que arribaron en el siglo XVI, a quienes, además, representa. En esos casi cinco siglos de práctica, los estudiosos se han fijado en ella recién a partir de 1990 y solo la han abordado científicamente en el 2012, para declararla Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. La teoría plantea que la Contradanza se originó en 1536, cuando indígenas de Huamachuco vieron bailar a españoles y empezaron a imitarlos, en son de burla y rechazo, dándoles la “contra”, forjando así uno de los mayores símbolos de resistencia contra el poder español y los abusos del colonialismo. Cuando los españoles llegaron al Perú, en el siglo XVI, cargaban consigo los discursos de “civilizaci6n” y fe “verdadera”. Para ellos, las poblaciones existentes allí tenían un modo de vida salvaje y sus creencias eran falsas. Por eso, afirmaron traer la civilizaci6n que tanto les hacía falta y una “verdadera religión” que los alejaría del paganismo que tanto condenaban. En Huamachuco, ambos se dieron a partir de 1551, con la presencia de los primeros sacerdotes agustinos, grandes y férreos defensores del dogma cristiano y grandes perseguidores y destructores de las creencias indígenas. Esta orden religiosa se asentó en Huamachuco, edificando enormes y significativas construcciones eclesiásticas en la ciudad -levantadas sobre anteriores edificaciones incas­ que sirvieron de base para sus operaciones. Los agustinos quemaron y destruyeron las divinidades locales, condenaron y castigaron férreamente las costumbres religiosas indígenas; combatieron, sin duda ni recelo, todo aquello que atentara contra el poder de la iglesia en particular y de la corona española en general.
En la década del 90 apareció el boom de las danzas en Huamachuco. Nacieron los talleres citadinos que tomaban danzas de la zona rural, principalmente aquellas que se presentaban en agosto durante la fiesta patronal. Empezaron a practicarlas todo el año. Las presentaban en escenarios diversos; superando los propios límites geográficos y llegando a lugares como Trujillo y Lima. Una de las más practicadas fue justamente la Contradanza. Se bailaba en instituciones educativas, concursos y en eventos nacionales, representando ya desde entonces a Huamachuco. La poblaci6n comenzó, por estas razones, a prestarle un interés particular. Aquel interés conllevó a la necesidad de saber más. Todo el contexto descrito implicaría, por tanto, la necesidad urgente para la época de brindar una interpretaci6n sólida a una manifestaci6n cultural que empezaba calar en la población, a imbricarse con su sentido de pertenencia social y a contemplarse como elemento potencial para edificar una identidad cultural con base propia. Aristóteles Cruz Ledesma, docente de Educaci6n Primaria y artista, era, por entonces, la persona que más trabajaba en la historia de su pueblo. Si alguien hubiese sido llamado a responder sobre la Contradanza, habría sido él. La teoría de la “burla a los españoles” aparece escrita y desarrollada, por primera vez, en un Programa de Fiesta Patronal del año 1999, donde Aristóteles Cruz Ledesma figura como autor de los textos, fotografías y diagramación. Se desplegaron en ese párrafo tres ideas base:
a) la danza es propia de Huamachuco y se practica por hombres de la zona rural, b) fue creaci6n de estos como burla hacia los bailes cortesanos españoles y c) que el ridiculizarlos significó “contrariarlos”, y que, en base a esa contradicción, surgiría espontáneamente la denominación Contradanza, que significaría, por tanto, una “danza que da la contra”. Este baile conserva el diseño original de dos filas paralelas que avanzan encabezadas por el “delantero”, bailarín más experimentado que guía a la comparsa. Cuando las hileras son mixtas (hombres y mujeres), los guías de ambos sexos forman la pareja del capitán y la capitana. Bailando alrededor del grupo está el caporal, interpretado tradicionalmente por un agente municipal. Delante del grupo está el guardia, llamado tradicionalmente como “cachito”, por llevar una máscara de tela de color rojo que remata en un cuerno coronado por una borla, cuya función es despejar el paso de los bailarines con ayuda de un látigo. Al final del grupo va el músico que toca la flauta y que va acompañado por otro ejecutante que toca una caja o tambor. La vestimenta de la Contradanza muestra su original colonial tardío en el uso de las prendas derivadas de la moda del siglo XVIII, tal como se presenta en una comparación con los dibujos del Tratado del cronista español Baltazar Martínez de Compañón, que incluye a población de Huamachuco. Esta adopción fue consecuencia de la imposición de la vestimenta española debido a las rebeliones indígenas que culminaron con la liderada por Túpac Amaru II (1777-1781), como un modo de reprimir toda forma de resistencia cultural.
En términos generales, la vestimenta de la Contradanza presenta una combinación de colores vivos y contrastantes, rojo y verde, predominantes en la vestimenta tradicional de Huamachuco. Consta en primer lugar de un saco o chamarra de manga larga, de un color vivo de fondo que puede ser rojo, amarillo, verde claro o azul, con blondas, cintas y encajes en el área del pecho, los hombros y las bocamangas. Por encima van dos cintas que se cruzan en el torso y en cuyo punto de cruce llevan un diminuto espejo redondo en un marco en forma de sol radiado. La parte inferior de la camisa, que va de la cintura hasta la altura del muslo, es amplia y plisada a modo de falda. Debajo de esta se lleva un faldón algo ajustado que asoma por debajo de la camisa. El pantalón negro está remangado por debajo de las rodillas, siendo su doblez decorada con “maichiles” secos usados como sonajas. Por último, llevan medias largas de color café, tomadas de las antiguas medias de seda, y calzado de color negro cerrado. El tocado consiste en un sombrero de ala ancha hecho de paja de junco o palma, con el ala delantera levantada. La música de este baile es ejecutada por el maestro que toca la flauta, acompañado por un ejecutante de caja o tambor. La flauta es de pico, de unos 72 centímetros de largo, con dos agujeros en la parte distal anterior y uno en la cara posterior. La caja es un tambor de doble membrana.

 

 

Fuentes:

 

• Andina.pe

• Researchgate.net

 


 





































 

















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