Diablicos de Huancabamba (Perú)

 

 

La danza Los Diablicos de la provincia de Huancabamba, departamento de Piura, se celebra el 16 de julio de cada año durante la Festividad de la Virgen del Carmen y teatraliza la batalla incesante entre las fuerzas del bien, representadas por el arcángel San Miguel, y las del mal, personificadas en el diablo capataz y sus huestes demoniacas.

En cada danza, la coreografía visibiliza mediante alegres compases de música y elegantes pasos de baile, la lucha entre el arcángel que protege a la Virgen del Carmen y los demonios que buscan capturarla. En la danza Los Diablicos, la comparsa es conformada por numerosos bailarines que acompañan a la Virgen del Carmen en su recorrido por los principales barrios de Huancabamba. Son cuatro los personajes que participan en esta representación dancística: el arcángel, el diablo capataz, los diablicos o diablos de fila y el burrufá. El arcángel San Miguel es caracterizado por un niño de hasta 11 años de edad quien, personificando a las fuerzas del bien, protege a la Virgen del Carmen de la intención del diablo capataz de robarla. Viste una túnica con blondas, medias y zapatos, todo de color blanco, así como una capa azul con flecos dorados o plateados y alas blancas. En la mano derecha porta una espada corta y curva con la que hace frente al diablo capataz. Completa la indumentaria una peluca de cabello negro largo y rizado, y una corona dorada sobre su cabeza. Su antítesis, el diablo capataz, se presenta como un demonio mayor que lidera un séquito de diablicos o diablos de fila, quienes lo acompañan danzando a su alrededor. El diablo capataz viste casi en su totalidad de color negro, al llevar camisa, pantalón y medias de dicho color. Su estatus de demonio mayor se distingue por el uso de una capa de dos colores, negro en el exterior y rojo o verde en su interior.
Además, lleva un cinturón de tonos metálicos y rodilleras con cascabeles que contribuyen al ritmo de la danza. La pechera y el delantal porta coloridos bordados asociados a la Virgen del Carmen. Este personaje porta un bastón negro de madera con asa curva que emplea para enfrentar al arcángel Miguel durante el baile. Por último, el elemento visual más resaltante de este personaje es la máscara roja y disforme hecha de latón laminado. Sobre ella se impone un vistoso tocado, elaborado con flores y espejos, y engalanado con un gran abanico de plumas de pavo real. Asimismo, numerosas y largas cintas de colores se suspenden por detrás de la cabeza de este personaje. Por su parte, los trajes de los diablicos o diablos de fila se caracterizan por ser multicolores, al gusto de cada danzante. Todos llevan máscaras hechas con latón laminado que simulan rostros humanos deformes con trompa, orejas de cerdo y grandes cuernos. Al igual que en la vestimenta del diablo capataz, sobre la máscara se aprecia un vistoso tocado elaborado en base a flores y espejos, así como un gran abanico hecho con plumas de pavo real. Los diablos de fila cubren su cabeza con un pañuelo que cae por la espalda y se une a un conjunto de cintas multicolores y mechones grandes de cabello o crines de caballo. Mientras tanto, la pechera y el delantal se encuentran bien adornados con mostacillas e hilos brillantes. En estos elementos se suelen apreciar escapularios de la Virgen del Carmen. Completan la vestimenta, unas medias de nylon de tono neutro, unos botines blancos y cascabeles en las rodillas. Cabe destacar que los diablicos o diablos de fila usan dos pañuelos multicolores y no llevan capa.
Por último, el burrufá representa a un demonio menor, de actitud pícara, que impone el orden frente a la multitud que participa en la procesión, al abrir espacio para el avance de la comparsa. Este personaje viste un traje multicolor con bordados elaborados a base de mostacillas e hilos metálicos. Se caracteriza por el uso de una máscara hecha de latón laminado que presenta el rostro amorfo de animales como el asno o el lagarto, con orejas y cuernos desproporcionados. El burrufá cubre su cabeza con un pañuelo que desprende una larga trenza hecha de soga de cabuya, la cual se extiende hasta la pantorrilla. En la mano derecha porta un látigo con el cual impone orden entre la multitud. Este elemento es uno de los que emplea el demonio cristiano para infligir castigo a las almas que habitan el averno. La danza de Los Diablicos de Huancabamba se desarrolla en cinco momentos, en los cuales el acompañamiento musical resulta fundamental. En el primero, los instrumentos de la tarola y el bombo toman protagonismo a manera de anunciantes del inicio de la representación, haciéndose expresa a la población la malévola intención de robarse a la Virgen del Carmen. El segundo momento se inicia con el acompañamiento del clarinete con una melodía sin pausa que abre la danza del burrufá, quien baila en el núcleo de formación, por delante del diablo capataz, quien por momentos lo amenaza con algunos movimientos. El tercer momento empieza con la danza del arcángel San Miguel, acompañado por el sonido del clarinete. Él se encuentra de espaldas a la Virgen del Carmen, protegiéndola del diablo capataz, quien intenta por todos los medios pasar el límite de protección.
Ambos personajes avanzan y retroceden al compás de la música. Mientras el arcángel frena el avance del diablo capataz con su espada, este levanta su capa y mueve su cabeza, moviendo su bastón a manera de arma para amenazar con atacar a su oponente. Con el tronar del trombón empieza el cuarto momento de la danza, donde el arcángel se ubica debajo del anda de la virgen para engañar al diablo capataz haciéndole creer que ella está desprotegida. Es entonces que los diablicos o diablos de fila conforman parejas y danzan frente a frente, agitando sus pañuelos multicolores y tocados. Con el quinto momento se ejecuta la parte final de la danza y en ella se representa la muerte del diablo capataz, quien muestra signos de debilidad y agonía, agachándose y realizando movimientos torpes, hasta que finalmente cae. Entonces, el arcángel Miguel se aproxima al cuerpo yacente y coloca su pie derecho sobre el pecho del diablo capataz en señal de triunfo. Una vez derrotado, los diablicos o diablos de fila se retiran las máscaras para venerar a la Virgen del Carmen, lo que representa el triunfo del bien sobre el mal y la redención de los demonios. Los danzantes, como muestra de devoción y entrega espiritual, rinden homenaje a la Virgen del Carmen, le agradecen por los favores recibidos y renuevan sus promesas. La música de Los Diablicos de Huancabamba es interpretada es interpretada por la banda de San Pedro de Huancabamba.

 

 

Fuente:

 

• Andina.pe

 



























































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