El Bandoneón (Alemania)



El bandoneón se originó en Alemania, lo más aceptado es que su nombre deriva de uno de sus probables creadores o al menos su principal difusor: Heinrich Band y en cuanto al sufijo que sucede al nombre hay opiniones divididas, aunque prevalece la que sostiene la formación de una suerte de cooperativa para solventar la construcción del instrumento, dando origen al término band-union, transformado por razones de eufonía en bandonion.

En nuestro país se habría llegado a bandoneón cuando para ser exportado a países de Sudamérica se lo escribió así. Y en la Argentina tuvo varios derivados tanto orales como escritos, se lo denominó mandoleón, mandolión, bandoleón, bandolión, posiblemente por el mal hablar del pueblo y de los mismos ejecutantes, capacitados para la música, pero con mínima instrucción escolar. Heinrich Band nació en la ciudad de Krefeld, Alemania. Los primeros instrumentos fabricados por Band tenían 56 tonos con 14 teclas bisonoras de cada lado. Luego fabricó otro de 64 tonos y otro de 88. Se considera que, básicamente, el bandoneón no es otra cosa que una concertina mejorada, con otra disposición en los teclados y sobre todo con una sonoridad distinta. Quizá por eso nunca fue patentado. El bandoneón de 64 tonos contaba con 32 teclas, 17 del lado derecho y 15 del opuesto, y cada una de las teclas daba una nota distinta. El de 88 tonos tenía 44 teclas, 23 del lado derecho, o cantos y 21 del izquierdo, o bajos. Heinrich, contribuyó además a la difusión del instrumento con varias transcripciones de obras para piano adaptadas al bandoneón. Fue autor de algunos Valses y Polcas. A su fallecimiento el negocio siguió en manos de su esposa, primero con un socio y luego con su hijo mayor Alfred, quienes a través de su editorial publicaron escalas y acordes en todas las tonalidades mayores y menores para bandoneón, que fue una de las primeras obras de estudio aparecidas para el instrumento. En 1986, el investigador Manuél Román, ofrece su contribución negando que Band fuese el creador y si un tal Carl Zimermann. Se basa en un aviso publicado por Band en 1850 en el que enuncia:
“A los amigos del acordeón: por un nuevo invento, otra vez hemos perfeccionado notablemente nuestros acordeones, y estos de nueva construcción, de formato redondo u octogonal de 88 a 104 tonos, están disponibles en nuestro comercio”. De este anuncio, dicho autor extrae estos argumentos para sustentar su hipótesis: 1) que en el mismo no aparezca la palabra bandoneón; 2) que Band no se proclame inventor del mismo. Y añade que en la ciudad de Krefeld no existe registro alguno de la mentada cooperativa Band-union, además Band figura como comerciante y no como fabricante, no habiéndose comprobado que tuviera empleados en su comercio que lo pudieran haber ayudado en su fabricación. Finalmente, que Zimermann basó su creación en la concertina alemana de Ufflig y la denominó Carlsfelder Koncertina. La invención dataría de poco antes de 1849, ya que ese año presentó el instrumento como por él fabricado en la Exposición Industrial de París. Finaliza Román expresando que Zimermann emigró a Norteamérica vendiendo su negocio a Ernest Louis Arnold. Desde los albores de su fabricación, ha sido patrimonio casi exclusivo de Alemania, cuyos fabricantes se cuidaron muy bien de ocultar ciertos secretos, de manera especial lo atinente a las aleaciones metálicas utilizadas en la confección de las lengüetas. Ernest Louis Arnold (1828-1910) fue el fabricante de los bandoneones ELA que eran importados en la Argentina y vendidos por Alberto Ohermann. Posteriormente la dirección de la firma pasó a manos de sus hijos, hasta llegar al menor de ellos, Alfred (1878-1933), quien fundó en 1911 la firma Alfred Arnold Bandonion, fabricante de los famosos y apreciados AA (Doble A). En las propagandas posteriores se lo indicaba como: “El único instrumento para una interpretación perfecta del Tango argentino”. Arnold también fabricaba los Premier, excelentes en su calidad e importados por Sharp y Veltren. Otra marca renombrada fue Germania, construidos por M:Honer A:G (Matías Honer).
Eran estos instrumentos muy sólidos y de excelente terminación. De la misma casa provenían las marcas Tango, Cardenal (en su país era Cardinal) y también Concertista, todos importados por Oherman. Los hermanos Alfred y Paul Arnold fueron sucedidos por sus respectivos hijos. Uno de ellos Horst Alfred contó que la firma dejó de existir al ser expropiada la fábrica por el gobierno comunista y, desde 1949, fabrican bombas para motores diesel. Un hijo de Paul Arnold, hermano y socio de Alfred, pudo salir del Este Alemán y, en la parte occidental del entonces dividido país, estableció su propia fábrica en la ciudad de Obertshausen, contando con la colaboración del Sr. Muller, ex técnico de Alfred. La firma duró hasta poco después de fallecer su titular en el año 1971. Actualmente no existen fábricas de bandoneones. Se calcula que éste instrumento puede tener una vida útil de 200 años. Dentro de este sombrío panorama la luz de esperanza tiene el nombre de otro alemán que aún no llegó a los cincuenta años de edad, su nombre es Klaus Gutjahr, que los construye en forma artesanal y por encargo. El modelo Gutjahr II se realizó teniendo muy en cuenta las apetencias de los tanguistas rioplatenses, sin descuidar su adecuación a la interpretación de la música sacra y de concierto. En nuestro medio Emilio Torija, realizó un temprano intento de fabricarlos artesanalmente y sería entonces el primer fabricante que tuvo el país. Tenía además un taller de afinación en Rivadavia 3961. En un cabaret en el que tocaba la orquesta de Pedro Polito, se anunciaba en un cartel: “Bandoneón fabricado por un argentino”. Actualmente en la ciudad de Bahía Blanca tenemos un luthier de bandoneones nacido en 1920, que tiene un taller pequeño donde, a pedido, confecciona sus bandoneones, incluyendo las matrices.

 

 

Fuente:

 

• Todotango.com

 























 

 

 






















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