Jarana Yucateca (México)

 


La Jarana es un baile muy conocido en todo México, característico y fácil de reconocer por la estrepitosa pero melodiosa música que hace vibrar y hasta bailar a más de uno. Es un baile típico en las fiestas populares a lo largo y ancho de la península de Yucatán.

Es un baile de pareja que tiene carácter de competencia a ver qué pareja resiste más, ya que la música se repite incesantemente. Cuando al final se quedan dos parejas disputándose el último lugar, se enciende el alboroto y los asistentes se dividen en dos bandos alentando a una y otra pareja. A los mejores se les alienta poniéndoles sombreros uno sobre otro en la cabeza, a manera de corona simbólica. Al terminar la bailadora triunfante entregará a sus dueños los sombreros por los que a cambio de ellos recibirá obsequios. El término Jarana se puede definir como “alboroto” y es algo que caracteriza a este tipo de baile pues se relaciona con la alegría y el alboroto con el que se ejecuta. En la época de la Colonia durante los siglos XVII y XVIII, en la Península de Yucatán los españoles y los criollos solían decir despectivamente cuando empezaban las fiestas populares: “ya empezó la jarana”. El pueblo indígena entendió esto como si se refirieran a la música que se tocaba durante las festividades y atribuyó el nombre como genérico a los sones que se interpretaban. Fue así que el baile regional de Yucatán adoptó el nombre de Jarana. La Jarana es una muestra del mestizaje artístico, atrae y conquista; ya sea por la cadencia y elegancia de sus pasos, por la alegría de la música, o por la actitud solemne de los bailadores que zapatean y hacen vibrar los escenarios. La música, estrepitosa y sonora, es ejecutada por una “Charanga Jaranera”, conjunto que acompaña a los bailarines y que consta de algunos elementos esenciales: dos trompetas, dos clarinetes, un trombón, tres saxofones (dos altos y un tenor), un contrabajo, bombo, un güiro y dos timbales. El conjunto puede crecer más hasta formar pequeñas orquestas como la Orquesta Típica Yucalpetén, que acompaña en una fiesta ya tradicional todos los jueves por la noche en la Plaza de Santa Lucía en la Ciudad de Mérida a los conjuntos jaraneros más renombrados de la región que ahí hacen sus presentaciones para deleite de propios y extraños.
Derivada de antiguos sones regionales, la música también es una mezcla peculiar de las canciones y ritmos europeos con expresiones milenarias del alma musical del pueblo maya. Podría decirse que tanto la música como los bailables tienen una cierta influencia de la Jota Aragonesa, y en efecto hay ciertos aires, ritmos y modos que la rememoran, pero es absoluta su originalidad y desde luego, como cualquier otro producto cultural del mestizaje, ancla su raigambre en las dos fuentes que la nutren: lo maya y lo español. A pesar de que no existe una regla en la vestimenta para bailar Jarana, generalmente las mujeres visten el típico hipil yucateco o, mejor aún, el terno de gala. Calzan zapatos blancos y se envuelven con un rebozo de Santa María. Por tradición, los hombres también deben vestir de mestizos, con pantalón de dril y guayabera de seda o lino, ambos de color blanco. Sobre la cabeza llevan un sombrero tejido, en los bolsillos un paliacate rojo y calzan alpargatas yucatecas o sandalia de tacón. Algunos de los bailes más representativos son “El torito”, hermosa Jarana que se presenta al final de las vaquerías y el baile de las cintas de origen europeo. Otra danza que sobresale es la de la Cabeza de Cochino. El Ayuntamiento de Mérida lleva a cabo a lo largo del año excelentes muestras de la danza en diversos espectáculos al aire libre, pero es recomendable acudir a una vaquería tradicional, que son fiestas asociadas con el proceso de marcar el ganado y que ahora están relacionadas también a motivos religiosos de las diferentes poblaciones del estado, que se realizan tradicionalmente mediante un verdadero ritual protocolario, en donde el bastonero a su arbitrio se encarga de designar a los compañeros de las jóvenes para el baile. Las vaquerías toman su nombre y tienen su origen en las fiestas que se hacían antiguamente para herrar el ganado vacuno en las haciendas; en la actualidad, sólo quedan algunos vestigios, como el hecho de que se finaliza la fiesta con la ejecución de “El Toro Grande”.
La coreografía de la Jarana consiste en un zapateado sin pasos fijos ni diferenciación entre los de hombre y los de mujer. En ciertas regiones o comunidades yucatecas predominan determinados pasos, localmente tradicionales, sin que ello excluya otros diferentes, propios de la fantasía de los danzantes, ya que cada uno puede realizar sus propias creaciones. Predomina en el baile de la Jarana la verticalidad de las posturas de sus intérpretes, que en las partes valseadas realizan giros mientras levantan los brazos en ángulo recto y efectúan tranquidos con los dedos, reminiscencia de las castañuelas españolas. Con esta sola excepción, el baile de la Jarana se limita a las extremidades inferiores; el tronco del bailador permanece erguido, al grado de que se puede danzar con un objeto en la cabeza sin que éste caiga, lo que se convierte en una de las galas o suertes características del baile. Los más dotados sostienen una botella llena de líquido o incluso una bandeja con varios vasos o botellas llenos, sin derramar el contenido. El zapateado de la Jarana no tiene pasos fijos ni diferenciación entre los del hombre y de la mujer. En ciertas comunidades predominan determinados pasos localmente tradicionales. Dos golpes de timbal marcan el inicio del baile. En un momento determinado en el curso del baile, se detienen la música y el baile y se suelta la "bomba", que hace reír a los participantes y al público en general. La Bomba Yucateca comúnmente es una cuarteta o una redondina octosílaba que se dice como piropo a la mujer con quien se baila o hace alusión al momento que se disfruta. Puede ser romántica o jocosa, pero nunca grosera. Una voz grita: "¡Bomba!" y la música se interrumpe, entonces el mestizo se adelanta y dice la cuarteta; la gente responde: "Bravo" y continua la música. Una suerte de la Jarana es ejecutar el baile sobre un almud, cajoncillo de madera que servía a los árabes como medida para comprar y vender granos y que se utilizó en Yucatán para la medición del maíz desgranado. Por las pequeñas dimensiones del almud, se requiere de una habilidad especial para que el baile luzca. El baile de la Jarana es por parejas y si en algunas ocasiones los hombres se alinean en fila, delante de las mujeres, también en fila, para iniciar el baile, cada pareja conserva su autonomía y su propio espacio de terreno en el cual se cruzan y entrecruzan los bailadores, realizando todas las figuras que su fantasía les dicta. En la actualidad la jarana se ha convertido en el baile emblemático de la región y su perfeccionamiento y representación se ha vuelto tema académico y es utilizado para mostrar a los visitantes en general las habilidades de los habitantes y los vestidos típicos del país. La ciudad de Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, cuenta con un gran número de grupos especializados en el baile de la Jarana, que hacen de su arte tema de muestra y orgullo ante la población y los visitantes.



















































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