Pornogrind

 

 

En el mundo de la música, específicamente en el género del Metal, se pueden encontrar los sonidos más oscuros, agresivos y enfermizos que han parido gargantas e instrumentos manipulados por humanos. La evolución de estos duros sonidos se ha dado a través de las décadas, cuando los músicos aceleraron el ritmo, ejecutaban los riffs más rápidos, distorsionaron cada vez más el lamento de las seis cuerdas y los vocalistas descubrieron que podían cantar con voces cavernosas que no parecieran provenir de este mundo.

Primero apareció el Death Metal, el cual pronto se fue degenerando a canciones cada vez más rápidas y cortas, donde la primicia era tocar lo más brutal posible. Así nació el Grindcore, una de las variantes más salvajes del Metal, con Napalm Death a la cabeza. Poco después, una banda inglesa se alejó de la temática de crítica social que permeaba en el Death y el Grindcore, haciendo asquerosas descripciones a nauseabundas condiciones médicas, al mismo tiempo que para ilustrar sus portadas usaban fotografías de enfermedades y cadáveres reales, obtenidos gracias a que sus miembros estudiaban medicina. El nombre de la banda era Carcass y pario entre sus partituras el Goregrind. Pero como todo se puede mejorar (o empeorar, según se vea) de forma imperceptible y bastante subterránea, surgió un nuevo subgénero, vomitado desde las entrañas del Goregrind. Un estilo de música donde todo es llevado al extremo, en donde el sexo se mezclaba con excremento, vómito y sangre. Había nacido el Pornogore. Su origen es incierto, pero se puede rastrear su inicio a principios de los 90, con la banda alemana GUT, que fue de las primeras en usar el sexo y la pornografía tanto en tus letras como en las portadas de sus discos, además de empezar a distorsionar las voces para hacerlas más cavernosas. Las malas lengua apuntan a que el género, como tal, se gestó precisamente en México, específicamente en Guanajuato, donde empezaron a aparecer bandas que entraban en competencia para sonar cada una más brutal, veloz, sucia y perversa que la otra y fue en allí país donde se le empezó a nombrar a este género Pornogrind.
El Pornogrind es una versión del Goregrind que se diferencia únicamente en el contenido de las letras, las cuales se basan en sexo y diferentes perversiones, parafilias y degeneraciones del comportamiento sexual; además de eso, se caracteriza por su típica exaltación y exponencia de la voz de cerdo (pig squeal), proveniente de la influencia del brutal Death Metal. La instrumentación es la básica: guitarras, bajo y batería, pero todos tocados de la forma más veloz y brutal posible, dando lugar a verdaderas ametralladoras sónicas capaz de volarte la cabeza. En el Pornogrind no vas a encontrar solos virtuosos, ni guitarras acústicas. Nada que suene bonito. La suciedad es lo que manda y esta es auto inducida, logrando un sonido grueso e indigesto que raya en la cacofonía.  Y cuando bajan la velocidad, es solo para sonar siniestros y ominosos. Lo que distingue principalmente al Pornogrind y al Goregrind es la voz. Rara vez hay letra; las voces son distorsionadas para sonar como una vomitiva mezcla de gruñidos guturales ininteligibles y chillidos bastante similares a los que lanzan los cerdos en los mataderos. También es intensivo el uso de samplers, de diálogos de películas de horror, gemidos y gritos sexuales (tomados de forma ilegal de diversas cintas) y sonidos variados, como inodoros, vómitos o herramientas. Todo esto crea un ambiente, enfermizo, perverso, malsano y abrumador que poca gente puede soportar. Las canciones son sumamente cortas, de escasos minutos e incluso segundos, dado la imposibilidad física de ejecutar a esa velocidad en vivo. Por eso en un solo disco se puede encontrar docenas de canciones, pero de corta duración.
Esto hace que la escena Pornogrind sea francamente subterránea, casi ilegal. Los conciertos se dan por lo general en bodegas o en salones para eventos y cuentan con una precaria promoción. Las tiradas de discos también son muy cortas, por lo general no pasan de 500 unidades y es en Internet donde se pueden conseguir sus trabajos gracias a la generosidad de los que gustan de estos “ruidos” y donde el género crece y respira. Hay pocas disqueras que se aboquen a ese género en particular, dado a lo poco comercial y radiable que es; una de las más importantes es Alarma Records. En México, por cierto, es donde se encuentran la mayor cantidad de bandas y de las mejores, siendo un género que casi se podría decir mexicano y que se ha expandido hacia otras latitudes, infectando países como Brasil, Francia o Japón. Aunque en Europa hay conciertos del genero mejor organizados, en México apenas hay festivales como el Masacrefest, el Murder Art Fest o el Mortalfest, los cuales se realizan en condiciones precarias y a veces de forma ilegal, pues muchas veces les es negado el permiso y organizadores y bandas son perseguidos por la censura gracias a que las temáticas de sus discos dan la idea de que en los conciertos se celebran orgias de asesinatos y violaciones. Dentro del Pornogrind se encuentran las portadas más sucias, enfermas, asquerosas, chocantes y pervertidas de la historia. Muchas veces las caratulas son tomadas de “la nota roja” de los periódicos y de publicaciones amarillistas. Accidentes espantosos, suicidios grotescos, fotos ilegales de autopsias, aberraciones sexuales; todo esto y más ilustran el enfermizo sonido de estas bandas. Los padecimientos médicos más espeluznantes también tienen cabida en sus portadas. También se utiliza la caricatura o edición digital, pero hechas tan mal que casi dan risa, aunque hay algunas que son de gran calidad. El Pornogrind y el Goregrind son géneros marginados inclusos por los mismos metaleros, que lo catalogan como simple ruido sin gracia. Algo similar sufre el Noise dentro de la comunidad electrónica o la Música Concreta en el género clásico. Pero este género ha servido de inspiración a mentes dementes de Japón, que tomando la idea general del Pornogrind lo trasladaron a la música electrónica creando el Lolicore, genero donde el uso de samplers de anime y una despiadada y abrumadora musicalización la hacen una píldora difícil de tragar.

 



























 


 





















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