Mojiganga (Colombia)

 


Ubicado al sur del departamento de Nariño (Colombia) y a dos horas de su capital, está el municipio de Funes. Allí, todos los finales de junio, un colectivo conformado por 18 parejas de hombres, bailan de casa en casa y por las calles de la ciudad.

Se trata del grupo de las Mojigangas, tradicional en esa región, catalogada como Patrimonio Cultural del Departamento de Nariño. Las Mojigangas también existen en España, México, Perú, Chile, Ecuador y Panamá, pero en cada uno de esos países tienen una práctica diferente ya que dependen de los contextos culturales propios de cada región. La voz Mojiganga es una deformación de la palabra “mojigata”, que hace referencia a una persona que se oculta tras un disfraz para realizar alguna acción premeditada, por eso se complementa con una máscara. La presencia de las Mojigangas de Funes se remonta a hechos históricos característicos del sur colombiano, relacionados con ciertos abusos y atropellos cometidos por los conquistadores en esos territorios. En épocas de la colonia, los españoles, abusando del poder que tenían sobre esas tierras y sus habitantes, bebían chicha hasta embriagarse, y para satisfacer sus deseos sexuales, abusaban de forma violenta de las indígenas. Este hecho hizo reflexionar a los hombres nativos, quienes para evitar esos desmanes, armaron un plan: se disfrazaron con el ropaje de las mujeres y los esperaron. Ya llegaba la noche cuando los españoles iban a iniciar con su festín, se encontraron con los hombres, quienes los castraron y les dieron muerte. Esta es una de las tantas versiones que existen sobre la aparición de las Mojigangas en Funes, una más que destaca en los pueblos ancestrales que poblaron el sur, la valentía de sus pobladores y también la resistencia al dominio español. Por eso, el baile de las Mojigangas se constituyen en un legado cultural e histórico, que año tras año, en las fiestas patronales en honor a San Pedro, evocan la resistencia. Las Mojigangas se han convertido en una muestra cultural, que se ha conservado de generación en generación, sin que haya perdido su autenticidad y originalidad.
Las Mojigangas se realizan los 29 de junio de cada año, donde se integran habitantes del sector urbano y rural de la localidad. Días antes de la fiesta principal se hacen los saques de cera, que consiste en llevar a las Mojigangas a las viviendas que eligieron recibir al santo y apoyar con la celebración. A estas familias les es entregada una vela, con el propósito de que acompañen a visitar el resto de las viviendas designadas. Ellos preparan alimentos, sobre todo ají y chicha, que es lo más tradicional, para agasajar a los integrantes de la Mojiganga. Esta actividad puede durar hasta tres días, de acuerdo a la cantidad de familias inscriptas. Se continúa con las vísperas con una celebración eucarística y la posterior quema de un castillo y de la “vaca loca”, acompañados de un grupo de músicos para amenizar la noche e integrar a los participantes y devotos del santo. Al día siguiente se celebra la gran misa en el templo del casco urbano, de la cual participan un sinnúmero de personas de la región y municipios vecinos. En cuanto a la vestimenta, las parejas masculinas usan pantalón negro, camisa blanca, pañoleta azul cruzada, chal flequeado y cruzado desde el hombro hasta la cintura, sombrero de paño o paja adornado con cintas de colores y espejos, alpargatas y un velo que lleva dibujado los ojos, las cejas y la boca. Por su parte, los hombres que representan a mujeres llevan pañolones finamente bordados, blusas de colores, falda o “follóm” tradicional de paño, ”cunche” o enaguas de lana en vistosos colores, alpargatas con capellado de hilos de colores y sombrero de paño en donde llevan pegadas trenzas hechas de lana, lo que permite feminizar más al personaje. Algunos incorporan collares, aretes y maquillaje para encubrir la identidad del actor. El grupo, con su música andina y ritmos autóctonos, se asimila a lo que fue la cultura indígena ancestral, con instrumentos típicos de sus antepasados. Son nueve días bailando los ritmos propios de los Andes, evocando el sincretismo religioso, donde se cruzan los ritos católicos e indígenas. El baile de las Mojigangas de Funes representa a la identidad de un pueblo que, con música y danza, lucha día a día por su memoria.

 











































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