Rin (Chile)

 

De características muy especiales, la danza Rin tuvo una notoriedad poco frecuente, desde aproximadamente el 1800 hasta principios del siglo XX. El Rin se conoció en Chile con variadas suertes coreográficas de indeterminadas parejas, danzando en forma suelta.

La independencia o interdependencia de cada una, fue relativa, pues el juego coreográfico exigía por momentos absoluta individualidad. Con el paso de tiempo quedaron solo cuatro bailarines en “cuarto” y bajo las órdenes de un bastonero o pericón, personaje que anunciaba el baile y sus figuras dando golpes en el suelo con su bastón. Posteriormente, esa figura desapareció y las órdenes las terminó dando un bailarín o un músico. Gracias a excelentes investigaciones hechas por serios estudiosos se conoce la fórmula de dos parejas que perviven hasta la actualidad. Su origen inglés está claramente establecido y cuenta con claras influencias de las “Country Dances”. El nombre de la danza que llegó a Chile es “Reel” y, por transformación idiomática o sonido fonético, se convirtió en “Rin”. Según Curt Sachs, históricamente el Reel pertenece al grupo de “danzas corales” (colectiva), es de “ronda con cambio de lugar” y pertenece al grupo de “danzas de cadena”. Cuando el Rin llegó a Chile, sin dudas fue conocido por las antiguas formas “corales”: líneas, cruces, ruedas, cales, trenzados, serpentinas, etc. El vocablo inglés “reel” se traduce al español con varias acepciones: aspa, devanadera, carrete, rehilar, vacilar, titubear, bambolear, hacer eses. Sorprende como la traducción involucra movimientos ejecutados en la danza. El primer dato sobre este baile se encuentra en “Recuerdos del pasado”, de Vicente Pérez Rosales. Al producirse el Combate de Chacabuco con la llegada del Ejército Libertador, en febrero de 1817, las fuerzas chilenas celebraron con un Sarao, un homenaje al triunfo patriota a don Juan Enrique Rosales, quien había sufrido el castigo de destierro a Isla de Juan Fernández cuando los patriotas fueron derrotados en Rancagua. Las hijas y los yernos de Rosales quisieron dar a los vencedores de Chacabuco una prueba de reconocimiento. Luego del Himno argentino y de una salva de veintiún cañonazos, siguió el baile con ritmos de Minué, Contradanza, Rin o Rin (sic), que eran los bailes favoritos de ese entonces. 

En 1820 llegó a Chile el viajero Peter Schimdtmeyer recorrió varios pueblos y ciudades. En su diario de apuntes dejó amplias anotaciones sobre el Rin, diciendo que, “de vez en cuando se levantan para bailar una danza corta, que es constantemente la misma, un poco parecida al ”Reel” escocés, en la cual la habilidad principal consiste en golpear el suelo con los pies a cada nota del son y agitar un pañuelo con las manos”. Carlos Eduardo Bladh, comerciante sueco que vivió en Chile entre 1821 y 1828, mencionó en sus crónicas las danzas que alternan en las fiestas: Vals, Contradanza Española y Reel. Vistos estos testimonios puede notarse que los cronistas extranjeros mencionan la danza con su nombre original. Por su parte, los autores chilenos contemporáneos al baile, lo nombran con el título que es conocido hoy. Guillermo Feliú Cruz, historiador y ensayista, escribió en su libro “Crónica de los viajeros”, basado en lo anotado por viajeros y cronistas, sobre tres danzas, y habló de forma generalizada sobre otras: “Al Cuándo y la Perdiz, se añadían las Contradanzas españolas y el Real (sic)”. Este último había sido introducido por los ingleses y las santiaguinas se sentían molestas al tomar parte de su ejecución, ya que sus vueltas no eran apropiadas para el clima, el genio y las costumbres nacionales. Tanto el Vals como la Contradanza se efectuaban con un ritmo lento, sobre el piso danzaban quedamente y trenzaban tal número de figuras con los brazos y con las manos, que podría decirse que las damas bailaban más con las manos que con los pies. En la actualidad, el Rin se baila en la isla grande de Chiloé, hacia donde llegó en el siglo XIX. De función eminentemente recreativa, su música se acompañaba de guitarra, rabel (que fue paulatinamente reemplazado por el acordeón) y bombo. Se bailaba principalmente en fiestas recreativas comunitarias y familiares. El Rin, como baile, ha perdido vigencia social, sin embargo, su ritmo a perdurado gracias a composiciones clásicas de música chilena como: “El Rin del angelito”, "El albertío" o "Run run se fue p'al norte", de Violeta Parra; o “El Rin del amor”, de Nano Acevedo, interpretada por el grupo Chamal. También el músico y compositor Luis Advis, lo utilizó en su obra "Rin" (1980), además de agregarlo como parte de su música en la obra “Canto para una semilla”.

 








 















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