Influencia religiosa en el Blues (EEUU)

 

Desde principios del siglo XVIII, iglesias y misioneros habían hecho un verdadero esfuerzo por atraer hacia el cristianismo a la creciente población de esclavos negros. En la década de 1730, se produjo una revitalización religiosa, conocida como Great Awakening (Gran Despertar), que impulsó la expansión del cristianismo en toda la América británica, que supuso un gran estímulo para la consolidación de las iglesias baptistas y metodistas. Ambas confesiones resultaron atractivas para los africanos debido a la emotividad en la celebración de los servicios religiosos. 

George Liele

La nueva revitalización del cristianismo a finales del siglo XVIII, convirtió a las iglesias evangélicas en una de las principales fuerzas que impulsaron varios movimientos reformistas de la época, incluyendo el abolicionismo. Este segundo Gran Despertar y la constante expansión territorial, facilitaron un primer encuentro entre las prácticas religiosas angloamericanas y afroamericanas, pudiendo influir significativamente en el posterior desarrollo del Blues. Las primeras noticias de música sacra negra se remontan a esa época y, tanto el Blues como la música religiosa negra, comparten técnicas de canto, de acompañamiento y de instrumentación. El concepto de música religiosa negra surgió de las primeras iglesias afroamericanas, que a su vez nacieron ante la negativa de los cristianos blancos para integrar a la comunidad negra en sus congregaciones. Este acercamiento al cristianismo significó un mayor alejamiento del continente africano, que empezó a ser considerado como una tierra extranjera. La primera congregación baptista negra fue fundada en Silver Bluff, Carolina del Sur, por un esclavo emancipado llamado George Liele. Mientras tanto, en Europa, los filósofos franceses y algunas corrientes británicas protestantes, comenzaron a alentar nuevas ideas acerca de la legitimidad moral del sistema esclavista. 

Primera congregación baptista

Animados por estas nuevas creencias en materia de derechos humanos, muchos europeos y norteamericanos empezaron a condenar la esclavitud de cualquier cristiano, fuera cual fuera el color de su piel. No fueron pocos los propietarios de esclavos que se opusieron a estos intentos, pues al conceder el cristianismo a los negros, la esclavitud dejaba de tener justificación. Otros optaron por ofrecer a sus esclavos una formación religiosa, pero con el único fin de reforzar su estatus como propiedad: los esclavos que no se resignaban, que trabajaban poco o que se rebelaban eran pecadores ante los ojos de Dios. En 1794, Richard Allen, nacido en esclavitud y liberado posteriormente por su amo blanco arrepentido, fundó la Iglesia Metodista Episcopal Africana (AME) en Filadelfia. Al igual que la iglesia baptista de Liele, estaba conformada por esclavos y negros libres. A principios del siglo XIX, cientos de estas congregaciones religiosas negras se repartían por los estados del sur. En estas iglesias surgió un estilo afroamericano propio que, más alegre y extrovertido, celebraba el triunfo sobre la adversidad. 

Richard Allen

Las canciones entonadas en estas primeras iglesias afroamericanas eran del tipo llamada-respuesta entre el líder y la congregación. Durante mucho tiempo, estas iglesias fueron el único lugar al que el esclavo podía acudir para cultivar el trato social. Podría decirse que el negro acudía a la iglesia para sentirse libre y, naturalmente, los blancos hicieron todo lo posible por controlar a estas congregaciones negras, especialmente a raíz de la revuelta de Nat Turner en 1831. No obstante, un buen número de ellas consiguió conservar una relativa independencia, incluso cuando se aprobaron leyes que exigían que siempre hubiese un hombre blanco presente en sus reuniones de culto. El simbolismo implícito en algunos himnos protestantes resultaba atractivo para los esclavos afroamericanos, que mediante palabras-código y dobles significados podían sugerir metáforas sobre la libertad y unas mejores condiciones de vida. Así, “Crossing over Jordan” representaba la muerte o la liberación de la esclavitud y “Go down Moses” expresaba la esperanza de alcanzar el norte. La utilización de palabras-código y de dobles significados, así como la espontaneidad y la improvisación, se mantienen entre los atributos del repertorio de Blues hasta el día de hoy. Luego de la Guerra Civil, los misioneros blancos enseñaron a leer y escribir a los esclavos, y el desarrollo de la educación de la mano de la religión continuó con el establecimiento de colegios para negros. Este aumento del nivel intelectual dio como resultado la aparición de las primeras publicaciones impresas de la música compuesta e interpretada por afroamericanos. En 1867 se publicó la obra “Slave Songs of the United States”, una colección de 136 canciones de la música afroamericana recogida por tres abolicionistas del norte, William Francis Allen, Charles Pickard Ware y Lucy McKim Garrison. La antología ”Story of the Fisk Singers”, publicada en 1884 bajo el auspicio de la aún joven institución, presentaba un repertorio importante de espirituales y otras canciones religiosas que aún eran recordadas por los miembros del grupo coral que habían sido esclavos.






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