Nga Cham (Bután)



El Budismo Vajrayāna se introdujo en Bután en el siglo VIII por parte del gurú Rimpoche (Padmasambhava). Antes de eso se practicaba el bonismo, una religión que adoraba a todas las formas de la naturaleza. Aunque el budismo más tarde se convirtió en la religión oficial, algunos aspectos de la adoración de la naturaleza fueron incorporados a la forma del budismo practicado en Bután. Casi cada pueblo del país tiene su Tsechu (fiesta religiosa), ya sea dedicada al gurú Rimponche o a santos y deidades locales. Las Tsechu tienen diferente nombres, pero el punto final es el baile Cham (también conocido como Tscham o Chaam). La cultura de la danza de máscaras es el legado de Padmasambhava. En el siglo VIII, el gran maestro tántrico se desplazo al distrito de Bumthang para apaciguar a una poderosa deidad ofendida por un rey local. Realizó una serie de danzas rituales para someter a la deidad hostil. Padmasambhava organizó la primera Tsechu en Bumthang, en la que presentó sus ocho manifestaciones a través de ocho formas de baile. A mediados del siglo XV el famoso santo de Bután Pema Lingpa, creó un conjunto de nuevas danzas de máscaras sagradas basadas en la visión que tuvo de los bailes realizados por Padmasambhava. La danza de máscaras de Drametse se representan durante el festival en honor al gran maestro budista Padmasambhava. El festival, que tiene lugar en este pueblo de Bután Oriental dos veces al año, es organizado por el monasterio de Ogyen Tegchok Namdroel Choeling. El momento culminante de las festividades se alcanza con la cham, danza sagrada con máscaras que se ejecuta desde el siglo XVI.

La danza reúne a 16 monjes bailarines enmascarados, vestidos con trajes coloridos, y a otros diez hombres que forman la orquesta. La danza Nga Cham encierra una estructura narrativa que se divide en dos escenas claramente diferenciadas por el ritmo interpretativo de los bailarines: mientras que en la primera escena la danza se hace con movimientos lentos y reposados para representar a ciertas divinidades benevolentes y pacíficas, en la segunda parte los bailarines interpretan, por medio de frenéticos movimientos y bailes, a un conjunto de divinidades enfurecidas. Por tanto, el Nga Cham refleja una concepción del mundo algo maniquea (lucha del bien y del mal), pero no por ello menos espectacular y pintoresca. Los bailarines llevan máscaras de madera con rasgos de animales mitológicos, ejecutan un baile de plegaria en el soeldep cham, o tumba principal, antes de aparecer uno por uno en el gran patio donde se reúne la comunidad. Los músicos portan instrumentos tan pintorescos como el címbalo o bang nga, un tambor de dimensiones ciclópeas, pero de sonido inquietante y sobrecogedor. Además utilizan el lag nga, un pequeño tambor llano que se lleva en la mano, nga chen, un tambor que se toca con un palillo curvo, así como trompetas y tambores de menos tamaño. Además del significado religioso y cultural, este baile, que la leyenda describe como originalmente protagonizado por héroes y heroínas del mundo celestial, es una fuente de poder espiritual, tal como creen los habitantes de Drametse y los de las regiones próximas y los pueblos que se acercan para recibir bendiciones.


























































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