Seguro que más
de una vez has oído hablar de los famosos “castrati” (en singular, castrato).
Y, aunque quizás tengas alguna noción de quiénes eran, lo más probable es que
desconozcas muchas cosas acerca de estos personajes tan singulares, muy
apreciados por el público de la música barroca. En la actualidad, los
contratenores consiguen una voz muy aguda gracias a ejercitar sólo una parte de
las cuerdas vocales. Un castrato es un hombre que canta con registro de mujer.
Pero no lo hace de forma natural, como ocurre con los contratenores actuales.
Para conseguirlo, ha tenido que pasar por una intervención quirúrgica, bastante
monstruosa, la verdad. Esta operación, llamada orquiectomía, suponía la
amputación de los testículos, con el fin de que no pudiesen producir hormonas
sexuales masculinas, responsables, entre otras cosas, del cambio vocal que se
opera en la adolescencia. Aunque, en sentido estricto, no era una castración de
todo el aparato genital. Mediante esta intervención traumática, se conseguía
que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes para el canto
mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda capaz de interpretar voces
características de papeles femeninos. De este modo se lograba aunar la aguda
voz infantil, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un
intérprete adulto que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia
pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad. Era una voz
con una potencia propia de un hombre, pero que a la vez tenía una gran ligereza
y capacidad para hacer agudos portentosos, como una mujer. Esta voz híbrida era
designada como celestial o angelical por el público de la época. Estos
especímenes fueron muy populares en el Barroco, especialmente en Italia, desde
donde se exportaban al resto de Europa excepto a Francia, que, en plena época
del Racionalismo, despreciaba tan aberrante práctica. La práctica de la
castración de niños cantores existía desde la creación del Imperio romano de
Oriente; en Constantinopla hacia el 400 d.C., la emperatriz romana consorte de
Oriente Elia Eudoxia tenía un coro cuyo maestro era un eunuco, lo que podría
haber dado lugar al establecimiento de la creación y uso de castrati en coros
bizantinos.
Farinelli
Pero no se
trata de algo de un pasado tan remoto. Después del Barroco, la voz del castrato
desapareció de los escenarios, pero permaneció en las capillas interpretando
música religiosa. Y el último de ellos murió en 1922. Aunque lo cierto es que
ya en 1770 el papa Clemente XIV había autorizado a las mujeres a cantar en la
iglesia, prohibiendo así la castración. En pleno siglo XX, con la práctica de
los castrati totalmente abolida, este tipo de voz había caído en desuso. Pero
existía un tipo de emisión vocal masculina, la del contratenor. A principios de
siglo, ésta no era demasiado popular y se encontraba reducida al ámbito
religioso, en concreto, a los coros de la iglesia anglicana. Los contratenores
son cantantes, tenores por naturaleza, que gracias a una técnica depuradísima
consiguen alcanzar notas muy agudas, dentro del espectro de la contralto
femenina. Y, ¿cómo lo consiguen sin recurrir a esa odiosa operación practicada
en siglos pasados? Pues gracias al trabajo vocal diario. El contratenor pone en
práctica una técnica basada en la utilización de sólo una parte de sus cuerdas
vocales para lograr el llamado sonido de cabeza. El resultado sonoro es un
timbre con poco vibrato, cuya precisión está sujeta a muchas variaciones. Los
contratenores son muy requeridos para interpretar repertorio de los siglos XVI
y XVII. El primer contratenor famoso del siglo XX fue Alfred Deller. Otro
grande, James Bowman, siguió los pasos de Deller en Inglaterra. En
Europa, el cantante y pedagogo René Jacobs ayudó a consolidar este tipo
de voz, el de los contratenores. A ello contribuyó no poco el auge creciente
que la música antigua está experimentando en los últimos años. Hoy en día se
puede hablar de otras grandes promesas, como Andreas Scholl o Derek Lee Ragin. En España trabajó uno
de los famosos “castrati” de la época, Carlo Broschi, más conocido como Farinelli.
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