Bećarac (Croacia)
El Bećarac es una forma de expresión musical y literaria tradicional que tiene sus profundas raíces en Croacia. Particularmente se arraiga en la región de Eslavonia, una de las zonas agrícolas más ricas del país. También se encuentra en partes de Bosnia y Herzegovina y la región de Voivodina en Serbia. Estas áreas comparten una rica herencia cultural eslava panónica y costumbres rurales similares.
El Bećarac es un género folklórico distintivo que combina música, canto y, crucialmente, la improvisación verbal. Esto lo convierte en una forma de arte dinámica, participativa, y profundamente comunitaria.
Su historia se remonta a varios siglos, desarrollándose y cristalizándose como un formato fijo de verso. Esto ocurrió durante el siglo XIX y principios del XX, en el contexto de las celebraciones populares en aldeas.
El formato tradicional del Bećarac es estricto y sigue una estructura poética y métrica bien definida. Consiste fundamentalmente en una estrofa de dos versos decasílabos (diez sílabas cada uno). El primer verso es usualmente una frase introductoria, una afirmación humorística, o una observación satírica. A menudo es una queja o una reflexión irónica sobre la vida cotidiana, el amor o las suegras.
La verdadera carga semántica, el remate o el comentario más picante, se concentra en el segundo verso. La música es interpretada por un grupo de músicos, siendo el instrumento principal la tamburica. La tamburica es un instrumento de cuerda tradicional eslavo parecido a una mandolina o laúd, central en la región.
Un cantante principal, conocido como el bećar, comienza la estrofa, cantando el primer verso en solitario. Este verso se canta lentamente, en un tono que a menudo es melancólico o reflexivo, generando expectativa. Después de que el cantante principal completa el primer verso, la música y el canto hacen una pausa dramática.
La característica más notable del Bećarac es su contenido lírico, que es casi siempre humorístico y pícaro. El contenido puede ser obsceno, satírico o abiertamente erótico, desafiando las convenciones sociales. Se burla abiertamente de las normas, critica a las figuras de autoridad local y a la moral rígida.
También se mofa de los defectos personales y, sobre todo, celebra el hedonismo y el amor físico. En esencia, funciona como una válvula de escape cultural para temas que a menudo se consideran tabú. Permite la discusión pública y festiva de asuntos que en privado se evitan o se condenan.
El Bećarac se interpreta en una amplia variedad de eventos sociales en la región de Eslavonia. Es una pieza central en bodas, bautismos, fiestas de cosecha, y celebraciones religiosas importantes. Acompaña cualquier tipo de reunión que involucre comida, bebida, y alegría comunitaria desinhibida.
No es solo una danza o una canción, sino una forma de competencia verbal y social intensa y respetada. Los participantes compiten por quién puede improvisar la estrofa más ingeniosa, divertida o atrevida. Si una estrofa es particularmente buena, es inmediatamente repetida, celebrada y memorizada por toda la concurrencia. Esto asegura que los mejores versos pasen a formar parte del repertorio común del pueblo.
La danza asociada al Bećarac suele ser un Kolo (danza en círculo) simple y sin pareja fija. Esto permite a los cantantes y a la audiencia mantener la energía y el ritmo, enfocándose en las letras. La naturaleza repetitiva y rápida del Kolo ayuda a la memorización y la participación del grupo entero.
Es un testimonio vivo de la identidad cultural eslava de la llanura de Panonia, un tesoro cultural. El reconocimiento de la UNESCO busca garantizar su preservación, a pesar de que la modernización de la cultura. La música pop y la urbanización han reducido su prevalencia en las nuevas generaciones jóvenes.
El género ha sido objeto de estudio etnomusicológico debido a su estructura única y a su rol social. Se le considera un espejo de las costumbres, el lenguaje popular y el ingenio rural de la región. La transmisión de las estrofas y las habilidades de improvisación se realiza de manera informal.
Ocurre de generación en generación, principalmente en el ámbito doméstico y comunitario. Aunque las estrofas tradicionales son conocidas y repetidas, son solo la base del repertorio principal. La habilidad clave de un buen bećar reside en su capacidad para adaptar los versos al contexto específico.
Deben improvisar sobre las personas presentes, los eventos del día o las bromas internas del grupo. La rapidez mental y el ingenio son las habilidades más valoradas en este tipo de competencia verbal pública.
El Bećarac sigue siendo un poderoso símbolo de la identidad eslavona, un emblema de resistencia cultural. Es un testimonio del espíritu indomable, alegre y ligeramente subversivo de la gente de la región. Su continuidad garantiza la salud lingüística y el humor social de la comunidad rural croata y balcánica.
La risa es el vehículo principal para la crítica, la aceptación de las imperfecciones humanas y la cohesión. Es una tradición cultural que se mantiene viva gracias a la participación activa de toda la audiencia.
La tamburica, además de acompañar, marca los cambios de tempo entre el canto lento y el coro rápido. Los cantantes principales a menudo son varones, pero las mujeres participan activamente y con fuerza en el coro. El coro femenino a veces añade sus propios comentarios en forma de scherzo o interjección musical.
Las fiestas donde se interpreta Bećarac suelen durar toda la noche hasta el amanecer del día siguiente. El alcohol, la comida abundante y la alegría desinhibida son elementos esenciales para liberar la creatividad lírica.
Es más que una canción; es un acto de identidad cultural compartida y afirmación social pública. La estructura de llamada y respuesta entre el solista y el coro es fundamental para mantener su alta energía. La melodía suele ser simple y repetitiva para dar absoluto protagonismo a la complejidad verbal.
El Bećarac es el folklore en su estado más vivo, mordaz y humano, un patrimonio invaluable. Su celebración de la vida y el humor vulgar aseguran su permanencia generacional en el tiempo. Se ha adaptado a los tiempos modernos, con nuevos temas, pero manteniendo la estructura de dos versos decasílabos. Es una joya de la lírica popular europea.
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