Circo criollo (Argentina)

 


Los historiadores afirman que el Circo Criollo fue el primer espectáculo que puso en juego algo de la identidad sudamericana, por haber sido el primero que dejó de imitar las artes provenientes de Europa. Tiene sus inicios a mediados del siglo XVIII en Argentina y Uruguay.

Los antecedentes de espectáculos circenses en la zona del Río de la Plata se remontan a 1757, con los primeros artistas y acróbatas, como Arganda, Sacomano, Joaquín Duarte, Joaquín Oláez y Gacitúa y la familia de Fernando García que actuaban en la Plaza de Toros de Retiro o en el Circo de la Alameda. También estaba el Circo Bradley, que ofrecía actos de jinete y payasos hacia 1820. Se trataban de espectáculos con pista circense y escenario, donde las obras teatrales jugaban el rol artístico importante. Se caracterizaban por tener dos partes: la primera de habilidades y la segunda de representación de un drama criollo. El primer y más famoso drama es el titulado “Juan Moreira” (1884) del escritor Eduardo Gutiérrez y representado por los hermanos Podestá, que presenta la historia del gaucho perseguido por la ley. A partir de 1886 comenzaron a denominarse circos “de primera parte” a los que solo ofrecían números de pista, y circos “de primera y segunda parte”, los que ofrecían luego una representación teatral. La denominación de Circo Criollo responde al carácter humilde y las representaciones autóctonas que los caracterizaban. Sus giras acercaron las primeras experiencias teatrales a poblaciones alejadas de la capital, así como costumbres y usanzas rurales al público de la ciudad. Su creciente popularidad, así como la expectativa generada por la llegada de un nuevo espectáculo, motivó a numerosos autores dramáticos. Los hermanos Podestá (José, Gerónimo, Antonio y Pablo, entre otros familiares) fueron un grupo de actores rioplatenses (argentinos-uruguayos) circenses que establecieron las bases de los teatros argentino y uruguayo.
De todos los hermanos, fueron José (Pepe) y Pablo Podestá los que trascendieron en la historia del espectáculo porteño. En el año 1877 formaron su propia empresa, el Circo Arena, con el que recorrieron todo el país.  En 1880, en Buenos Aires, trabajaron en el Jardín Florida con la compañía Rosso-Podestá, en la que participaban, también, algunos de sus amigos. En 1881, durante una actuación en el Uruguay, surgió la figura de “Pepino el 88”, con la que José Podestá, además de hacerse enormemente popular, creó el clown criollo diferenciándose de lo que era el clown tradicional hasta ese momento. Ante la ausencia de un payaso para el espectáculo del día, José Podestá tuvo que suplirlo e improvisar una vestimenta con unas sábanas. Como adorno del vestuario, recortó de un viejo levitón cuatro lunares negros, que al ser aplicados dibujaron dos ochos. El público desde entonces, lo reconoció por el apodo de Pepino el 88. En su presentación José Podestá cantaba su “biografía” en la que contaba lo sucedido: A diferencia del clown tradicional, Pepino fue un payaso para adultos. Sus chistes eran intencionados, satíricos, críticos. Fue el creador de una corriente que continuó en los escenarios porteños, la del cómico que riéndose de las situaciones cotidianas logra expresar, quizás con mayor crudeza, fuertes críticas y cuestionamientos a la actuación de políticos y funcionarios.  Fue el camino que recorrieron, entre otros: Petray, De Negri, Parravicini, Muiño, Pepe Arias, Mario Fortuna, Dringue Farías, Tato Bores. Como expresa Raúl Castagnino: “La figura popular de Pepino 88 se esfuma con el siglo XIX para dar paso a Juan Moreira que, si bien fue creación del mismo intérprete, desplaza en el favor popular al payaso, y encamina a los Podestá hacia las actividades escénicas.
Cuando éstos pasan del picadero al escenario, Pepino 88 muere definitivamente”. En 1884, los Podestá, actuaban en el circo Humberto 1º de Rafetto. Por otro lado, los Hermanos Carlo finalizaban con gran suceso su temporada en el Politeama Argentino y querían estrenar algún número importante la noche de su beneficio.  Estando el boletero del Politeama, Alfredo Cattáneo, conversando con Eduardo Gutiérrez le propuso realizar una pantomima de su “Juan Moreira”.  Gutiérrez le planteó que en esa compañía no había ninguno que cumpliera con los requisitos del personaje por lo que Cattáneo sugirió, entonces, a José Podestá. Esta circunstancia hizo que luego de algunas negociaciones se fusionaran las dos compañías, y Gutiérrez adaptara en tres días los principales capítulos de su folletín. Es probable que resulte interesante formularse dos preguntas: ¿por qué aparece un teatro gauchesco? Y además ¿por qué es elegido Pepe Podestá?  La respuesta a la segunda pregunta es casi obvia; Podestá era jinete, cantor, guitarrero, buen actor y el público lo seguía con devoción. Pero realmente lo más interesante es responder al primer interrogante, y esto nos lleva a establecer como premisa fundamental, que el circo era una empresa, y trataba de llevar a su seno los espectáculos que atrajeran la mayor cantidad de público, por lo que los empresarios suponían, y con razón, que el drama de índole gauchesco iba a contar con el favor popular. Esto tiene que ver con la existencia de una buena predisposición de la gente, hacia lo que estuviera relacionado con el gaucho, que se remonta, principalmente, al año 1872 cuando aparecieron el Martín Fierro y a las obras de Ascasubi.  A partir de ese momento, un gaucho idealizado es revalorizado por el público urbano y el espectador rural se siente identificado con el personaje. Esta actitud del público ya venía siendo aprovechada por Podestá, quien a través de su personaje, Pepino el 88, recitaba trozos gauchescos y cantaba “estilos”, con gran acogida del público.
El éxito de la pantomima fue colosal y se representó solamente durante trece funciones consecutivas, porque las compañías fusionadas tenían compromisos en Río de Janeiro, donde no se representó el Juan Moreira. De regreso a Buenos Aires se separaron los Podestá de los Hermanos Carlo, y compraron en sociedad con Alejandro Scotti, cuñado de José, el Pabellón Argentino de La Plata, donde debutaron el 11 de enero de 1885. Un mes después iniciaron una gira por los pueblos vecinos, y en marzo de 1886, estando en Arrecifes y habiendo agotado su repertorio, volvieron a interpretar a Moreira con un éxito resonante.  Al volver al hotel, el dueño, un francés muy simpático, León Beaupuy les sugirió ponerle textos a la mímica: “El día que ustedes hablen este drama habrán realizado una de las más ponderables obras teatrales”. Pepe Podestá quedó impresionado por los consejos del francés, y a la mañana siguiente comenzó a trabajar sobre el texto. La obra, ya hablada, fue estrenada en Chivilcoy el 10 de abril de 1886 con un éxito impresionante. Luego de recorrer distintos pueblos de la provincia de Buenos Aires, de Santa Fe y de actuar en Rosario, la obra fue llevada a Buenos Aires. Un elemento de fundamental importancia, en el Circo Criollo y de enorme trascendencia en este análisis de la evolución de las expresiones culturales argentinas, fue la actuación de payadores, que fueron el basamento donde se asentó el Tango Canción.  Entre los más famosos cultores de este género podemos mencionar a: Higinio Cazón, José Bettinotti, Nemesio Trejo, Gabino Ezeiza, Pablo Vázquez, Ambrosio Ríos, Juan y Arturo de Nava y Luis García. Curiosamente ese público vivió el proceso de integración cultural del criollo y el inmigrante, ese teatro lo aceptó y lo incorporó a su temática,  lo que esa integración tiene de conflictivo, el gringo es objeto de burla permanente en las representaciones, el más emblemático de los personajes de Moreira, Cocoliche, termina ocupando el centro de la escena en el picadero y hace mucho por ganarse un lugar en la consideración de los espectadores criollos que terminan aceptándolo. Los personajes y sentimientos de este teatro de vertiente nativa, la poesía y la música que acompañan sus representaciones, se unieron al teatro de vertiente urbana, que se originó en el género chico español y su música. Esa confluencia derivará en el pintoresquismo del sainete porteño, con sus personajes (el compadre, el gringo), su lenguaje (el lunfardo), y su música (el Tango).












































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