El período de
entresiglos estimado entre los años de 1870 a 1914 es conocido como la Belle
Époque. Generalmente fue un período de paz y prosperidad económica y
social para las naciones, de ahí su nombre en francés. La Belle Époque, cuando
nombramos esas dos palabras nos viene a la mente una idea de diversión y
alegría, bailarinas del Moulin Rouge, fiestas, etc.
Ciertamente fue una época de progresos tecnológicos, económico y social, donde
la fe en la ciencia era absoluta, una época de grandes transformaciones.
Es la
época de Gustave Eiffel, Richard
Wagner, Sigmund Freud o Giuseppe
Verdi entre otros, genios que cambiarían la percepción de la vida en una
sociedad cada vez más globalizada. Los parques y los cines se convirtieron en
entretenimiento de masas, porque la entrada era barata y estas diversiones
causó una momentánea separación de la realidad cotidiana de las personas. Los
parisinos comenzaron a disfrutar de la noche, ir a espectáculos, music hall y
el circo. Montmartre era en realidad la principal zona de ocio en París. Los
cabarets como "Folies Bergere", el "Chat Noir" y "Moulin
Rouge" estaban en su pico más alto durante la Belle Epoque. Más de un
centenar de salas de cine se abrieron entre 1900 y 1913. La capital francesa
era el centro de una verdadera efervescencia cultural. Muchos artistas e
intelectuales vivían en París, sobre todo en el Montmartre. Este distrito,
entre otros, contó con la presencia de Modigliani, Picasso, Renoir,
Toulouse-Lautrec.
El Music
Hall era un género musical popular en Europa durante el siglo XIX. Por
lo general, un solo de piano en el estilo romántico y, a menudo realizada por
el compositor en el evento conocido como "Halls". Cuando se habla de
"Belle Epoque", recuerda de inmediato el Can-Can,
su música y bailarines. Lo que realmente representa esta danza de origen
francés, una mezcla de polka y la cuadrilla.
Entre 1800 y
1900 París pasó de 80.000 habitantes al millón y medio y se convirtió en el
gran centro cultural y mundano del orbe, donde nacían las vanguardias
artísticas y las novedades literarias y musicales que se extendían rápidamente
por otros lugares. París rezumaba animación, era puro espectáculo, lugar de
reencuentro y mezcolanza, de trasgresión y frivolidad. Los antiguos
café-concerts parisinos dieron paso a los nuevos cabarets, lugares que
combinaban diversión y ácida crítica a la moral y costumbres de la época,
locales de todo tipo en los que se podía desde bailar un desenfrenado Cancán
a escuchar las canciones mordaces y anarquizantes de cantautores como Aristide
Bruant. Los cabarets empezaron a proliferar, especialmente en
Montmartre. Junto a algunos viejos café-concerts como el Lapin Agile, uno de los
más antiguos de París cuyo nombre había sido el de Cabaret de los Asesinos,
o salas de baile como el Moulin de la Galette, abrieron sus
puertas muchos más, entre ellos Le Chat Noir, que pasó a ser el primero
de estas características, el Mirliton, el Divan Japonais, antes Café
de la Chanson, con exótica decoración oriental, el Bataclan, La
Cigale o Eldorado, además de otros que competían por ser el más
original. Así, había un Cabaret du Ciel y otro de l’Enfer,
en el boulevard de Clichy, separados únicamente por una pared medianera. En el
primero, los clientes se encontraban en una atmósfera rodeada de nubes, ángeles
y arpas, mientras que en su opuesto, aunque vecino, parecían hallarse en el
infierno, con los camareros vestidos de demonios, teniendo que acceder al local
a través de las amenazadoras fauces de un monstruo de grandes ojos en las que
aparecían colgados los cuerpos de los pecadores. Un tercero, el Café
des Truands, ofrecía la novedad de que los clientes tuvieran que
enfrentarse a bandidos y criminales de opereta. La película de John
Huston "Moulin Rouge", de 1952, con José
Ferrer, Zsa Zsa Gabor, Colette Marchand, Claude
Nollier, Katerine Kath, Suzanne Flon, Christopher Lee y Peter
Cushin, es un excelente filme que retrata de forma fidedigna y
verosímil el París de finales del siglo XIX, en plena Belle Époque a través del
pintor Toulouse-Lautrec (magnífica interpretación de José
Ferrer).
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