Guido de Arezzo es uno de los
músicos que le dio forma y estructura a la música. El origen de las notas
musicales (Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si), como se conocen en la actualidad se debe a
Don Guido
D’Arezzo, un monje benedictino, teórico musical y figura central de la
música de la Edad Media. El nacimiento de Guido D’Arezzo es bastante incierto.
De acuerdo con lo afirmado en 1888 por Dom Morin en la “Revue de l’art
Chrétien”, lo habría hecho cerca de París, alrededor del año 995. Educado por
los monjes benedictinos, toma el hábito de la orden en el monasterio de Saint
Maur des Fosses, cerca de la capital francesa. Durante el siglo XI, Guido
perfeccionó la escritura musical con la implementación definitiva de líneas
horizontales que fijaron alturas de sonido e inventó además de las notas
musicales, el famoso tetragrama, que luego evolucionó al pentagrama. Desde el
primer momento, Guido se dedicó a innovar los métodos musicales y de la
enseñanza musical, lo que como ocurre con tantos genios de la historia, lo
volvió bastante impopular. Fruto de esa incomprensión, Guido fue enviado a la
abadía de Pomposa, cerca de Ferrara, y de ahí, una vez más incomprendido y
atacado, al monasterio de Arezzo, adonde llegó entre los años 1033 y 1036. Allí
desarrolló revolucionarias técnicas de enseñanza para la notación y el
aprendizaje musical, entre las cuales no sólo el sistema de notas basado en el
himno a San Juan Bautista sino también el “tetragrama”, una pauta musical de cuatro
líneas. La notación musical antes de las aportaciones de nuestro monje era
prácticamente inexistente. Las melodías se transmitían de manera oral,
apuntándose apenas la letra, algunas indicaciones rítmicas y muy rudimentarias
indicaciones tonales. A pesar de todas las dificultades, su fama empezó a
trascender, y el mismísimo papa de Roma Juan XIX, lo invitó a establecerse en
Roma, con tan mala suerte que terminó enfermando de las entonces llamadas
“fiebres romanas” que lo obligaron a abandonar la ciudad papal y trasladarse al
monasterio de Pomposa, donde esta vez fue mejor acogido.
En la Edad Media, las notas se denominaban por medio de las
primeras letras del alfabeto: A, B, C, D, E, F, G (comenzando por la actual
nota la). En aquella época solía cantarse un himno a san Juan el Bautista
(conocido como Ut queant laxis) atribuido a Pablo el Diácono, que tenía la
particularidad de que cada frase musical empezaba con una nota superior a la
que antecedía. La historia, básicamente, es que Guido de Arezzo se dio cuenta
de que los monjes no conseguían recordar muchas veces los cantos gregorianos.
La notación neumática del gregoriano está basada en cuatro modulaciones de la
voz o neumas. La particularidad de estas partituras es que no se anotaba ni el
tempo, ni el ritmo. Así que era imposible repetirlas si antes no las habías
oído. Guido, estableció una serie de seis notas (hexachordum naturale) con
distancias fijas entre ellas: 2 tonos enteros inferiores, 1 semitono central, 2
tonos enteros superiores. Además de implantar el tetragrama (precursor del
pentagrama) y crear un sistema de notación (notas), dio nombre a las notas
musicales e inventó un sistema de anotación nemotécnica llamado la mano
guidoniana. En aquella época estaba muy de moda un himno para las vísperas de
San Juan Bautista (24 de junio). Guido se inspiró en las sílabas iniciales de
cada una de las estrofas para dar nombre a las notas: Ut queant laxis, / Resonare
fibbris, / Mira gestorum, / Fámuli tuorum, / Solve
polluti, / Labii reatum, Sancte Ioannes. Algo
así como: “Para que tus siervos puedan exaltar a plenos pulmones las maravillas
de tus milagros perdona la falta de labios impuros, San Juan”. En un principio
la nota DO se llamó UT. El SI no tenía altura fija y a veces le llamaba “be
mollis”. Hasta que, en el siglo XVI, Anselmo de Flandes, une las palabras
“Sancte Ioannes” y da nombre al SI. Con la notación del canto gregoriano era
imposible reproducir dos veces exactamente la misma partitura salvo que la
oyeras. Perfeccionó la escritura musical con la introducción definitiva de
líneas horizontales que fijaron alturas de sonido, cercano a nuestro sistema
actual y acabando con la notación neumática.
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