Rock Nacional VII - Rock Barrial




En los últimos años se ha dado en el Rock argentino un fenómeno muy especial que algunos definieron como Rock chabón o Rock barrial. Es un estilo que se apoya en el rock clásico de los Rolling Stones. La Renga o Los Piojos son hoy sus más fíeles exponentes, convocando a mucha gente en recitales que se han transformado en rituales. Estas bandas, a pesar de su escasísima presencia en los medios, han sido utilizadas como "cortinas" de programas televisivos disímiles a su estilo y son difundidos por radios que no se especializan en Rock, sino que también atrajeron al público frívolo que solo escucha las canciones de moda que las FM pasan hasta el cansancio. En cuanto a lo musical, su estilo es agresivo, usan mucha percusión y componen tanto canciones de protesta social como canciones de amor. Es complejo establecer el origen del Rock Barrial. Quizás sea sencillo hablar de antecedentes que desembocaron por acumulación en una nueva forma de entender el Rock. En el Rock Nacional existe una larga tradición que la crítica llamó Firestone. Su representante más importante es Pappo que le decía a Spinetta que era blandito. En los 80 apareció el Blues-Rock nacional, popular y exclusivamente masculino de Memphis o el punk suburbano de Attaque 77. A finales de los 80 se reafirmó la cultura Rolinga, fans de los Rollings, el Blues y grupos como AC/DC que tenían una estética y un estilo de vida con códigos locales: el rolinga versus el careta. Flequillos, chalinas, la lengua de los Rollings en las remeras y las cervezas compartidas en las esquinas.
Paralelamente se dio el fenómeno de los Redondos que convocaban a una legión de seguidores sin precedentes, organizados en un ritual. El llamado Rock Barrial de los 90 toma elementos de todo lo anterior, pero los reúne y los resignifíca, resaltando algunas cosas e ignorando otras. El Rock Barrial se consolidó alrededor de 1996. Un año después las bandas representativas de aquel momento (La Renga, Los Piojos, Los Caballeros de la Quema), eran muy populares y tenían mucho éxito comercial. La segunda ola se dio a finales de los 90 y en ella se incluyen a Callejeros (Villa Celina), La 25 (Quilmes), Los Gardelitos (Bajo Flores) o Jóvenes Pordioseros (Villa Lugano). Una de las canciones más populares de La Renga es Somos los mismos de siempre que hace alusión a la fidelidad del público, que está desde el primer día y los sigue a todos lados, y a la lealtad de la banda a su origen musical y social. Este título-slogan puede aplicarse a la totalidad del mapa del Rock Barrial; las letras de sus canciones y las declaraciones de sus integrantes aluden con frecuencia a cierta voluntad de inmovilidad y no transformación. En Argentina se perdió la movilidad y un hijo de obrero está condenado a juntar cartones, robar o ser repositor. Ese es el público de este Rock. Pero el discurso de las bandas no trata de sacarlos de ahí sino que exalta y refuerza esa situación. El intercambio con el público y la participación en el show es fundamental en la conformación de esta movida. Al grupo se lo sigue a todas partes como una hinchada y con elementos del público futbolero, como los cánticos, los trapos, la peregrinación sacrificial cuando los shows son en el interior del país y finalmente están las bengalas. A este ritual los críticos lo llamaron futbolización del Rock, comenzó en los 90 con la llegada de la masividad de La Renga y Los Piojos. La mayoría de las tribus suburbanas que componen el público barrial sobrevive haciendo changas esporádicas o estirando las horas en un kiosco o en la esquina. Existencia gris interrumpida cuando pinta una fecha de su banda. El 30 de diciembre de 2004 Callejeros, la banda que mas notoriedad había alcanzado ese año, decidió cerrar el 2004 con un triple Cromañón, uno por cada disco editado. Chicos y chicas de distintas procedencias, establecieron en Bartolomé Mitre al 3000 una auténtica República Callejera, en donde los trapos, el pogo y las bengalas eran parte del patrimonio cultural. Apenas comenzado el último recital, la pirotecnia hizo estragos, con un saldo de 196 muertes. Después de este duro golpe el rótulo de Rock Barrial se resignificó y pasó a usárselo peyorativamente y todos cayeron en la volada. Pasaron los 90, el uno a uno, el menemismo, el Grunge, el Britpop y los cacerolazos, pero el Rock Barrial sigue vivo y creciendo y no hay que permitir que ningún poder corrupto y corruptor se convierta en el flautista de Hamelin que conduzca al exterminio a la gran familia rockera. Por que los “de afuera son de palo” y los de adentro “somos del palo”,







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