Motete
El Motete (del francés “motet”, y este de “mot”, palabra, mote) es una composición polifónica nacida en el siglo XIII para cantar en las iglesias, de texto comúnmente bíblico. Hasta el siglo XVII seguía siendo una de las formas musicales más importantes de la música polifónica.
Surgió a partir de
las cláusulas sustitutivas (fragmentos melódicos conclusivos que no tenían
texto propio), a las que les cambiaban el texto y utilizaban como base técnica
para las composiciones. En los siglos XV y XVI se expandió como pieza musical
polifónica sin acompañamiento instrumental (a capella), con carácter dramático
e imitativo. Uno de los primeros Motetes fue el francés en el que
todas las voces superiores estaban escritas en francés, por consecuencia, no
tenía sentido que la tenor estuviese en latín, de modo que la tenor pasó a ser
instrumental. Otro tipo de Motete fue el franco, llamado así
por su creador Franco de Colonia, el cual tenía un estilo muy personal de
componer, ya que su motetus (segunda voz del Motete), era muy lenta, con notas
largamente sostenidas y de carácter melancólico, mientras que la triplum era
rápida, con fraseo en stacatto y muy alegre en carácter. No tenían el mismo
texto por lo que el oyente recibía varios mensajes a la vez. Era un Motete
profano, sin motivos litúrgicos de alta calidad literaria. No estaba a manos
del pueblo llano sino de la aristocracia. La evolución del Motete en la historia de
la música fue muy curiosa: su origen fue sacro, pasó a ser profano y luego
volvería a ser sacro. De hecho, el término “motete” se comenzó a utilizar
cuando perdió su uso litúrgico. Existen Motetes bilingües, en los cuales el
duplum puede ir en latín y llevar texto religioso, mientras que el triplum
puede ser en francés y texto profano. Los textos no tenían nada que ver entre
sí, pero sólo en apariencia, ya que normalmente habían sido seleccionados para
crear complicados símbolos, relaciones y metáforas entre sus significados. El
uso medieval del término Motete corresponde a una composición
vocal a varias voces, definida no tanto por su función sino por su forma
particular: estaba basada sobre una melodía litúrgica “dada” (es decir, no
original, no compuesta especialmente), llamada “tenor”, la cual podía ser
cantada o a la vez tocada con algún instrumento ya que, incluso en algunos
casos, esto se indicaba claramente.
En ocasiones, incluso en obras de uso
religioso, la melodía era de origen profano. El Motete pasó a convertirse
en la forma musical más importante del siglo XIII; a partir de 1250 sólo quedó
esta forma (prácticamente se dejaron de componer conductus y organas). Su
origen se encuentra en un tipo de “tropo vertical”, al que se le añade un texto
nuevo y se llamaron Duplum y Motete (si había más voces, Triplum,
Quadruplum,
etc.). En la segunda mitad del siglo XIII existió un Motete con tres voces
diferenciadas, cada una con un texto y carácter distintos. Era el Motete
característico de Franco de Colonia. En este Motete, el tenor iba en valores más
largos y tenía textos en latín mínimo. Por encima del tenor estaba el duplum,
con texto profano en francés y de carácter melancólico y, en la parte superior,
se encontraba el triplum, que llevaba texto profano en francés, pero de
carácter más alegre y de ritmo más rápido. El texto de las voces superiores era
silábico, por lo que en segunda mitad del siglo XIII se empezó a desarrollar un
tipo de notación mensural que indicaba el valor absoluto de las notas
independientemente del lugar donde se encontrasen. El primer tratado en que apareció
este tipo de notación es el “Ars cantus mensurabilis”, de Franco de Colonia. Los Motetes
dejaron de escribirse en forma de partitura (es decir, una voz sobre otra) y se
escribían en formato de libro de coro, normalmente a doble página (el duplum de
un lado, el motetus en el otro y el tenor bajo los dos).
Ya a finales del siglo
XIV, aunque especialmente en el XV y el XVI, con la Escuela de Borgoña, el Motete
recobró su carácter sacro, dejando de ser politextual, y convirtiéndose en una
composición continua, sobre un solo texto y sin cantus firmus. Apareció el Motete
para voz solista, con acompañamiento instrumental. En la segunda mitad del
siglo, los compositores franco-flamencos hicieron del Motete un género tan
importante como la misa. Se convirtió en una composición coral sobre cantus
firmus, a la que Josquin des Prés dio su forma definitiva dentro de la polifonía
renacentista. En la segunda mitad del siglo XVI apareció el Motete
multicoral de la escuela veneciana, que utilizaba más de un coro para crear
“efectos espaciales”, tales como ecos o pregunta-respuesta. En el Barroco, el
nombre “Motete” se preservó en la música, especialmente en Francia,
donde la palabra fue aplicada a “petits motets”, composiciones sacras cuyo
único acompañamiento era un bajo continuo, y “grands motets”, que incluían
hasta una orquesta completa. De este último estilo de Motete, Jean-Baptiste
Lully fue un importante compositor, cuyas creaciones a menudo incluían
partes solistas y corales. Son de larga duración, incluyendo diversos
movimientos en los que se utilizan solistas, coros y diversos instrumentos.
Estos motetes continuaron la tradición renacentista de obras semi-seculares en
latín, como por ejemplo en "Plaude laetare Gallia", escrita
para celebrar el bautismo del hijo del Rey Luis XIV: El repertorio de Motetes
del siglo XIII (varios cientos de composiciones), han llegado a nuestros días a
través de tres fuentes: el Codex Montpellier, el Codex
Bamberg y el Codex Las Huelgas. Este repertorio
constituye el núcleo del denominado “Ars Antiqua”, un estilo íntimamente
relacionado con el de la Escuela de Notre Dame de París, y que había alcanzado
su cénit en el cambio del siglo del XII al XIII.
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