Danza de los Viejitos (México)

 


La Danza de los Viejitos es una danza procedente de México, más concretamente perteneciente al pueblo p'urépecha, y que hoy en día se interpreta en el Estado de Michoacán. Esta danza tiene su origen en el sur del continente americano en la región de los Andes, desde donde se cree que emigraron los p'urépecha.

Actualmente, los quechuas y los aimaras, danzan cuatro chamanes para hacer llover y para lograr buenas cosechas, así como curar los enfermos. La Danza de los Viejitos se compone de cuatro bailarines que representan las cuatro estaciones del año, los cuatro puntos cardinales, las cuatro extremidades del ser humano, los cuatro elementos de la tierra (aire, fuego, agua, tierra), los cuatro colores básicos (amarillo, cian, magenta y negro). El origen de la danza es religioso y ritual. Se lleva a cabo cada cambio de estación, es decir, cada solsticio y equinoccio, y se ejecutaba en honor al dios viejo tata Huirata. Originalmente, uno de los cuatro danzantes que la ejecutaban, llevaba una máscara de niño que representaba la estación naciente, mientras que los otros tres llevaban máscaras de viejos, que correspondían a las otras tres estaciones ya pasadas. Esta representación de las estaciones también se observaba en el baile, en el que el primero, el de la máscara de niño, ponía mucha más energía en la danza, mientras que el último aparentaba cansancio, imitando así a la estación entrante y a la saliente. Sólo los chamanes podían ejecutar la danza, los cuales solían ser personas de edad avanzada ya que implicaba mayor sabiduría. Para poder ejecutar la danza con energía, los chamanes consumían pachacuachari (hongos, alucinógenos colorados), con los cuales entraban en trance y así podían vislumbrar lo bueno y lo malo de la estación entrante, así como también podían danzar hasta cuatro horas seguidas. Al llegar los españoles a tierras michoacanas, implantaron a sangre y fuego su religión cristiana, por lo que la danza quedó proscrita y sólo se ejecutaba a escondida de los religiosos y los gobernantes. Sólo los guardianes de la cultura p'urépecha, los petámutis (brujos chamanes), quienes conservaban la sabiduría de generación en generación, en los pueblos más apartados y de difícil acceso, pudieron conservar esta rica tradición y sabiduría. Originalmente, la danza era acompañada por un teponaxtle (tambor) y una chirimía (flauta de carrizo o barro).
Llegó un momento en que los chamanes difícilmente podían juntarse los cuatro para ejecutar la danza y para preservarla, así que les enseñaron a bailar a los más jóvenes que pudieran aguantar el ritmo y el esfuerzo de la misma y con el tiempo fue perdiendo su carácter ritual y se fueron agregando otros instrumentos, así como otros danzantes. En la época de la reforma de 1860, los mestizos se apoderaron de la danza y les implementaron unos atavíos distintos, tales como los listones de seda china, camisas de la misma tela, máscaras con rasgos hispanos y hasta de imágenes sacras católicas, trajes de charros y camisas vaquera, todo lo elegante y exótico tenía cabida en este festejo, que fue ubicado en el calendario religioso en la época del carnaval. Llegado el siglo XX, la gente común, al no tener el ajuar necesario implantado por las clases altas, se comenzaron a disfrazar con lo que tenían a mano: una sábana vieja, un gabán, una frazada y algún sombrero viejo y mugroso. Actualmente, se utiliza el traje tradicional p'urépecha: pantalones y camisas de manta blanca, cubierta por un colorido sapare (especie de poncho), calzando huaraches (sandalias) con suelas de madera para acentuar mejor el zapateado durante la danza. La tradición de las máscaras se mantuvo, aunque el personaje que interpretaba al joven fue sustituido por otro viejito. Para aparentar la cabellera de los viejitos se utiliza fibras de zacate (hierba), además de un sombrero con listones multicolores y un bastón. La danza, hoy en día, tiene carácter humorístico, ya que los danzantes escenifican los achaques de la vejez mediante caídas, espasmos y un caminar encorvado; no obstante, también hacen alarde de una vitalidad juvenil que expresan con un intenso zapateado al ritmo de la música. Actualmente, la Danza de los Viejitos está guiada por una pareja compuesta por el “Veripiti” y la “Maringuía”, quien representa a una mujer anciana. También aparecen otros personajes conocidos como los ”feos”, quienes en un acto de bufonería, se burlan del baile de los viejitos. El baile lo acompañan músicos con violines y guitarras, quienes interpretan la música folklórica característica de esta danza.




















































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