El 7 de diciembre de 1937 tuvo
lugar en Lisboa el nacimiento de José Carlos Ary dos Santos, un
portugués que enriqueció con su talento y su actividad poética a la literatura
de su país.
Se desconoce el inicio de las
tradiciones del Carnaval en Ovar. Los periódicos de Vareiros hacen referencia
al Carnaval
de Ovar de 1887, concretamente a “O Ovarense”, que entre otras cosas
afirma: “La animación de esta bella época dedicada a los entretenimientos
populares ha decaído mucho. De año en año se nota una diferencia considerable; esta
diferencia, sin embargo, es general”.
Cada región de Portugal cuenta con un estilo particular para ejecutar
los distintos bailes folklóricos o tradicionales del país, que se dividen de
manera general en Vira, Chula, Corridinho, Tirana
y Fandango.
Su surgimiento muchas veces se asocia a eventos sociales como los matrimonios y
celebraciones, en otras ocasiones provienen de la tradición agricultora de sus
pobladores.
El Corridinho es un baile tradicional del Algarve, Portugal
(aunque también ha contaminado al Alentejo y, en cierta medida, al Ribatejo y
Extremadura), y a diferencia de otros folklores más norteños como la Chula
y la Vira,
tiene un origen relativamente reciente.
En Terra de
Miranda y en toda la Meseta Mirandês, las fiestas solsticiales de invierno
todavía se celebran hoy con gran pureza en su ritualismo original. Se trata de
rituales de profundo significado mitológico, ritos iniciáticos, “mitos del
eterno retorno” cuyos orígenes se remontan muy atrás en el tiempo.
La fiesta del Carnaval es una de las más alegres y divertidas del año y lo
más curioso es que en cada país, comarca o provincia se celebra con una
peculiaridad propia. Junto con los carnavales de Canarias, Cádiz y Brasil, los
de Madeira se han consolidado como unos de los más populares del Atlántico.
En Portugal,
el Fado
manifiesta en sus versos cantados la melancolía. De estas voces dulces
se desprenden pensamientos amargos que expresan las dificultades de la vida, el
amor perdido, la emigración o la nostalgia de los territorios de ultramar. Fado
viene del latín "Factum" y significa hado o destino. El origen de
este canto popular se remonta al siglo XIX y su germen inicial se atribuye a
las clases bajas y barrios marginales. Incluso. en sus primeras etapas se
asociaba a cantos de prostitutas que entonaban estas coplas en rincones oscuros
entre callejuelas, como una forma de aliviar la espera de sus clientes en
ambientes portuarios decadentes, en el interior de tabernas repletas de rudos
marineros que al calor del vino canturreaban estas melodías mientras esperaban
el embarque a quien sabe que lugar. Posteriormente estas canciones procedentes
de los arrabales se pusieron de moda entre las clases acomodadas y
aristocráticas que fueron introduciendo estos versos cantados en sus salones
nobles. Esta folclorización de un género intrínsecamente popular lo convirtió
en objeto de explotación turística y comercial. Este género es típicamente
dominado por el sexo masculino y alejado del discurso femenino y de otras
minorías, aunque los más grandes intérpretes de fado han sido mujeres, pero
siempre cantando poesía de hombres. La temática principal gira en torno a la
virilidad, las alabanzas a la forma mas violenta de la masculinidad y el
maltrato espiritual de la mujer, colocándola en un carácter de objeto
decorativo y con un papel irrelevante en la realidad circundante; el constante
recuerdo de la muerte; la ambigua relación entre riqueza y pobreza; la
descripción de lugares cotidianos y las crónicas más importantes que ocurrían
en su vida. Se puede trazar un paralelismo entre el Fado y otros folclores
urbanos como el Tango y la
Rebetika griega, ya que todos ellos emergen a mediados del
siglo XIX en barrios pobres periféricos de las grandes ciudades de industria
nacientes, con marginales entregados a una vida bohemia y asiduos visitantes de
tabernas y prostíbulos. La originalidad de la poesía portuguesa y por ende de
toda la poesía fadista, es el resultado de la confluencia de distintas fuentes
líricas: la tradición juglaresca y la renacentista, ambas de gran sensibilidad
e intuición poética de extrema agudeza.
Existen muchas
teorías sobre el origen de la canción nacional portuguesa por excelencia.
Algunos hablan de la influencia de la música de las antiguas colonias
brasileñas y africanas en la población interétnica que se estableció en el
barrio lisboeta de Alfana, y de que originariamente “fado" se aplicaba a
una forma de baile de raíces africanas con acompañamiento de guitarra. El Lundum,
un canto de cosecha congoleño, fue traído por los marineros. Esta aseveración
sobre el origen marino de la canción lisboeta, es consecuente con la idea de
poesía y mar que existe dentro de la historia literaria portuguesa ya que hay
que tener en cuenta que los grandes poetas de esta época de oro de la literatura
luso parlante, fueron a su vez grandes navegantes corno Camoes y
Bocage, por ejemplo. Otros hablan de las influencias de las melodías
árabes o moras. La similitud musical y estilística de la inflexión vocal, tiene
mucho en común con el Qawwal paquistaní
y los cantos magherevíes que tiene una forma definida de cantar, que requiere
del cantante un entrenamientos específico, lo que hace que a alguien ajeno a la
tradición le sea muy difícil interpretarlo. También se menciona que tiene
influencias celtas, por el sonido de la guitarra, o incluso de la música
búlgara, a través de los gitanos. Lo único que se conoce seguro es el crisol
donde todos esos elementos confluyeron, que vinieron del mar y recalaron para
siempre en Lisboa. Y desde entonces el núcleo central del Fado ha sufrido pocos
cambios. Las primeras grabaciones datan de 1910 y siguiendo hasta 1936
aparecieron una serie discos llamados "Archivos de Fado".
La reina del fado es Amalia Rodrígues, hija de una pobre
vendedora de naranjas. Comenzó su carrera en 1939, en 1945 incluyó en uno de
sus discos el poema "As penas" de Guerra Junqueiro y a partir de ese
momento no dejó de cantar la poesía erudita. Otros poetas que contribuyeron a
la intelectualización del Fado fueron Vasco de Lima Couto, Antonio Botto y
Fernando Pessoa. Viviendo de su vieja gloria, pero atascado en sus costumbres,
el Fado perdió interés entre los jóvenes mas propensos al Rock y al Pop, a
pesar de lo cual la renovación está en marcha a través de fadistas como Misia,
Dulce
Pontes, Paulo Braganca; Mariza y Cristina Branco. El Fado
tiene esa hipnótica fuerza entre el público portugués que muchos no logran
entender. El Fado tiene ese misterioso encanto que deja en el espítitu una
huella inolvidable.