Carnaval de El Callao (Venezuela)
El Callao, en el municipio homónimo del estado Bolívar, en la Guayana venezolana, resulta una parada obligatoria de quienes viajen hacia la espléndida región de La Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima, o desde La Gran Sabana hacia el resto del país. Allí reside una población cercana a los 22.000 habitantes, a quienes la mayoría de los venezolanos los reconoce como custodios de una de las celebraciones de carnaval más emblemáticas del país.
A mediados del siglo XIX, inmigrantes -principalmente de las Antillas menores - motivados por la explotación aurífera, se asentaron en el caserío “Caratal”, lugar residencial y de trabajo originario; posteriormente un grupo de habitantes se desplazaron hacia las orillas del río Yuruari y lograron desarrollar una cultura propia, que fusionó tradiciones africanas, europeas y elementos autóctonos.
En la actualidad éstos se encuentran testimoniadas en el Calipso y el Carnaval de El Callao, así como en el uso del patois, lengua propia de las Antillas adaptada localmente, que hoy día todavía permite a algunos adultos comunicarse entre sí.
Efectivamente, el Carnaval de El Callao es emblema de una historia viva que entreteje culturas heterogéneas en un diálogo permanente de migrantes que combinaron múltiples idiomas, prácticas y creencias -europeas, antillanas y latinoamericanas-. En El Callao, el carnaval reinterpreta esa memoria histórica en el contexto de una fiesta colectiva que resume tradición, innovación y diversidad cultural.
En este carnaval, durante noches y días se celebra la vida y se disfruta del auto reconocimiento callaoense, en el canto, la música y el baile colectivo; en él se proclama y reafirma anualmente la fortaleza y el orgullo de la identidad local.
Suplementariamente, en cada celebración del Carnaval de El Callao, la participación de individuos de distintos géneros, edades, procedencias sociales, orígenes culturales, historias personales, intereses familiares, entre otros, es testimonio de que éste ampara un principio de apertura e inclusión a los diversos, donde prevalecen el entendimiento, la comprensión y el diálogo intercultural.
El Carnaval de El Callao es Calipso; alrededor de este binomio convergen una riqueza de revelaciones culturales integrada principalmente por prácticas festivas y rituales que permiten a los adultos, jóvenes, niñas o niños organizados en comparsas, la representación simbólica de personajes históricos y fantasías creativas. A éstas, se les suma un conjunto complejo de conocimientos, destrezas y técnicas vinculadas a la composición literaria y musical, a la danza, al trabajo artesanal y a la ejecución de instrumentos musicales, tradicionales o no, como el cuatro, los tambores largos, la charrasca y los cencerros, la guitarra y el bajo eléctrico.
Las mujeres representan a las antiguas señoras antillanas, con trajes coloridos de amplias faldas y largos collares, danzando Calipso de forma cadenciosa.
En cuanto a las letras del Calipso, siempre de contenidos satíricos, críticos o afectivos, es de destacar que, aunque originalmente eran cantadas en patois en la actualidad también son interpretadas en español e inglés.
De igual manera, resulta imposible omitir que el carnaval y el Calipso también se configuran en espacios simbólicos significativos a lo largo de numerosas calles del pueblo, en las que se desarrollan los recorridos y bailes de comparsas, los reconocimientos a celebrantes del carnaval o intérpretes de Calipso emblemáticos, o donde se ofrecen los conciertos públicos. En todos estos escenarios se favorece el reencuentro familiar y vecinal, se induce a la interrupción del curso cotidiano de los esfuerzos laborales, o se convoca al disfrute colectivo de residentes o visitantes sin distingo de género, edad, naturaleza pública o privada. A lo largo de este territorio transcurre el carnaval mediante recorridos independientes que realizan las comparsas desde sus correspondientes sedes, sin que se entrecrucen en la ruta durante sus traslados.
Una vez iniciada la celebración, en pocas horas el pueblo se convierte en un hervidero de trajes y máscaras multicolores, de instrumentos musicales organizados -o improvisados-, de carritos comparseros y cornetas de sonido, de cientos o miles de personas que de manera espontánea se incorporan a las agrupaciones y las acompañan en su travesía.
El Carnaval de El Callao, comprende una semana de celebraciones continuas que culminan el martes de carnaval a las doce de la noche, cuando las comparsas hacen un alto a su fiesta y retornan sus integrantes al curso ordinario de sus vidas; no obstante, el callaoense cierra un carnaval y de inmediato inicia el siguiente. Funcionalmente, cada comparsa integra numerosos individuos que cumplen roles diferenciados: los Músicos que entonan Calipso y marcan el ritmo del recorrido; las representaciones históricas: Madamas, Medio-Pintos, Mineros y Diablos; las Fantasías como personajes festivos; y el público que acompaña y corea a cada comparsa.
Los propios portadores fomentan, entre los más jóvenes, destrezas para el canto, la música, el baile y la elaboración de trajes y máscaras.
Adicionalmente, la puesta en escena cuenta con personal organizativo y logístico específico: coordinadores, compositores, diseñadores, costureras, decoradores, herreros y técnicos de sonido.
En términos numéricos, la complejidad de cada comparsa se incrementa a medida que avanza el desarrollo de la celebración, por cuanto un grupo inicial de participantes en una comparsa que se contabiliza entre 200 y 300 personas, podrá multiplicarse hasta alcanzar entre 1500 a 3000 personas por la incorporación espontánea de nuevos integrantes, quienes deciden danzar al ritmo de la interpretación musical que se ofrece.
Durante los días del carnaval, los recorridos en las calles de El Callao son protagonizados por varias figuras. Las Madamas, que representan a las antiguas señoras antillanas que antaño bajaban desde “Caratal” a vender dulces, son mujeres con trajes coloridos de amplias faldas y largos collares que danzan de forma cadenciosa con movimientos de caderas. Los Medio-Pintos - Nicui-Nicui en lengua patois- niños y jóvenes cubiertos de “negrohumo”, que atemorizan y divierten al público con la amenaza de pintar a quien no colabore con una moneda. Los Mineros que suelen ser trabajadores de la extracción aurífera con su indumentaria característica.
Los Diablos, adultos con vestimenta y máscaras alusivas, que danzan libremente acompañados del sonido amenazante del látigo para protección de los personajes y llamado al orden. A ellos se suman adultos, jóvenes y niños con disfraces imaginativos que reflejan el ingenio, la creatividad y las destrezas artesanales locales.
El Carnaval de El Callao es “Suigeneris” único en el mundo debido a la afluencia de las diferentes culturas que llegaron a la población durante su formación, es muy rico, por ello que La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró el Carnaval de El Callao de Venezuela como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
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