El Bailecito (Argentina)



El Bailecito es una danza de pareja suelta, independiente y de ritmo no muy vivo. Su antigüedad aproximada data de las primeras décadas del Siglo XIX. Alcanzó su popularidad entre 1840 y 1950. A partir de entonces comenzó su decadencia, aunque aún goza de un gran favor en las reuniones de los centros tradicionalistas. Pertenece al folklore vivo, pues en la actualidad se baila espontáneamente en Jujuy y en algunas regiones de Salta.
Probablemente se originó en Perú o Bolivia, y se difundió sobre todo en la Quebrada de Humahuaca. Se sospecha que es de raíz quechua por ciertos giros melódicos que recuerdan a la cultura Inca. Los Bailecitos se desarrollaron se acriollaron en la coreografía y en la música, adaptándose a las tradiciones norteñas. La historia del Bailecito es algo confusa debido a su nombre, ya que a veces resulta difícil saber si en los documentos se utiliza el término bailecito para referirse a la totalidad de los bailes de Perú, Bolivia y la región Norte de Argentina. Por ejemplo, el canónigo español Mariano de la Torre y Vera, destinado en el Alto Perú, mencionó en un informe real de 1814, los tonos alegres y melodiosos de ciertas danzas conocidas como “bailecitos de la tierra”. Más adelante, el naturalista francés Francis de Castelnau, jefe de una expedición que cruzó América del Sur entre 1843 y 1847, pasó por Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), y testimonió que “los bailecitos” se ejecutaban con pañuelos. Otro miembro de la expedición, el doctor H. A. Weddell, se entusiasmó tanto con esa danza que la consideró mucho más entretenida que las europeas, ya que permitía a todos los presentes, tomar parte de la coreografía.

Es difícil saber si lo que presenció Weddell era estrictamente un Bailecito u otro ritmo zafado. Habla de un final zapateado y remarca que para esta danza resulte eficaz no debe ejecutarse “con la cabeza fría”, es decir, bajo los efectos del alcohol. El mismo problema de identificación se trasladó a Argentina en el Siglo XIX, en provincias como Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan, Santiago del Estero, Santa Fe o Córdoba. La confusión aumentó porque en varias de esas provincias también se le daba el nombre de Bailecito al Gato, especialmente en las provincias del centro y el Oeste, quizás por la semejanza en el ritmo. Su origen remoto, como el de muchas de nuestras danzas, debe buscarse en los bailes del Viejo Mundo que España trajo a los puertos americanos, y especialmente a Lima, en la época colonial. El Bailecito utiliza música criolla de Perú y Bolivia, a veces con influencia de la pentatonía propia del Altiplano andino. La primera versión musical publicada del Bailecito en Argentina corresponde a Andrés Chazarreta (1916), mientras que la segunda, a Manuel Gómez Carrillo (1920). Los folkloristas distinguen distintas versiones de esta danza en nuestro país. La más antigua nació en la primera mitad del Siglo XIX en Jujuy, y se lo denominó “Bailecito Norteño”. Hacia fines de ese mismo siglo se difundió un “Bailecito Boliviano”, en zonas de Catamarca, Salta, Tucumán y Santiago del Estero. Por 1910 se conoció otra variante: el “Bailecito Bonaerense”, que se popularizó en la provincia de Buenos Aires.







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