Bolero (Cuba)
La historia refiere que el Bolero se inició hace 300 años en la isla de Mallorca; que luego llegó a La Habana como una derivación del danzón cubano y que éste, a su vez, inspirado en la contradanza (baile popular de origen inglés, en boga en los Siglos 17 y 18), hizo nacer el Bolero Cubano; y fue en esa isla donde se cantó el primer Bolero: Tristezas, compuesto por José (Pepe) Sánchez en 1885. También son identificables en el género algunos elementos rítmicos en formas de composición que aparecieron en el folclore cubano durante el siglo XIX como el danzón y la habanera. Precisamente esta última presenta una gran afinidad rítmica con el Bolero. En 1793 ya se reporta la existencia de los primeros cantantes que, como Javier Cunha y Nicolás Capouya, componían canciones con ciertas similitudes con el Bolero, tanto musicales como temáticas. Aunque algunos difieren de la fecha, lo que está claro es que Tristezas dio origen formal al género y con el acompañamiento musical que denominamos «clásico» (las guitarras y la percusión). Así el Bolero evolucionó de música de cantinas y peñas a música de serenatas. Según el musicólogo cubano Argeliers León, la música yucateca de México jugó un papel importante en el nacimiento del Bolero cubano de corte romántico, por la mezcla de rasgueado y punteado, que se introdujo a la isla a finales del siglo XlX como un nuevo estilo de acompañamiento en la guitarra. En la década del 20 apareció en la escena de la canción mexicana el prolífico compositor mexicano Agustín Lara, cuya producción llevó al Bolero latinoamericano a la cumbre. Lara compuso cerca de 500 canciones de las cuales se estima que 162 fueron boleros. Con ellos estableció la norma clásica del Bolero, la cual consiste en 32 compases divididos en dos partes, los primeros 16 en tono menor y los otros 16 en tono mayor. Primero fue la era de los tríos de guitarra, luego las grandes orquestas tropicales, las orquestas al estilo Big Band y por último, verdaderas orquestas sinfónicas que dieron forma al acompañamiento musical del Bolero que durante casi treinta años dominó el espectro musical latinoamericano. Otro hecho que contribyó al ascenso del Bolero es la inesperada muerte del rey del Targo, Carlos Gardel, en 1935, que dejó a dicho género musical sin un destacado intérprete y ese vacío provocó un mayor auge del Bolero. También fue fundamental el desarrollo de los recursos comunicativos de la época como la radio, las películas, los programas en vivo en televisión y las grabaciones en discos.
Otro factor que contribuyó al auge de la era dorada del Bolero lo constituye el relativo aislamiento cultural de América Latina en los años cercanos y posteriores a la Primera Guerra Mundial. Esto permitió al Bolero cultivarse y desarrollarse con calma sin claras competencias que lo amenazaran. A su vez, la existencia de regímenes militares de facto, influyó curiosamente en el éxito del bolero, pues a estos gobiernos les convenía ver a la población entretenida en sus gustos, para que olvidaran la política. Así mismo la difusión de ídolos por medio del cine le dio una enorme difusión y vigencia. La balada Pop llegó para ocupar el puesto de lo «romántico», que antes tenía indiscutiblemente el Bolero. No podemos sin embargo afirmar que el bolero muriese. Muchos de sus exponentes originales, como Alfredo Sadel o Daniel Santos, siguieron interpretándolo hasta el final de sus días. Por otro lado, el tono romántico de las baladas posteriores siempre estuvo influenciado por el Bolero. Tal como hacían compositores como Armando Manzanero, Marco Antonio Muñiz y José José, quienes confiesan que lo que interpretan son boleros pero arreglados musicalmente como baladas Pop. La llamada «resurrección» realizada por Luis Miguel, Alejandro Fernández, Charlie Zaa o Mijares y el surgimiento de Rodrigo de la Cadena el mejor bolerista de hoy en día en México; fue la consecuencia de un ambiente previo plagado de romanticismo. Dicha resurrección no escapa a una estrategia de mercado que busca aprovechar convenientemente un éxito asegurado al resucitar temas consolidados en el gusto popular.
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