Sinfonía

 

 

La palabra Sinfonía proviene del griego y significaba armonía de los sonidos, consonancia. De ella pasó al latín en el término symphonia, significando armonía instrumental, voces concertantes. En sentido amplio significaba “sonar juntos”.

Este nombre se aplicó originalmente a cualquier pieza de música concertante, fuera vocal o instrumental. Así aparecieron las “Symphoniae sacrae”, de Schütz (1585-1672), que eran Cantatas, o sea obras para canto con acompañamiento orquestal. Este concepto fue más tarde, restringido a las piezas de música instrumental, especialmente las orquestales.

En un principio se llamaban Sinfonías a las partes instrumentales de las obras vocales y corales. En los Madrigales de Monteverdi, 1619, empiezan con una introducción orquestal a la que llama Sinfonía. También la Cantata de Johann Sebastian Bach, BWV 4, compuesta hacia 1708, empieza con una Sinfonía orquestal. En el “Mesías” de Haendel de 1742, se intercala un pequeño movimiento orquestal entre otros corales y lo denomina Sinfonía Pastoral.

Especialmente el término Sinfonía se aplicaba a las porciones instrumentales de las introducciones de las Óperas y la Sinfonía clásica deriva de la Sinfonia Avanti l’Opera.

El proceso que se desarrolló a partir de las Oberturas de las Óperas es fácil de comprender. Pronto se hicieron populares algunas de estas Oberturas, Sinfonías De Ópera, y se separaron de ellas interpretándose aisladamente. Este fue el primer paso hacia la composición de verdaderas Sinfonías, sin ninguna relación con la Ópera.

Se nota que el origen de los géneros Obertura y Sinfonía es el mismo, introducciones orquestales de Ópera. Mas tarde se separarían de las Óperas formando dos géneros diferentes, pero separados de las Óperas. La diferencia fundamental entre ellos es que la Obertura es una forma programática en un solo movimiento y la Sinfonía consta de varios movimientos en forma Sonata. 

La característica más distintiva de una Sinfonía es su estructura formal, que generalmente consta de cuatro movimientos principales:

Allegro (o introducción): Este movimiento inicial a menudo establece el tono y el estado de ánimo de la sinfonía. Puede ser enérgico, majestuoso o melódico.

Andante (o Adagio): Este segundo movimiento es más lento y lírico. Proporciona un contraste con el primer movimiento y suele ser emotivo y expresivo.

Scherzo (o Minueto): El tercer movimiento es a menudo un Scherzo o Minueto, que es un movimiento rápido y ligero, a veces con un carácter juguetón.

Finale: El cuarto movimiento suele ser un Allegro final que cierra la Sinfonía de manera majestuosa y a menudo culmina en un emocionante clímax.

Para reconocer una Sinfonía en la música clásica, debe prestarse atención a las siguientes características:

• Instrumentación: Las Sinfonías están escritas para una orquesta sinfónica, lo que significa que se escuchará una amplia gama de instrumentos, incluyendo violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes, fagotes, trompetas, trombones, timbales y más.

• Estructura: Las Sinfonías suelen constar de cuatro movimientos, como se mencionó anteriormente. La estructura formal y la alternancia de movimientos rápidos y lentos son características distintivas.

• Compositor: Muchos compositores clásicos renombrados, como Ludwig Van Beethoven, Wolfgang Amadeus Mozart, Johannes Brahms, y Pyotr Ilyich Tchaikovsky, son conocidos por sus Sinfonías. Por lo tanto, si se reconoce el nombre del compositor, es probable que se esté escuchando una Sinfonía.

El tamaño de la orquesta no es invariable para interpretar una Sinfonía. En general, ha crecido con el tiempo: mientras una orquesta de cámara con un par de docenas de instrumentos es suficiente para interpretar una Sinfonía de Joseph Haydn, una de Gustav Mahler puede requerir varios intérpretes más. Casi siempre se compone de una orquesta que consta de una sección de cuerdas (violín, viola, violonchelo y contrabajo), metales, instrumentos de viento-madera y percusión, que en conjunto hacen un número de treinta a cien músicos.

Las Sinfonías se anotan en una partitura musical, que contiene todas las partes de los instrumentos. Los músicos orquestales tocan con partes que contienen sólo la música escrita para su propio instrumento. Algunas Sinfonías también contienen partes vocales, como, por ejemplo, la “Novena” de Ludwig van Beethoven. Son famosas las Sinfonías de Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Beethoven en el período clásico.

La Sinfonía probablemente alcanzó su madurez con Beethoven. Sus Sinfonías solían tener un primer movimiento Allegro de forma Sonata, un movimiento lento (a veces en forma de tema y variaciones), un movimiento con ritmo ternario (usualmente un Scherzo, anteriormente lo común era un Minueto y trío), para finalizar con otro movimiento rápido (Rondó). Existen Sinfonías con un último movimiento escrito como forma Sonata.

El gran paso en la evolución de la Sinfonía lo dio Beethoven con su “Tercera Sinfonía”, llamada “Sinfonía Heroica”, a partir de la cual, la orquesta sinfónica empleó imprescindiblemente clarinetes, flautas, trompetas, trombones y percusiones, además de la familia de la cuerda frotada, oboes, trompas y fagotes utilizados con anterioridad.

La grandeza de las Sinfonías de Beethoven es tal que muchos de los compositores que lo sucedieron, o escribieron pocas Sinfonías –y éstas sólo cuando se consideraron suficientemente maduros, como Schumann o Brahms– o de plano no escribieron Sinfonías, pues consideraron que después de las de Beethoven ya no había nada que hacer en ese género. Solamente hay dos compositores en el siglo XIX que se atrevieron a consagrarse al género, Anton Bruckner, nacido en Austria en 1824 y el ya mencionado Gustav Mahler, cada uno de ellos escribió nueve Sinfonías, curiosamente el mismo número que escribió Beethoven.

Otros compositores relevantes del siglo XIX que escribieron Sinfonías son Felix Mendelssohn, Tchaikovsky y Antonin Dvorak, que también escribió nueve Sinfonías, aunque mucho menos pretenciosas que las de Bruckner o las de Mahler.

Mahler supuso una ruptura con el estilo sinfónico tradicional. A partir de él se dio una gran crisis en la Sinfonía, siendo pocos los autores que destacaron en este género (aunque años después se volvió al interés por el mismo). Las Sinfonías de Mahler hicieron uso de recursos muy variados, tanto en la temática, como en la instrumentación y el tratamiento de las obras: voces solistas, coros, inversión del orden de los movimientos, etc.

Entre los compositores del siglo XX hay algunos que se dedicaron más que otros a escribir Sinfonías, de ellos los más notables son: el finlandés Jean Sibelius, el inglés Ralph Vaughan Williams y los rusos Sergei Prokofiev y Dimitri Shostakovich.

 

 

Fuentes:

 

• Historiadelasinfonia.es

• Hjck.com

• Mcarmenfer.wordpress.com

 


 

















































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