Joropo Central (Venezuela)
El Joropo Central (también llamado Joropo Tuyero) es una manifestación musical y dancística de los estados centrales de Venezuela, específicamente: Miranda, Aragua y Carabobo, aunque se ha extendido hacia los llanos centrales y al Distrito Capital. Expresión folklórica compleja que permite tomar en cuenta música, baile, cultura, literatura, instrumentos, imaginación y cotidianidad.
Muchos son los nombres ligados a esta música,
convertidos en leyenda, como Margarito Aristiguieta, Ciro
Pimentel. Juan Sanabria, Salvador Rodríguez, Fulgencio
Aquino, entre muchos otros… Se le llama “Tuyero” porque en Los
Valles del Tuy, que se encuentra en el centro norte venezolano, es donde se le
hicieron muchos de los primeros arreglos musicales al Joropo. De hecho, uno de
los principales arreglistas del Joropo Tuyero, Esteban Ramos, es oriundo
de la zona de los Valles del Tuy. Él, junto a otros arreglistas de Miranda y
Aragua, dieron forma al Joropo Tuyero, haciéndolo de allí. Una
vez asentado en el centro del país, el Joropo Tuyero o Central, comenzó a
popularizarse tanto como baile autóctono representativo, que se extendió a todo
el país. Pasando a ser identidad del criollo, del venezolano. Algunos gobiernos
regionales, a veces, también han puesto su granito de arena generando
festivales, rutas y eventos que promueven a los protagonistas del Joropo,
los llevan a las escuelas y apoyan programas radiales para difundir la música
central. En cuanto a los instrumentos tradicionales que se utilizan para la
ejecución del Joropo de estos estados solo tenemos “Arpa, Maraca y Buche como
suele llamarse a la voz del cantador”. Se diferencia del Joropo Llanero tanto en
el baile como en los instrumentos que se utilizan, ya que en el Llanero
se usan el arpa, las maracas, el cuatro y desde hace décadas el bajo, además de
que en las parejas de baile del Joropo Central el hombre es quien
resalta, mientras que en el Llanero pueden resaltar ambos
bailadores. Por otro lado, en el Llanero se puede encontrar la
variante de la utilización de la bandola en sustitución del arpa, sobre todo en
los llanos altos. El arpa es el instrumento más antiguo que se conoce. Existen
evidencias en la Biblia y en lugares tan distintos como Egipto, Grecia,
Mesopotamia, Europa y América. Constituye el instrumento musical unificador del
Joropo
en sus diversas manifestaciones y variantes. Su presencia en las
tradiciones musicales venezolanas es muy anterior al primer registro documental
de la existencia del joropo.
La documentación expuesta por Battaglini Suniaga (2014)
indica que el arpa era conocida en los llanos centrales antes de 1620. El arpa
que se llevó de España en esos primeros tiempos era la distintiva arpa
diatónica medieval-renacentista, que se difundió principalmente en Venezuela y
en las repúblicas que hoy se conocen como Perú, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina,
México, Colombia y Paraguay. La característica principal de esta arpa es que
conserva iguales particularidades a la del siglo XVI, aunque haya aumentado el
número de cuerdas de 24 o 27 a 32, 34 o 37; además, carecía de pedales. A lo
largo de 300 años, españoles, africanos, indígenas y mestizos, colectivamente,
pudieron muy bien reprocesar y readaptar la técnica del arpa popular española
en los llanos y costas venezolanas, aunque conservando, sin saberlo, técnicas
antiguas (improvisación y cromatismos) en los ejecutantes del arpa tradicional
venezolana. Casi todos los que llegan a ser ejecutantes del arpa en Venezuela
lo logran sin haber pasado por algún tipo de escolaridad o academia, valiéndose
del dominio práctico-memorístico de los sonidos y la imitación visual-oral de
sus maestros “arpistos”, quienes a su vez aprendieron de la misma manera,
desarrollando extraordinarias habilidades en la ejecución del instrumento. Este
instrumento, el arpa central, posee caja de resonancia más ancha que la
llanera, la curvatura superior de la “ese” no es tan pronunciada y posee 34 o
36 cuerdas. Consta de cuerdas de acero, las 13 primeras, denominadas tiplitos;
las 13 segundas, de nylon, tenoretes y las 8 o 10 últimas, también de nylon,
bordones. El arpa del Joropo Llanero tiene todas las
cuerdas de nylon. En el Joropo Central se encuentra la caja,
instrumento de percusión característico al igual que la mandolina, el cuatro y
las maracas.
Las maracas están elaboradas de taparas pequeñas que contienen
semillas de capachos; a la más pequeña se le llama hembra, suena más grave y
por lo general se ubica en la mano izquierda; a la más grande se le llama macho
con un sonido más agudo y se ubica por lo general en la mano derecha; aunque
algunos arpistos son ambidiestros y se sienten cómodos usando indistintamente
la derecha o la izquierda. La percusión es el sonido que produce el zapateo en
el hombre cuando golpea el suelo. El Joropo en Aragua y Miranda surgió en
la época Colonial Venezolana, en las florecientes haciendas productoras de
café, cacao y caña de azúcar ubicadas en las costas y serranías circunvecinas a
pueblos y ciudades. Se tiene información de que el esclavo aprendió las
melodías que escuchaba en sus momentos de descanso; luego de las faenas en las
haciendas, el esclavo se deleitaba escuchando el arpa clásica de cuyos sonidos
disfrutaban los amos, y fue así como reproduciendo, “construyó la de bambú con
cuerdas de tripa animal”, creando nuevos ritmos y dándole mayor fuerza. Magín
Rodríguez señala que “el negro comenzó a imitar con el arpa la música de los Fandangos,
pero en su ejecución no pudieron evitar la influencia de la fuerza rítmica del
negro, dándole a los bordones de un arpa rústica…”. Opinión que comparte el
investigador y folklorista Ramón y Rivera. Los primeros Fandangos llegaron a
Caracas en el transcurso del siglo XVIII. Se ejecutaba en bandurrias, vihuelas
y mandoras en las veladas de los “grandes cacaos”, como se llamaba a las
familias pudientes.
El Fandango más popular que se conoce
es el del Padre Soler en 1700 con los mismos giros del pajarillo y otras formas
interpretadas en clavecín. No obstante, especialistas como Oscar Bataglini
Suniaga sostienen que el Fandango barroco “no es la única
referencia filogenética del Joropo” y que el Joropo
es mucho más que un “fandango aclimatado” o “tropicalizado”. Asimismo, las
referencias que se tienen del Fandango provienen de fuentes
españolas, en el transcurso del siglo XVIII, como baile con características que
se evidencian en las tipologías del Joropo venezolano, como son el
compás, las progresiones armónicas, el zapateo del baile y la cadencia
frigia-andaluza también presente en el Flamenco. Parece ser innegable el
aporte de la música barroca con sus distintos elementos compositivos sobre el
más reconocido género musical venezolano. La primera mención documentada del Joropo
que se menciona en la Colonia es del 10 de abril de 1749, seguramente muy
posterior a la aparición de los rasgos característicos del género. Desde esa
fecha tanto venezolanos como españoles diferenciaban claramente el Fandango
español del Joropo. En el Joropo Tuyero destacan las
siguientes variantes o especies: golpes, resbalosas, pajarillos, yaguazos,
pasajes, guabinas. Además de dos suites o sets, conocidos como hornadas y
revueltas. Las primeras son un conjunto de pasajes que se tocan uno detrás de
otro. Las revueltas, por su parte, están conformadas por un grupo de especies
que se ejecutan en una secuencia específica: pasaje, yaguaso, guabina, marisela
y la llamada del mono. En el año de 1917, con el gobierno presidido por el
general Juan Vicente Gómez, sucedió una división política territorial en los
estados centrales, y se produjo el fenómeno de la propagación y divulgación del
Joropo
Tuyero. Los pasajes tuyeros más famosos son “El ermitaño”, de Mario
Díaz; “Amanecer tuyero”, de Cipriano Moreno y Pablo
Hidalgo; y “El gato enmochilado”, de Fulgencio Aquino. Los músicos
caraqueños y centrales adoptaron al Joropo Central como inspiración para
sus obras, como es el caso de “La Marisela”, de Sebastián
Díaz Peña; “El Alma Llanera”, de Pedro Elías Gutiérrez, el valse “Quitapesares”,
de Carlos
Bonet y hasta la “Sonatina criolla”, de Juan
Bautista Plaza. Las letras del Joropo Central son de naturaleza
pícara, socarrona, contrastando con las contundentes y violentas propias del Joropo
Llanero, cuyos contrapunteos terminan no pocas veces en lances y peleas.
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