Zangbetos (Benín)
En el sistema religioso del vudú existen algunas fórmulas de control social y una de las más características en las poblaciones del sur de Benín son los Zangbetos. El término Zangbeto significa literalmente “cazador de la noche” (“zan” significa de la noche y “gbeto” significa “cazador”) y es que los Zangbetos representan los cazadores o guardianes de la noche tradicionales en la religión vudú.
En rasgos generales, son una especie de policía del vudú que se encarga
de velar por el rey de la ciudad, la comunidad y cazan a los espíritus malignos
durante la noche. El baile del Zangbeto es una celebración comunal,
en una de las religiones animistas más extendida el África Occidental, el Vudú.
El vudú, es una de las religiones oficiales en Benín, Togo, Ghana y Nigeria. En
Benín el 40% de la población, perteneciente a la etnia yoruba sigue esta
religión. Todas las connotaciones negativas del vudú que han llegado a
occidente es culpa de las películas y libros que han dado una imagen un poco
distorsionada y alejada de lo que es esta religión. Son más arquetipos de
rituales satánicos, que no representan, ni tienen que ver nada con el animismo.
La esencia del vudú y del animismo, está en espíritus no humanos que dirigen la
naturaleza. Es decir, que a los objetos se les otorga un alma. Tradicionalmente
estos fantasmas servían para espantar al enemigo en las guerras vecinales y
para mantener el orden social. Existe una leyenda que habla sobre el origen de
los Zangbetos.
Cuenta la leyenda que cuando murió el rey de Allada, que se llamaba Lansuhouto,
se produjo una disputa entre sus tres hijos: los dos mayores contra el pequeño.
Los hermanos iban a enfrentarse en una batalla y cuenta la leyenda que el
hermano pequeño tuvo un sueño en el que se le apareció una figura que le
aconsejó cubrir a sus hombres de paja y salir corriendo contra sus enemigos
para asustarlos y funcionó. Sus hermanos se quedaron horrorizados ante la
visión de aquellos pajares corriendo hacia ellos, así que salieron de allí a
toda prisa; así fue cómo el hermano pequeño se convirtió en rey de estas
tierras. Sin embargo, el rey tuvo que permanecer en guardia y decidió sacar a
los Zangbetos
todas las noches para proteger el reino contra posibles ataques. En algunas
zonas rurales de Benín siguen siendo, aún hoy en día, una especie de policía
informal.
Estos fetiches andantes velan por la seguridad de sus ciudadanos,
denuncian actos de brujería y evitan robos. Los Zangbetos son máscaras
con forma cónica que están confeccionadas con largas tiras de rafia y que están
coronados con una especie de sombreros. Se suele creer que el Zangbeto
baila a través de los espíritus y en momentos determinados de la ceremonia se
suele levantar estas estructuras para demostrar que no hay nadie debajo. Como
te puedes imaginar, nuestra mente occidental y atea, separada de cualquier tipo
de creencias, nos imposibilita creer este tipo de cosas y en varias ocasiones
durante la ceremonia nos preguntamos cómo lo hacían para que no se viera a la
persona que estaba bajo el Zangbeto. A día de hoy no tenemos la
respuesta. Una sociedad secreta se encarga de gestionar las actividades de
estos guardianes de la noche y también de los festivales culturales donde los
danzarines Zangbetos de varios pueblos compiten por ver quién se mueve
mejor al ritmo de los gongs y los tamtanes. Los que participan en esta
ceremonia son hombres y han tenido que pasar un ritual de iniciación para ser
aceptados en la sociedad secreta de los Zangbetos. Para ello el candidato
debe pagar un tributo (alcohol, dinero, comida…) y parece que debe de pasar una
serie de pruebas físicas (azotes) para demostrar su valentía. Una vez que es
aceptado en la comunidad, se le da un nombre de iniciado y no deben revelar
nunca ningún secreto relacionado con los Zangbetos. Los Zangbetos bailan al son
de la música de los tambores y esta danza consiste en frenéticas rotaciones
seguidas por momentos de inmovilidad. Se cree que son los espíritus quienes
hacen girar a los Zangbetos. Cada Zangbeto está acompañado por uno o
dos “Gbetovis”,
que son hombres iniciados de la sociedad secreta Zangbeto, que llevan un
palo o varilla para indicarle el camino que debe seguir mientras el Zangbeto
está bailando y también para alejar a la gente que quiere acercarse a ellos,
corren a su alrededor y en algunos momentos de la ceremonia zarandean al Zangbeto
y le hablan.
Cuando danzan, los no iniciados (mujeres y niños) no pueden tocar
al Zangbeto.
En un momento dado de la ceremonia dos hombres empiezan a verter una especie de
polvos amarillos en círculos, rocían esa zona con un líquido y colocan unas
hojas. En ese momento sale un quinto Zangbeto del edificio y se dirige
hacia la zona delimitada. Se para y los hombres empiezan a zarandear y a hablar
a este Zangbeto. Tras unos minutos, levantan la estructura y… ¡voilá!
No hay nadie, sino que “el espíritu” ha dejado un cuenco con hojas.A lo largo
de la ceremonia este quinto Zangbeto sale en dos ocasiones más y
la expectación por ver qué se encuentra al levantar el Zangbeto aumenta. La
segunda vez que hace su aparición y lo levantan, “el espíritu” ha dejado un
mini Zangbeto.
En esos momentos todos corren hacia el Zangbeto y lo rodean. La última vez
que aparece este quinto Zangbeto, que nunca baila y que solo
entra y sale del edificio, es la más divertida. Al levantar la estructura
aparece una especie de figura y un sacerdote con una pequeña campana anima a la
estructura a ponerse en movimiento. Empieza a entrar y salir un pene y las
carcajadas de niños y adultos acompañan este momento. Es Légba, un dios menor
del panteón vudú y que se representa con un gran falo. Légba se encarga de
intermediar entre dioses y hombres y de alejar a las fuerzas del mal para que
todo salga bien.Los Zangbetos siguen bailando y girando sobre sí mismos. En un
momento determinado dos iniciados vuelven a preparar el círculo con esa especie
de polvos amarillentos, pero en esta ocasión es uno de los cuatro Zangbetos
danzantes el que se dirige hacia el lugar. Los hombres zarandean y le hablan,
pero esta vez levantan un poco el Zangbeto y lo mueven de lugar. Aquí
no se muestra el interior vacío del Zangbeto, pero sí se ve que ha
dejado algo. Se ve una figura con una boca móvil y el sacerdote tiene tres
bolas de foufou, una comida típica beninesa hecha a base de harina o tubérculos
hervidos o triturados. El sacerdote se acerca con tres foufou a la figura, que
empieza a comerlas. Los Zangbetos siguen bailando y girando
sobre sí mismos durante un rato más y la música no para de sonar.
A pesar de
que los kregbetos son muy estrictos imponiendo a los turistas o curiosos desde
donde pueden tomar imágenes y en qué momento, es imposible controlarlos a
todos. Y hoy, gracias a las imágenes que han cedido empresas de viajes de
tomadas por ellos mismos a sus viajeros, se puede descifrar el secreto de los Zangbetos.
En varios de esos videos y fotografías, ampliando la base, se pueden ver los
pies del hombre en el interior, o box-holders, como los denomina Hunkanrin, que
se esconde bajo el cono de paja. No son muchas las oportunidades de verlos y
hay que rastrear entre miles de imágenes, pero ahí están. ¿Por qué no dejan
huellas en los suelos de tierra batida donde actúan? Porque los flecos del Zengbeto,
además de ocultar los pies del box-holders, sirven para borrar las huellas que
deja, dando la impresión de que el Zengbeto levita. Existen dos
técnicas para que no se vea a nadie en el interior del Zangbeto al girarlo. En
algunos casos se ha preparado un agujero en la tierra, cubierto con ramas y
tierra, justo donde se detiene el Zangbeto. El box-holders se oculta
en el agujero y los kregbetos pueden incluso quemar el Zangbeto, que sigue moviéndose
a través de un cable manipulado desde el escondite. A quienes han visto esta
variante les impresiona que el Zangbeto continúe bailando al ritmo
de los tambores mientras arde… en realidad los tambores se adaptan al ritmo que
marca el operador oculto. Pero, con diferencia, el sistema más habitual es que
dentro del Zangbeto existe un compartimento secreto donde se oculta el
box-holders cuando termina su actuación. Eso explica porque son necesarias 4, 5
o más personas robustas para girar un cono de paja que apenas pesa 20 kilos. Y
porque en muchas imágenes se evidencia que el Zangbeto pesa mucho más
de un lado que de otro. En ese compartimento, además, se ocultan los animales,
muñecos, comida u otros objetos que el Zangbeto materializa en algún
momento de la actuación.
Fuentes:
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