Second Line (EEUU)


 

La música y la danza son manifestaciones culturales milenarias que proveen cohesión a la comunidad; a través de ellas se transmiten creencias, historias, creatividad, amor, odio, dolor y toda suerte de sentimientos.

Entre las manifestaciones culturales más antiguas rodeadas de musicalidad, se encuentran aquellas alrededor de los actos ceremoniales vinculados a la muerte. En ese contexto, Nueva Orleans mantiene la tradición de celebrar la vida al momento de la muerte, a través los tradicionales Jazz Funerals (Funerales de Jazz), así como también en la Second Line (Segunda Línea). Los Jazz Funeral de New Orleans son el resultado de la manifestación cultural, aplicado a la necesaria solidaridad social imperante en el momento. Tal vez pocos sepan que el origen del Jazz está muy relacionado con los ritos mortuorios. “Nos preguntábamos en qué lugar habría algún muerto, porque sabíamos que nos esperaba un buen banquete”. Esto es lo que decía el pianista de Nueva Orleans, pionero del Jazz, Jelly Roll Morton sobre las fiestas que se montaban con motivo de los funerales. Rendir homenaje a los muertos es algo propio de todas las sociedades. En la cultura occidental supone un momento de recogimiento, de dolor, de pérdida o de luto. En Nueva Orleans era una fiesta. Posiblemente tenga que ver con la costumbre africana del culto a los antepasados, ya que, a diferencia de otros lugares de EEUU, esa cultura africana logró sobrevivir e integrarse en la ciudad. El entierro de un negro suponía todo un acontecimiento social que podía prolongarse durante varios días y donde había comida, bebida, danzas y como no, música. Concretamente la música de las Brass Bands, uno de los elementos más distintivos del primer Jazz. La moda de las bandas de metales o Brass Bands llegó a EEUU de la mano de los colonos ingleses. Cada pueblo tenía su propia banda para amenizar espectáculos circenses, carnavales, medicine shows, picnics, bailes o reuniones sociales. El instrumento estrella era la corneta. Pero también encontramos bandas de influencias barrocas que tocaban los metales al estilo de las iglesias, sobre todo asociados con la Hermandad de Moravia, de larga tradición en el país.
En este caso el instrumento principal era el bugle. Por otro lado, estaban las bandas militares que no solo interpretaban marchas sino también lo mejor del repertorio clásico europeo como Mazurcas, Polkas, Valses o Cuadrillas. En el estado de Lousiana, sin embargo, la influencia británica apenas se dejó ver. Allí predominaba la cultura francesa que determinó la europeización de los esclavos y dio lugar a la clase criolla, mezcla de europeos y esclavos negros. El interés por las Brass Bands comenzó con el inicio del dominio francés, a partir de 1718, aunque tuvo su apogeo en los albores del siglo XIX, bajo el Imperio napoleónico, donde la popularidad de los desfiles militares traspasaba las fronteras de Francia y llegaba hasta las colonias. Estos desfiles iban siempre precedidos de bandas de metales. En Nueva Orleans, como colonia francesa, arraigó la tradición de bandas, pero al mismo tiempo coexistía con las celebraciones funerarias, tan antiguas como la llegada de los esclavos con ritos como el vudú, y un gusto especial por los desfiles callejeros (el famoso Mardi Gras), los viajes en río o las excursiones. En 1938 en periódico local New Orleans Picayune escribía: "Hay una manía en esta ciudad de tocar trompas y trompetas". Pero el panorama cambió tras la Guerra de Secesión y la Emancipación de los esclavos. Muchos de esos instrumentos quedaron sin dueño y pasaron a formar parte o bien de músicos criollos o bien de los negros recién emancipados, que hasta ese momento tenían vetada su participación.
Muy pronto se interesaron por las tubas, los trombones y las trompetas de aquellas bandas de blancos. Progresivamente, gracias a la música, empezaron a tomar parte activa de las celebraciones sociales, por lo que la interacción entre blancos, criollos y afroamericanos fue inevitable y ampliamente enriquecedora. Para los músicos de color, los ritmos de las Contradanzas (en compás de 2/4 y 6/8) y de las Marchas Militares (4/4) resultaban tan exóticos que enseguida los incorporaron a su propio repertorio. Los criollos, por su parte, intentaban aprenderse de memoria esas Contradanzas. De ahí que podemos establecer dos tipologías: las bandas de criollos, con conocimientos musicales y las de negros de piel más oscura, de carácter más anárquico e inexperto. Estas últimas, aparte de en excursiones y meriendas campestres, se hicieron muy famosas en los cortejos fúnebres y su formación no se entendería sin la existencia de clubes y fraternidades secretas. Al igual que las logias masónicas, estas sociedades tenían miembros electos y funcionaban con rituales secretos. No era raro que un negro perteneciera a más de una hermandad. Las procesiones fúnebres manifiestan la culminación de cómo los negros aunaron los ritos europeos con los ritmos del África Occidental. La noche anterior al entierro, familiares del fallecido acudían para llorar y besar el cadáver. Pero esos velatorios siempre acababan convirtiéndose en una fiesta. Aunque sus orígenes no están claros, sí se sabe que la tradición de la Second Line procede de los esclavos del Oeste de África, aunque, como casi todo en la ciudad, parece venir de la era en la que era española o francesa. De hecho, sus partícipes suelen ser en su inmensa mayoría afroamericanos. Se cree que el Second Lining tiene su origen en las danzas de los esclavos africanos que fueron traídos a New Orleans y que fueron incorporándose a las procesiones o funerales en la parte trasera de los mismos, danzas que también solían realizar en sus domingos libres en Congo Square. En los últimos años, la tradición se ha ido extendiendo a otras partes de EEUU y, a su vez, en Nueva Orleáns se ha “domesticado”, con menos alcohol y más organización. Para la segunda mitad del siglo XIX surgieron las sociedades de enterramiento y beneficencia, cuyo objetivo era colectar fondos para proveer servicios de salud y asistencia; así como para la construcción de hospitales y cementerios en las comunidades de afrodescendientes. Estas sociedades formaron bandas de música de viento (brass bands), compuestas por sus miembros; que por un pago adicional, organizaban los funerales y acompañaban los enterramientos de miembros prominentes de la comunidad con música y danzas. El cortejo fúnebre estaba compuesto por los familiares del difunto, los miembros prominentes de la comunidad y la banda de música, que se denominaba Main Line (Primera Línea), mientras el resto de la comunidad acompañante se denominaba Second Line. En cualquier desfile en primera línea está la banda oficial, y después van aquellos que, aunque no son los designados oficialmente para tocar, van disfrutando del desfile. De ahí toma precisamente el nombre de “Second Line”, de aquellos que van en la segunda parte disfrutando de la música y a menudo moviendo pañuelos o paraguas. Al escoltar el cortejo hacia el cementerio, la banda entonaba música sombría, principalmente himnos religiosos; sin embargo, una vez el cuerpo era dejado para el descanso eterno, a la vuelta del cementerio, la banda variaba el repertorio y era cuando se interpretaban piezas de Jazz alegres y festivas. La Second Line iniciaba a cantar en un tiempo a un 2/4, una especie de Ragtime acelerado, y danzaban por lo que el funeral se convertía en una fiesta. Didn't he ramble” y “Oh when the saints go marching in” eran las piezas más interpretadas...
Durante la primera mitad del siglo XX los Jazz Funeral fueron separándose de los actuales Second Line, los cuales se han constituido en una actividad tradicional, apoyada por clubes, que cada domingo entre los meses de septiembre y mayo desfilan, bailan y cantan, al ritmo de coloridas Brass Bands en el Main Line; mientras el Second Line acompaña el cortejo manifestándose libremente al uso de momento. Los desfiles de Second Line son una actividad que fortalecen el sentido de comunidad entre los participantes y representa un signo cultural distintivo de la sociedad afrodescendiente; aunque modernamente los Second Line hayan sido asimilados por todos los habitantes de New Orleans, sin importar el color de piel. La representación coexiste con los clásicos Jazz Funeral, que han ido evolucionando en celebraciones dedicadas a adultos y jóvenes, tanto masculinos como femeninos, y no sólo a varones notables. Prácticamente durante todo el año hay desfiles de este tipo y casi todos los domingos se celebra alguno. Cuando los recorridos son muy largos, el Second Line suele parar en bares donde los componentes del grupo y los espectadores pueden refrescarse tomando algo, también es usual encontrar vendedores de comida a lo largo del recorrido. Es también bastante común que se hagan desfiles Second Line para celebrar diferentes acontecimientos, desde bodas a aperturas de negocios. No obstante, la evolución constante de estas manifestaciones culturales, y adaptación de los Jazz Funeral y Second Line a los nuevos tiempos, lo cierto es que a través de ellos las comunidades siguen encontrando la forma de celebrar juntos la vida, aun en el momento de la muerte.

 

Fuentes:

 

• Acento.com.do

• Elmundo.es

• Gumbo.es

• En.wikipedia.org

 




























































 

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