Zarabanda
La Zarabanda es una danza lenta que tuvo su origen en el Renacimiento y que se hizo muy popular en el Barroco, escrita en compás ternario, se distingue en que el segundo y tercer tiempo van a menudo ligados. Tenía similitudes con la Chacona.
El origen de la Zarabanda
no se puede especificar con exactitud. Sin embargo, hay testimonios que sitúan
la danza por los territorios hispánicos y las colonias de América. En sus
inicios, este baile tenía carácter popular y consistía en danzas en forma
circular con giros y maneras sensuales. Se tiene primera constancia de la Zarabanda
en América Central: en 1539, un baile llamada Zarabanda se menciona en
el poema “Tiempo y vida de Maricastaña”, escrito por el sevillano Fernando
Guzmán Mejía en Panamá. Otro escrito mexicano elaborado diecisiete años después
por Pedro de Trejo, mencionaba también esta danza. Esto ha hecho pensar a los
historiadores y musicólogos que la Zarabanda, al igual que la Chacona,
constituye una danza originaria de América Latina. La segunda teoría sobre su
origen, también con algunos adeptos, establece que esta danza proviene de
España, y fue importada al nuevo mundo por los colonos y conquistadores.
También se discute un posible origen africano, habiendo llegado a España a
través de la invasión musulmana. En 1596. Alonso López, "el
Pinciano", remonta sus orígenes incluso al culto dionisiaco. Los
instrumentos que acompañan este baile eran la guitarra barroca y la percusión
con castañuelas y en ella se cantaban versos cuya temática abarcaba desde
hechos sobrenaturales hasta otros lascivos y paganos. Esto hizo saltar las
alarmas de los moralistas de la época, quienes consideraban que se trataba de
un baile obsceno e impuro, llegando las más feroces críticas de las altas esferas
eclesiásticas. Por ello, el Superior Consejo de Castilla se vio obligado a
prohibir esta danza hacia finales del siglo XVI, bajo duras penas para aquellos
que la bailasen o cantasen. El padre Juan de Mariana lo describió como “un
baile y cante tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta
para pegar fuego aún a las personas más honradas”. Ahora bien, no fue la música
lo que causó tales críticas, sino que fueron los textos poéticos y los gestos
que acompañaban los causantes del rechazo de los moralistas.
Como ejemplo, el
texto de un poema cuyo estribillo es “¿Cómo te pones, amores? / ¡Ay, vida!,
¿cómo te pones?”, que explicaba las distintas posturas que adopta una mujer con
su enamorado, como la postura de la rana: “Póngome como rana / nel cantico de
la cama / y cuando me viene la gana / lo hago con mis amores. / Póngome a la
jineta / encima de su bragueta / y dígole: ¡meta, meta / el zumo de sus
piñones!”. Con esto basta imaginar la reacción de los moralistas al ver las
posturas que adoptaban los bailarines con este canto. De Italia se tiene la primera constancia de la forma musical de la Zarabanda
a modo de tablaturas para guitarra española. Esto no es raro si se tiene en
cuenta que el reino de Nápoles estaba bajo el dominio de Felipe II en el siglo
XVI, y por lo tanto la afluencia española era alta. La Zarabanda en esos
documentos se mostraba con un compás ternario, acentuando el segundo tiempo del
compás y una velocidad alta. Fue mediante estos escritos italianos como la
danza se extendió al resto de Europa. Francia adoptó la Zarabanda y la desvinculó
de sus raíces como danza de pueblo, elevándola a la majestad. En el siglo XVII
Francia tomó la Zarabanda y la adaptó según la estética de moda en el país.
Tomaron un baile tachado de lascivo y pecaminoso y lo elevaron al nivel de una
danza cortesana. Se desarrolló dentro de la música culta, pasando a ser uno de
los movimientos imprescindibles de las suites (conjunto de danzas), además de
incluirse en piezas para solistas y en los ballets de la corte. Debido a que
sólo llegaron tablaturas puede incluso que desconocieran que se tratara de una
danza cantada. Esta nueva Zarabanda instrumental sustituyó a la juguetona
versión española-americana e Incorporó a su haber otros instrumentos, como la clave
y el laúd.
Abandonó el ritmo rápido y frenético que poseía originalmente y se
volvió más lenta y majestuosa; para ser digna de palacio se eliminó la letra,
evitando así versos que pudieran resultar obscenos, difundiéndose por toda
Europa, en países como Inglaterra o Alemania, aunque en España quedó relegada
por la Chacona. En Inglaterra prefirieron mantener la forma rápida
original reflejada en los manuscritos italianos. La Zarabanda terminó por
adoptar su forma definitiva al modo francés, que es el que se convirtió en el
más popular en Europa. Una danza solemne ternaria, lenta, con marcado acento en
el segundo tiempo, acompañamiento acórdico y que se conecta por anacrusa
(tiempo débil) al compás siguiente. Pero, la mayor popularidad y extensión de
la Zarabanda
llegó de la mano del alemán Johann Jakob Froberger, al
establecer el patrón de la Suite Barroca, que se componía de
cuatro danzas: la Allemande, la Courante, la Giga y la Zarabanda.
Entre las muchas composiciones de la época barroca se encuentran una pieza de Rameau
y otra de Johannes Sebastian Bach, autor de varias Zarabandas de extrema
belleza. En la época clásica y romántica, la Zarabanda cayó en desuso,
siendo resucitada en el siglo XX por compositores como Claude Debussy, Erik
Satie y Edward Britten entre otros. Especialmente emocionante es la “Sentimental
Sarabanda”, tercero movimiento de la “Simple Sinfonía”, de Britten,
Quizá la Zarabanda más famosa es la anónima “La Folía”, cuya melodía
aparece en piezas de varios compositores desde la época de Claudio Monteverdi y Arcángelo
Corelli hasta la actualidad.
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