Ópera Tibetana (China)
La Ópera Tibetana, conocida como Lhamo o Ache
Lhamo, significa literalmente “Herman Diosa”. Se originó en el siglo
XIV, durante la dinastía Ming. Por increíble que parezca, la cultura de esta
ópera partió desde lo más bajo. En la dinastía Ming no existía ni un solo
puente para cruzar el río Yarlong Zangbo y los tibetanos arriesgaban sus vidas
cada día para cruzar esta barrera natural formidable. Thang Tong Gyalpo, un
arquitecto y monje famoso, decidió poner fin a esta situación para siempre. Con
poca financiación y luchando contra las condiciones de construcción
extremadamente duras, le hicieron mantener fuerte su ambición. Pero pese a
todos los pronósticos negativos, logró construir 58 puentes, siendo su último
legado el puente Qushui, que fue construido cuando él tenía 80 años,
falleciendo poco después. Para conseguir su propósito, a menudo tuvo que idear
formas variadas para la recaudación de fondos, entre las cuales una de ellas
fue la de contratar bellas mujeres para cantar y bailar, lo que resultó ser muy
exitoso. Así, la Ópera Tibetana comenzó a tomar forma. La danza ritual tibetana
dio paso a un nuevo género, que relacionado con el budismo, el folklore y el
mito, aprovechando las formas más expresivas como el canto, el baile, la
narración, la acrobacia y las artes marciales, fueron el germen de estas representaciones.
Una de las características más llamativas de esta ópera es que todos los
actores deben usar máscaras de colores, que contrastan con la sencillez del
resto de su atuendo, y que sirven para diferenciar a los personajes. Las
máscaras blancas representan a los ángeles, la amarilla es el buda viviente,
las azules son los héroes, las verdes las reinas, las rojas los reyes y las
negras se reservan para los demonios. Las que son mitad blancas y mitad negras,
corresponden a los brujos.
La Ópera Tibetana tiene lugar generalmente en plazas abiertas, y
en raras ocasiones, en escenarios cerrados. El centro del espacio escénico está
señalado por un árbol plantado en tierra, envuelto en ´papel de color y rodeado
por agua purificada y accesorios teatrales. Generalmente, la Ópera se
representa en varias ocasiones festivas, como el festival Shoton, el más
importante del Tíbet, que se celebra en el monasterio de Drepung y Norbulingka,
en el sexto mes del calendario tibetano. Diferentes compañías se acercan a esta
tierra santa para divertir a los dioses, a los Lamas y a los turistas. Los
diálogos son muy breves y los artistas se centran en el canto. Las melodías que
cantan consisten principalmente en Jueren (melodía alegre), Juelu
(melodía melancólica) y Tangtong (la melodía narrativa).
Danza, acrobacia y Kung Fu se incorporan para hacer la atmósfera más atractiva
y divertida. Dependiendo de las situaciones, la ópera puede durar de varias
horas a varios días. Por lo general comienza con un preludio llamado Wenbadun,
durante el cual los cazadores comienzan con el baile de máscaras y cantan para
disipar las fuerzas del mal purificando el escenario. Luego los siete príncipes
aparecen con siete hadas. Los príncipes introducen a los personajes y esbozan
la trama, mientras que las hadas hipnotizan a los espectadores con su sensual
danza. La ópera termina con una danza ritual de bendición. Arraigada en las
enseñanzas del budismo, las narraciones de la Ópera Tibetana relatan la
victoria del bien y la condenación del mal. De ahí su función social pedagógica
para la comunidad. Esta forma de expresión artística sirve de vínculo entre los
tibetanos de las diferentes regiones del país, promoviendo la unidad y el
orgullo étnico.
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