Saya (Bolivia)


Los intereses económicos que movían la práctica del comercio de esclavos en el Siglo XVIII hicieron que muchos africanos fueran llevados a América. Y como la música y la danza son parte de la vida del ser humano, estas también viajaron hasta las tierras de los Andes, donde se adaptó a prácticas ancestrales ya existentes. Así, la Saya es una danza afrobolviana que nació en la región de los Yungas, ubicada en la franja subandina de Bolivia, al norte de la ciudad de La Paz. Su procedencia africana está implícita en la deformación del vocablo Nsaya, de origen Kikongo, y que significa trabajo en común bajo el mando de un cantante principal. Está compuesta de música, poesía y ritmo, donde se utiliza bastante la metáfora y la sátira, tocando temas de la esclavitud y acontecimientos de actualidad. La Saya afroboliviana presenta el acompañamiento de tambores y las coplas entre solistas y coros que son de raíces africanas, pero también algunas peculiaridades sincréticas aymarás, como la vestimenta, especialmente en las mujeres. También utiliza instrumentos musicales autóctonos como charango, zampoña y flautas, mientras que los cantos se ejecutan en español. Las características de la Saya son bien definidas. Los hombres entonan con sus potentes voces coplas que las mujeres repiten. Los movimientos del baile son muy cadenciosos y sensuales. Las mujeres con el porte muy erguido, moviendo las caderas y con pasos cortos, marcan la coreografía. Los hombres tocan el bombo y el regue regue llevando el ritmo. Las mujeres forman dos hileras, yendo por delante y los hombres por detrás portando los instrumentos musicales.


En la Saya la vestimenta es blanca, las mujeres llevan polleras con varias tiras de colores en la parte del ruedo y bordados en la parte superior, blusa de mangas cortas, escote cuadrado, toda la blusa va bordada y adornada de cuentas, el sombrero en la mano y una manta de color, doblada colgando del brazo derecho. Preside el grupo uno o más caporales vistiendo al estilo de un patrón de la época colonial. El caporal lleva un látigo para conservar la disciplina de los bailarines. Además llevan pequeños cascabeles ajustados a las pantorrillas con los que marcan el ritmo siguiendo al tambor mayor. Los bombos se hacen con troncos especiales que le dan una sonoridad adecuada. Los regue-regues están hechos de cañas huecas y acanaladas que se rasga con un palito. Hasta la época de la reforma agraria se ejecutaba la Saya sólo en fiestas patronales con autorización del patrón, aunque luego se bailó en todos los acontecimientos sociales. La fuerte jerarquización del baile predominante hasta la década de 1960, no existe más. Tampoco existen más los personajes como el Mayor de la Plaza, el Alcalde y el Rey. A partir de los años 80, la Saya se ha ido transformando en una danza del pueblo. La reivindicación comenzó en 1982 con la presentación que hicieron los alumnos de un colegio secundario. Consultando a parientes y a la gente mayor de edad, los alumnos trataron de averiguar cómo era la música, la vestimenta y la danza. Como resultado de sus investigaciones se dio un éxito tan grande que la representación se repitió al año siguiente, con más participación de negros, dando origen a lo que hoy es el Movimiento Cultural de la Saya en Bolivia.












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